Los casos de violencia de género o intrafamiliar no bajan en su número ni gravedad. La problemática requiere, para un abordaje eficaz, de mayor conciencia ciudadana para intervenir en los casos que se detectan, aunque no haya una vinculación directa con víctimas o victimarios, porque de esa manera se puede poner un límite concreto a cada episodio o a la violencia en general.
La conveniencia del involucramiento para detener al victimario (o denunciarlo) y defender a la víctima se puso públicamente de manifiesto a raíz de un hecho que tomó trascendencia pública porque fue grabado por una cámara de seguridad. Un hombre de 41 años atacó a su expareja en una pizzería del barrio de Núñez, en la ciudad de Buenos Aires y le aplicó casi 30 puñaladas. El tremendo intento de femicidio se frustró porque otros empleados del local, al advertir el hecho, salieron en defensa de la mujer. El agresor se descuidó por esa razón y la víctima del ataque pudo escapar. Finalmente salvó su vida precisamente por el compromiso de sus compañeros de trabajo.
Pero además de la responsabilidad ciudadana en no desentenderse de los hechos de violencia de género o intrafamiliar, en el entendimiento de que no se trata de un problema privado que puede dirimirse entre cuatro paredes, es imprescindible que las autoridades policiales actúen con eficiencia y rapidez cuando se toma conocimiento de hechos de esta naturaleza.
La advertencia se formula a propósito de muchos antecedentes en los que eso no ocurre, pero particularmente a partir de un hecho dado a conocer por El Ancasti en su edición de ayer. Un hombre de apellido Aguirre, fue sorprendido intentando ingresar a la vivienda de su expareja armado con un cuchillo. Según lo informado, el individuo cuenta con restricciones legales vigentes debido a denuncias previas de violencia familiar. La situación fue advertida por los vecinos, que dieron aviso a la Policía, evitando un desenlace que podría haber sido trágico.
La crónica indica además que la víctima intentó denunciar el hecho en la comisaría correspondiente, pero manifestó que no pudo presentar su declaración debido a que otras situaciones urgentes demandaban atención en ese momento. Vecinos y familiares expresaron su preocupación por el nivel de riesgo que enfrenta, destacando la necesidad de una respuesta más efectiva y oportuna.
No se conocen cuáles eran los hechos que tenían prioridad respecto de este grave suceso, pero es necesario remarcar que una mujer que es atacada por un hombre violento y armado con un cuchillo no es, precisamente, un hecho de menor importancia que pueda esperar que otras controversias se resuelvan.
Hay reclamos respecto de que esa falta de premura es mucho más notoria en las oficinas judiciales, donde los casos de violencia de género pueden dormir el sueño de los justos en algún cajón.
Es imperioso que este tipo de episodios merezcan una respuesta inmediata y profesional, acorde al peligro que entrañan.