Las trabajadoras denuncian que, pese a promesas de reactivación de la planta o la incorporación a cooperativas textiles (como si eso fuera potestad o voluntad del gobierno), no hubo avances concretos. Además, acusan al gobierno provincial de no garantizar la custodia de los bienes embargados, lo que facilitó su desaparición.
Mientras grandes marcas optan por tercerizar producción en talleres low-cost o importar desde países con mano de obra más barata, algunas pymes argentinas intentan competir con producción local sostenida por contratos en mercados institucionales (estatales o clubes). Sin embargo, casos como el de MoM Sport reflejan la vulnerabilidad del sector, donde la falta de financiamiento, la inflación, un dólar barato, y la apertura importadora, profundizan las crisis.
Crónica de una muerte anunciada
Mayo 2024 – Inicio del Conflicto
- 21 de mayo 2024: 134 trabajadores/as de TextilCom ocupan la fábrica para evitar su vaciamiento por el empresario Carlos Vilariño. La actividad de la empresa habría caído, el empresario culpabilizaba a la “falta de productividad” de las y los operarios.
- Denuncian salarios impagos, aportes no depositados y despidos con indemnizaciones reducidas al 50%.
- Información periodística indica que la empresa habría planeado llevarse maquinaria y stock, como ya había hecho en su planta de La Rioja.
- Reciben solidaridad de organizaciones sociales, pero el gobierno provincial no interviene.
Julio 2024 – Reclamos en Buenos Aires
- Tres trabajadoras (Vanesa Jerez, Brenda Villagrán y Débora Leiva) viajan al Congreso Nacional a denunciar el caso. Mientras tanto, la planta continuaba ocupada.
- Revelan que la empresa embalaba maquinaria para vaciar la planta.
Agosto 2024 – "Solución" con MoM Sports
- 12 de agosto: El gobierno anuncia que MoM Sports tomará la planta en comodato.
- Prometen recontratar a 132 trabajadores, pero solo 30 son reincorporados inicialmente.
- Incumplimientos: No reconocen deudas salariales ni antigüedad de la etapa TextilCom.
- Información periodística indica que el gobierno habría otorgado subsidios y exenciones impositivas.
Diciembre 2024 – Primeras Crisis con MoM Sports
- La empresa no registra empleados y adeuda salarios.
- Trabajadores paralizan la fábrica por 10 días, logrando el pago de un mes atrasado.
- Información periodística revela que el gobierno habría dado subsidios de $480.000 mensuales por trabajador, sin fiscalizar el cumplimiento de la empresa.
Enero 2025 – Despidos Masivos
- 23 trabajadores son despedidos al regresar de vacaciones.
- La empresa alega "fin de período de prueba", pero los afectados denuncian represalias por protestar.
- Información periodística revela queel Grupo Shanghái habría recibido $132 millones para maquinaria y $50 millones para salarios, pero incumple pagos.
Febrero 2025 – Cierre Definitivo
- 1° de febrero: MoM Sports abandona la planta.
- El gobierno rescinde el contrato,y no garantiza salarios adeudados (tres meses más aguinaldos).
- La alternativa oficial es la de otorgar subsidios de $450.000 por tres meses, y la promesa de reubicación (solo 15 logran recolocarse).
Abril 2025 – Corte del Subsidio
- Información periodística muestra queel ministro Sebastián Caria habría admitido el fracaso, pero corta los subsidios.
Mayo 2025 – Robo de Maquinaria y Nuevas Protestas
- Trabajadoras denuncian que máquinas embargadas desaparecieron del galpón.
- Acusan al representante del gobierno provincial de facilitar el vaciamiento.
- Información periodística revela que las máquinas eran la única garantía para cobrar deudas laborales.
- Las trabajadoras se movilizan al recientemente creado Ministerio de Desarrollo Productivo y exigen respuestas.
MOM Sport es una franquicia de indumentaria deportiva operada por la familia Corigliano bajo una Sociedad por Acciones Simplificada (SAS) desde 2021, dedicada a la venta minorista de ropa. El grupo empresarial incluye también a Textil Corigliano, con más de 30 años en el sector, fábricas en Buenos Aires y San Luis, y otras marcas como "Corigliano Importación". En 2020 se creó el Grupo Shanghái S.A., enfocado inicialmente en tejidos de algodón, pero que en 2024 amplió su actividad a la confección y venta de indumentaria deportiva, bajo la dirección de Gabriel Corigliano. Se presume que la planta de Catamarca estaría a cargo del Grupo Shanghái, no de MOM Sport.
¿Reactivar o recuperar?
Una pregunta recurrente de quienes no conocen Catamarca es: ¿por qué las y los trabajadores que ocuparon la planta no avanzaron en la recuperación auto-gestionada en cooperativa de trabajo? La respuesta puede ser muy simple: “En Catamarca no funcionan las cooperativas, eso es para gente de Córdoba, o Santa Fe, o Mendoza, o Buenos Aires…, donde tuvieron migraciones europeas con raigambre en el asociativismo tradicional”. O podemos ensayar respuestas más complejas y con mayor poder explicativo. En todo caso, no existe un “gen” catamarcano en contra de la recuperación de empresas para las y los trabajadores. Siempre, pero siempre, las costumbres y tradiciones son aprendidas.
Comencemos con otra pregunta: ¿Por qué un grupo de trabajadores expulsados de sus puestos de trabajo, pueden tener la voluntad de tomar la planta y los medios de producción, hacerse cargo de gestionar la empresa (autogestión), enfrentándose a la patronal, a los acreedores, a la justicia, y muchas veces a su mismo sindicato? Dos explicaciones se proponen como hipótesis iniciales: “crisis del comando capitalista sobre la producción”, es decir, la crisis empresarial manifiesta a través del vaciamiento, abandono patronal o incumplimiento de pagos; y la “crisis de alternativas salariales”, es decir, falta de alternativas laborales dependientes: desempleo estructural en el contexto económico del país, que obliga a buscar soluciones autogestivas (individuales, familiares o colectivas). Pero esto sólo no desencadena la autogestión cooperativa de las y los trabajadores de una empresa. Además, deben existir factores subjetivos, como una fuerte identidad con la fábrica, con la labor, que los impulse a defender “ese” trabajo como parte de la vida y la dignidad; yuna legitimación cultural. Es decir, que la recuperación de empresas se haya instalado como parte de un repertorio de acción válido. Que, dentro del repertorio de acciones justificadas socialmente, o al menos presente como un inédito socialmente viable, se encuentre la consigna que han impuesto las y los compañeros de la empresa varias veces recuperada IMPA: “OCUPAR, RESISTIR, PRODUCIR”. Las y los vecinos, los comerciantes del barrio, las familias de las y los trabajadores, las y los técnicos de las instituciones de promoción, las y los dirigentes y militantes políticos, reconozcan a la recuperación de empresas como una acción lícita y hasta heroica. Esto es, que haya un entorno, un clima social, favorable. Además, otras dos condiciones secundarias se deben dar: viabilidad técnica y apoyos institucionales.
Para que se entienda, las y los trabajadores tienen que cometer un delito: ocupar la propiedad privada de la fábrica, para hacer valer su derecho a trabajar dignamente. Es decir, se pone en juego una colisión de normas jurídicas y del no menos importante sentido común: una tensión entre el derecho a trabajar dignamente y el derecho a la propiedad privada de los medios de producción. Para muchas y muchos de nosotros, esta tensión se resuelve desde la idea de “destino universal de los bienes”. La Doctrina Social de la Iglesia ofrece una perspectiva clara: la propiedad privada no es un derecho absoluto. En efecto, como muestra el Papa Francisco en Laudato Si’ y Fratelli Tutti, tomando de San Juan Pablo II, Paulo VI y toda la tradición cristiana, "la tierra fue dada para todos", y cualquier forma de propiedad debe servir al bien común. El destino universal de los bienes significa que la propiedad privada no es un derecho natural prioritario: los recursos existen para garantizar la vida digna de todos. Entonces, la propiedad privada es secundaria y debe facilitar, no bloquear, ese principio. Es decir, como enseñó San Juan Pablo II, "sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social". Cuando las empresas adeudan salarios, cuando las empresas cierran y abandonan trabajadores, ese pacto se rompe.
Un logro inigualable de las Empresas Recuperadas por sus Trabajadores en Argentina, es haber legitimado socialmente (aunque no jurídicamente) la apropiación pacífica de medios de producción, de recursos productivos. En efecto, sin medios materiales (y sin recursos financieros para conseguirlos) no se puede producir. Al menos por ahora, la mayoría de las experiencias de “Economía Popular, Social y Solidaria” no logran legitimar formas adecuadas de apropiación legítima de medios de producción. Las empresas privadas en general son herederas de viejas riquezas o bien, de otras épocas históricas en donde era posible la valorización productiva del capital. Hoy, la valorización casi exclusiva es financiera, con explotación del trabajo y la naturaleza, tanto en los procesos de producción, como en los de circulación, a través del consumo y el endeudamiento.
Analicemos estas condiciones desde la realidad de Textil Com/MoM Sport:
1) ¿Se ha dado la crisis del comando capitalista sobre la producción? Si, claro. Han abandonado la producción.
2) ¿Se ha dado la crisis de alternativas salariales? Si. O al menos en parte, ya que está siempre latiendo la esperanza de que el gobierno provincial se haga cargo de sus reclamos por empleo asalariado.
3) ¿Existe una fuerte identidad con el trabajo? TextilCom comenzó operaciones en 2021 en parte de las instalaciones que ocupaba Yersiplast S.A. (cerrada en 2017 tras 30 años de actividad), contratando principalmente a trabajadores despedidos de otras fábricas textiles como la misma Yersiplast y Tileye (cerrada en 2018). Esta situación genera una baja identificación con la empresa, agravada por el hecho de que los trabajadores con baja antigüedad, acumulan escasas acreencias laborales y,en el sector, las indemnizaciones suelen liquidarse por no más del 40% del monto legal correspondiente.
4) ¿Existe una legitimación cultural sobre la posibilidad de recuperar la fábrica con la autogestión de una cooperativa de trabajo? No, excepto para unas y unos pocos compañeros. La mayoría de la población no sabe qué es una cooperativa de trabajo. La mayoría de las personas piensa que es un grupo que trabaja para el municipio o para alguna otra organización, es decir, se piensa que no es una empresa autónoma. Por otro lado, Catamarca es una de las cuatro provincias que no registra ninguna empresa recuperada en el Registro Nacional de Empresas Recuperadas RENACER. A pesar de eso, podemos conocer la historia de alguna de las que se intentaron. Hagamos memoria.
En el barrio de La Chacarita, Mármoles Andinos comenzó en 1982 como una empresa familiar hasta que, en 2006, su dueño Luis Oscar Segura la cedió a sus ocho empleados. Tras un inicio como sociedad de hecho, quedaron solo cuatro trabajadores, quienes lograron trasladarse al local actual, con un subsidio estatal. Aunque mantuvieron la actividad, tuvieron que disolver la sociedad por sus altos costos y continúan tres miembros bajo la inscripción de uno de ellos.
En el Parque Industrial de El Pantanillo se encontraba ENCATA, una imprenta flexográfica. En crisis casi permanente, los operarios llegaron a soldar los portones para que los empresarios no se lleven las máquinas. En 2011 es recuperada con apoyo del gobierno nacional y el Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas (MNFR), que le impuso un gerente externo a la cooperativa. Nunca logró consolidarse. La falta de titularidad sobre maquinarias e instalaciones impidieron su reestructuración productiva, sumado a problemas técnicos como la insuficiente potencia eléctrica en el Parque Industrial, llevaron a su fracaso. En 2017, la fábrica fue rematada, cerrando un proceso que, pese al respaldo inicial, no superó las limitaciones estructurales.
En Icaño, la fábrica de calzado San Antonio fue abandonada por ZapaCord S.R.L. en 2005, dejando a los trabajadores con máquinas obsoletas y sin equipos claves, que se llevaron a Córdoba. Los trabajadores, asesorados por la misma empresa, formaron la Cooperativa de Trabajo La Unión, y siguieron dependiendo de la misma empresa para el trabajo a facón, cosiendo piezas sin poder fabricar calzados completos, en un claro fraude laboral. La falta de documentos de traspaso y la tenencia precaria del terreno los mantuvieron en un limbo legal, mientras facturaban exclusivamente para ZapaCord, hasta que, hacia 2016, la cooperativa acumulaba deudas y una baja administrativa por incumplimientos fiscales.
5) Analicemos los dos últimos puntos: la viabilidad técnica y el apoyo institucional.
El tema de la viabilidad tiene dos partes: el problema de la productividad y la competitividad empresaria; y la capacidad de la dirigencia de las y los trabajadores de la fábrica.
El objetivo de una empresa organizada por el capital, es el de maximizar la renta al capital. Esto es “que los números cierren”, con un excedente (una renta productiva) que por lo menos equipare cualquier otra inversión posible. El empresario más poderoso podrá elegir quedarse con los eslabones más rentables de la cadena de producción-consumo. Y a medida que las condiciones externas se ponen más duras, mayor productividad exigirá a las y los trabajadores (como vimos con el caso de TextilCom). A grandes rasgos, el empresario podrá deslocalizar su producción, separando el negocio en partes, y elegir la más rentable y/o el segmento crítico de la producción. Algunos segmentos los tendrá muy cerca, como los de finanzas, desarrollo y diseño, comunicación y marketing, otros los importará, y algunos segmentos serán externalizados a talleres lows cost (cuando no, clandestinos). A veces en empresas propias, otras veces con empresas fantasmas, que no son propietarias de las locaciones ni de las máquinas que usan, solo las disponen preparados siempre para huir hacia una inversión más rentable. Esos son los casos de algunas de las empresas textiles golondrinas que se asentaron en Catamarca. Pero, aunque no fuera este el caso, ¿cómo competir contra rendimientos cercanos al 30% anual en dólares, que genera el mecanismo de la bicicleta financiera (carry trade)? El costo de oportunidad de cualquier inversión productiva es enorme, mucho más si contemplamos la apertura importadora y la caída del consumo interno.
Pero el objetivo de una empresa cooperativa de trabajo no es el de maximizar la ganancia del dueño del capital, sino el de maximizar el beneficio al trabajo, y a largo plazo. En esto la empresa cooperativa de trabajo supera por mucho a la empresa de capital: la viabilidad que busca es la viabilidad plural, es decir, aquella que logra reproducir el ciclo productivo, remunerando el trabajo lo mejor posible. Sin alimentar la voracidad de “patrones” internos ni externos. Se deberá internalizar para la cooperativa los segmentos más rentables y con mayor cantidad de mano de obra, esto es, lograr la máxima integración vertical posible, sin dejar afuera los segmentos de diseño y desarrollo de productos, que son los que mayor margen generan.
Creemos, entonces, que existe viabilidad desde el criterio de productividad plural, para la recuperación de empresas en cooperativas de trabajo.
Claro que se enfrentará un desafío en la reconversión de la dirigencia de trabajadoras y trabajadores. El proceso de autogestión no es sencillo. Los trabajadores asumen roles de dirección, pero enfrentan desafíos: la cultura asalariada, los roles estereotipados de “patrón”, “capataz” y “obrero”, las deudas legales, la falta de financiamiento y la presión de acreedores. El colectivo de trabajadores deberá aprender a manejar los tiempos asamblearios para las decisiones estratégicas, con los tiempos de delegación para las tareas operativas. Esto genera tensiones: resistencia a jerarquías (¿cómo organizarse sin reproducir la figura del "patrón"?); dificultades para sostener la participación activa (fatiga, individualismo).
Y, como se podrá advertir, nada de esto es posible sin una política pública clara de promoción y apoyo firme, desde la construcción de flujos de comunicación que valoricen la gestión cooperativa, la acumulación social sobre los beneficios sociales de la entrega en comodato de medios de producción a cooperativas de trabajadores, y la consolidación de normativas que habiliten estos procesos definitivamente. En ese sentido, hoy no existe ninguna viabilidad de apoyo estatal. La postura de los funcionarios nacionales y provinciales es la aceptación de que hoy rige un nuevo “paradigma”, basado en una supuesta meritocracia del emprendedor, del empresariado capitalista, del poder del dinero y la relación subalterna de las y los trabajadores.
Final abierto
La recuperación de empresas puede ser una respuesta política de las y los trabajadores a la crisis de la producción capitalista, donde el abandono patronal los obliga a autoorganizarse. No es solo una solución económica, es fundamentalmente un proceso político y cultural que cuestiona la propiedad privada absoluta de los medios de producción y la lógica del lucro (la obtención de excedentes extraordinarios a costa de explotación de la naturaleza interna -el trabajo- y la naturaleza externa -el ambiente-).A pesar de los desafíos, estas experiencias muestran en todo el mundo, que otra forma de producir es posible.
Frente a todo esto: ¿Qué política pública debe impulsar el Estado para garantizar que los medios de producción cumplan su función social, incluso limitando la propiedad privada cuando ésta abandona su responsabilidad productiva? Esa es, queridos lectores, la pregunta correcta.
(*) Miembro del Partido Solidario PSOL Catamarca