En el brete. El peronismo de Catamarca concurrirá a las elecciones con el sello "Fuerza Patria".
La decisión de jugar con el sello “Fuerza Patria” le carga al peronismo catamarqueño riesgos adicionales en la elección más compleja que enfrenta desde que se hizo con el Gobierno. El nombre fue impuesto desde el PJ nacional capturado por el kirchnerismo bonaerense.
Su adopción en la provincia no tiene más argumento que la necesidad de conjurar una eventual escisión de los sectores locales afines a esa facción, pero una vez lanzada la alianza comenzaron a hacerse más patentes los peligros que entraña.
No se trata solo del inconveniente de complicarse con un kirchnerismo en evidente declinación a nivel nacional y exponerse a la contaminación de las alternativas que signan la emponzoñada interna que libran la expresidenta Cristina Kirchner y su hijo Máximo contra el gobernador Axel Kicillof, con el sinuoso Sergio Massa tratando de sacar tajada como mediador.
El peronismo de Catamarca se sometió a estrategias diseñadas por el devaluado kirchnerismo de Buenos Aires El peronismo de Catamarca se sometió a estrategias diseñadas por el devaluado kirchnerismo de Buenos Aires
Hay algo más inquietante todavía: tener que asimilar el impacto de una eventual derrota de los artífices de “Fuerza Patria” a manos de La Libertad Avanza en las provinciales de Buenos Aires que se celebrarán el 7 de septiembre.
El peronismo de Catamarca se ha colocado en la posición de rehén de las agrupaciones metropolitanas.
El capital político amasado a lo largo de14 años se apuesta en un tapete complicado en el orden estrictamente provincial.
Opera sobre el electorado un desgaste lógico, cuya gravitación podría acentuarse si no se diseña una oferta con el atractivo necesario para compensar vacancias significativas en las boletas. Por primera vez desde 2015 no estará en el voto alguna de las tres figuras con mayor tracción, nivel de conocimiento e influencia para unificar a todas las tribus. Ni Raúl Jalil, ni Gustavo Saadi ni Lucía Corpacci serán candidatos.
Esto, en un contexto marcado por la irrupción del fenómeno Javier Milei, que ha reconfigurado todo el espectro opositor.
Como si las incertidumbres locales no fueran suficientes, los jerarcas peronistas se avienen a sumarles las de Buenos Aires, asociándose al kirchnerismo en descomposición. Es extraño, porque la opinión preponderante hasta no hace un mes era que convenía reforzar la identidad provincial del oficialismo para tratar de sustraerlo a los sacudones del área metropolitana.
¿Qué penetración tendría en Catamarca una derrota del kirchnerismo bonaerense? Para colmo, los resultados de ese litigio se darán con los candidatos catamarqueños ya en la cancha, con la campaña acelerando hacia el desenlace.
La Libertad Avanza usará la elección bonaerense como insumo para tratar de potenciarse en el resto del país, incluso si pierde. La elección será muy reñida y se librará en ocho secciones, habrá lecturas para todos los gustos. Los libertarios estarán en condiciones de capitalizar las que les convengan. ¿Qué provecho sacará del peronismo catamarqueño?
El pacto entre La Cámpora y Kicillof es hijo de la desesperación y su desempeño se ve comprometido ahora por el estallido de Juan Grabois en contra de Massa por las candidaturas a diputados nacionales. Patria Grande, el partido de Grabois, amenaza con presentarse por afuera de Fuerza Patria.
Grabois, un kirchnerista paladar negro, corcovea contra las maniobras de la cúpula bonaerense. El peronismo de Catamarca, en cambio, se somete mansamente a añadir a su calendario electoral otra fecha para las angustias además de las formales: 7 de septiembre.
Cautivos por voluntad propia, peones de estrategias ajenas.