Grave. los encargados de la litífera Zijin-Liex intentaron impedir el ingreso de una inspección de minería.
La metástasis del conflicto laboral en la litífera china Zijin-Liex descubrió unas prerrogativas más bien insólitas que la firma pretende retener frente a la decisión del intendente de Fiambalá, Raúl Úsqueda, de profundizar el monitoreo de su desempeño en el proyecto Tres Quebradas, que está cerca de entrar en producción.
Conductas que podían considerarse aisladas e intrascendentes cobraron inquietantes alcances el viernes, cuando los encargados de la empresa les negaron el ingreso a la planta a inspectores enviados por el Ministerio de Minería, quienes debieron recurrir a la fuerza pública para poder entrar a hacer su trabajo.
El incidente fue lo suficientemente grave como para que los inspectores lo asentaran en el acta de fiscalización junto a la actitud reticente y hostil de los inspeccionados. No es para menos: una corporación de capitales extranjeros pretendió sustraerse al poder de policía provincial, atribuyéndole a la geografía asignada por concesión del Estado una especie de rango diplomático similar al de una embajada.
Que semejante desacato no haya precipitado hasta ahora reacciones más enérgicas por parte de las autoridades provinciales no sorprende, pues las genuflexiones oficiales inducen en los chinos la suposición de que pueden hacer en Fiambalá lo que se les antoje.
El episodio se concatena con unos desesperados esfuerzos para que los fiambalenses se adapten a la cultura china y puedan así ser admitidos por los orientales, quienes tendrían una incapacidad genética para incorporar elementos ajenos a su acervo. Deben ser secuelas de la célebre “Revolución Cultural” de Mao.
Con el pretexto de las diferencias culturales, la litífera china Zijin-Liex obtiene insólitas concesiones del Estado catamarqueño
Entre estas humillantes amabilidades se destaca la iniciativa de enseñar chino a los agentes de tránsito fiambalenses "para mantener una comunicación fluida e interactuar ante las eventualidades que se generan en el orden de transitabilidad dentro del distrito".
Como los chinos son reacios a aprender castellano, deben los fiambalenses aprender chino para cobrarles las multas y facilitar los controles de alcoholemia. Por ahí el recurso tiene éxito y en Catamarca comienzan a proliferar conductores extranjeros que no entienden el idioma.
El director de Inspección Laboral, Diego Romero, informó por su parte que, debido al “choque cultural”, al Gobierno “les está llevando mucho trabajo” implementar las condiciones laborales que se aplican en otras mineras como los sistemas de roster de trabajo de 14x14, por ejemplo.
"Estuvimos trabajando mucho en cuestiones de la alimentación y de costumbres, que por ahí obviamente no eran las mismas nuestras y generaban una disconformidad por parte de los trabajadores", dijo.
Cuántas consideraciones. Con el pretexto de las divergencias culturales, la colonia china de Fiambalá se permite apartarse de normativas que van desde el tránsito hasta lo laboral. Hay inversiones chinas en todo el mundo, pero solo en Catamarca ocurre este tipo de disparates.
Para las autoridades es más razonable exigirles a los fiambalenses que adopten los usos y costumbres chinos que requerirles a los gerentes de Zijin-Liex una gestión tendiente a insertar la empresa en la comunidad donde trabaja.
La prepotencia china fue parida por los más obsecuentes que permisivos procederes del Gobierno y la exintendenta Roxana Paulón, que asumieron desde el principio las inversiones y limosnas de Zijin-Liex y las corporaciones en general como concesiones que deben agradecerse.
¿No será al revés? ¿No será que los chinos tienen que agradecer las facilidades que se les otorgan para hacer millonadas con la explotación del litio?
Es una pena que el clima andino no lo permita. Si fuera por las autoridades catamarqueñas, los viñedos tinogasteños se reemplazarían por arrozales con tal de que a los chinos no les entren añoranzas.