La limpieza urbana y la responsabilidad compartida
La Municipalidad de la Capital realiza un esfuerzo notable y cotidiano para mantener limpias las calles y los espacios públicos. Como lo señala un informe de El Ancasti publicado ayer, a diario, alrededor de dos mil trabajadores municipales recorren la ciudad para garantizar la higiene urbana. El despliegue incluye no solo la recolección diaria en horarios y lugares predeterminados, sino también operativos adicionales con camiones y máquinas cargadoras para retirar los desperdicios que vecinos desaprensivos arrojan en sitios prohibidos y fuera de los horarios establecidos.
La higiene de la ciudad no puede depender únicamente de la Municipalidad. Es, ante todo, una responsabilidad compartida. La higiene de la ciudad no puede depender únicamente de la Municipalidad. Es, ante todo, una responsabilidad compartida.
Ese trabajo, que demanda recursos humanos y materiales considerables, se ve permanentemente condicionado por la falta de colaboración de una porción importante de los propios vecinos. No son pocos los que tiran residuos en la vía pública, generando volcaderos improvisados o microbasurales que se localizan siempre en los mismos puntos de la ciudad. Lo hacen aun cuando conocen los horarios de recolección y los lugares donde corresponde depositar la basura. Resulta inaudito que, con la información disponible y con la infraestructura desplegada, persista esa práctica dañina que degrada el ambiente urbano.
El titular de Servicios Públicos de la Capital, Martín Barrionuevo, recordó que al inicio de la actual gestión se habían detectado nada menos que 48 focos de microbasurales solo en el barrio Eva Perón, situado en el sector norte de la ciudad. Tras años de operativos y un trabajo sostenido, esa cifra se redujo a siete. La mejora es innegable, pero también lo es la persistencia de la mala costumbre en distintos barrios de San Fernando del Valle de Catamarca, de todos los puntos cardinales, donde el descuido y la indiferencia de algunos vecinos se imponen sobre el esfuerzo colectivo.
La falta de higiene por la presencia de basura, hasta que los operarios comunales la recogen, se observa no solamente en calles y veredas sino también en otros espacios públicos, como plazas o incluso circuitos turísticos aledaños a la trama urbana, como el dique El Jumeal y alrededores.
La higiene de la ciudad no puede depender únicamente de la Municipalidad. Es, ante todo, una responsabilidad compartida. La limpieza urbana no se logra si una parte de la comunidad trabaja para mantenerla y otra se empeña en ensuciarla. Por eso resulta fundamental intensificar las campañas de concientización vecinal sobre la adecuada gestión de los residuos.
Y es igualmente importante que la cuestión se aborde en las escuelas. La formación de hábitos de higiene urbana desde la niñez puede ser decisiva: los chicos, aprendiendo buenas prácticas, no solo las incorporan para sí, sino que pueden transmitirlas a sus mayores. Una ciudad limpia empieza en el compromiso individual y se sostiene en la educación colectiva.n