martes 23 de septiembre de 2025
PENSAMIENTOS LIBRES

Ser duda

Por Agustín Lagos

La imparcialidad de la perspectiva. Mientras sigamos insistiendo en que hay una verdad absoluta seguiremos en guerra, los unos con los otros y con nosotros mismos. Cada observador ve una realidad diferente, cada uno tiene su verdad. ¿Y por qué una va a ser más válida que otra? Algunos dirán que por mayoría, aunque ya el sistema democrático dejó bien claro que una vez elegido por la mayoría, el individuo vuelve a enfocarse en su verdad, una vez que la masa determina que alguien es mejor o más idóneo para un puesto, esta persona queda eximido de hacer lo que dice la mayoría, y como la mayoría lo eligió toleran que aplique su verdad en la realidad de todos. Al menos esto ocurre al comienzo de un mandato, también hay veces que la mayoría cambia de parecer. Hasta el día de hoy las religiones siguen disputándose el dominio de la verdad. Cuando una verdad es tomada como cierta por un grupo grande de gente esta verdad comienza a disponer de poder. Y hasta hay quienes creen que esto la hace más verdad que una verdad que solo creen una o dos personas. Para mi es al contrario, porque una verdad de muchos en realidad es una verdad que se toma de otro, las religiones justamente usan esto, postulan una verdad y la dan como única y cierta, por eso están llenos de enemigos. Porque cuando alguien determina que algo es verdad el resto de los individuos que piensan diferente pueden sentir amenazadas sus propias verdades, de este modo nunca estaremos en paz.

Yo imagino que una solución puede venir del dudaísmo, no sé si existe tal cosa, pero se puede crear. El dudaísmo que propongo, es una corriente ideológica (aunque lo dudo) que postula la duda ante la verdad. Ante la propia y la ajena. Si yo dudo de mi verdad, nunca puedo estar en contra de la verdad ajena (de la que también dudo), el tema es que hay una idea ya instalada culturalmente en la sociedad que hay que tener una verdad. Y esto no sirve de mucho primero porque las verdades absolutas también mutan, y nunca una verdad es aceptada absolutamente por todas las personas como verdad (aunque realmente no lo sé). Parecería que tenemos miedo a no tener una verdad en la cual anclar nuestros pensamientos y acciones, aunque muchas veces vamos en contra de nuestra propia verdad. Defendemos a capa y espada verdades que tenemos instaladas en nuestra idea de ser, pero si uno se corre un poco para darse cuenta que es ridículo que de las millones de verdades existentes la nuestra es la real. En realidad es real para nosotros, y creo que esto sucede porque la verdad es una construcción del observador, obviamente influenciado por su entorno y sus experiencias. Pero me detengo a pensar ¿Justo yo me crié en un entorno y tuve las experiencias necesarias para saber la verdad sobre algo?

Pensar que entre las millones y millones de verdades justa la mía es más cierta que las demás es hasta casi cómico de lo ridículo. También me abro a la posibilidad de que tal vez nadie sabe la verdad, y todos estamos equivocados en algo que creemos verdad y no lo es. Hasta donde yo sé, me da la sensación que cuando Sócrates dijo “solo sé que no se nada” estaba presentando al universo la idea que nos puede salvar como humanidad: abrirse a la duda. ¿Cuál es el límite? La verdad del otro, de la que también puedo dudar pero al mismo tiempo respetar. Si una verdad necesita violar la verdad ajena ya rompe con la duda, imponer una verdad de manera verbal o física va en contra del espacio de paz que propone la duda. Dudar no significa paralizarse y no hacer nada, siempre vamos a seguir haciendo cosas que creemos mejor para nuestro bienestar y subsistencia. La duda lo que nos dice que hagamos lo que creemos mejor, pero no cerremos la puerta a la posibilidad de que porque nosotros creamos que eso se hace de tal o cual manera esa es la mejor para todos, tal vez es la mejor para uno mismo, tal vez no (nosotros también cambiamos). La duda es respeto por el otro, si no estoy casado con ninguna idea, las ideas ajenas nunca serán un problema (siempre y cuando la idea no necesite rebajar de alguna manera a las demás). Yo dudo de que la verdad es que no hay que comer carne, pero puedo no comerla sin agredir la verdad ajena o imponerla ante ninguna. El límite es el espacio que es el otro. Yo no sé si lo que yo creo es verdad, sin embargo dejarlo abierto a la duda no me impide utilizarlo como referencia para la vida. Actuar según la verdad que uno cree mejor pero sin cerrarse a que tal vez no sea verdad para los demás. Todo el mundo quiere tener razón. Y todo el mundo la tiene. Siempre dentro de su verdad, el problema es cuando queremos que nuestra razón, que se basa en una verdad diferente de la persona que tengo en frente, sea más verdadera que la razón del otro. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar que todos tenemos razón? Porque así estamos programados: para que nuestra verdad sea cierta las otras deben ser falsas, porque si alguna verdad que esta fuera de la nuestra es cierta creemos que eso hace que nuestra verdad no lo sea.-

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