miércoles 4 de diciembre de 2024
Editorial

Una luz para iluminar las luchas actuales

Una justa reivindicación histórica recibió el catamarqueño Antonio Taire, asesinado en 1920 en medio de una huelga estudiantil. Es que, en su homenaje, la Legislatura provincial aprobó una ley que establece, en honor a su martirio, cada 6 de agosto el Día Provincial del Estudiantado Secundario.

La ley establece que las autoridades deberán promover, en esa jornada del año, actividades de reflexión de Antonio Taire, y al mismo tiempo de información y concientización acerca de los derechos estudiantiles.

La iniciativa de la norma le corresponde a la diputada del Partido Intransigente Adriana Díaz, que contó, para la elaboración del proyecto, con al aporte del periodista y escritor Carlos Gallo, quien rescató del olvido la historia de Taire a través del libro en el que narra su historia.

Taire fue asesinado por su participación activa en una huelga estudiantil en varias escuelas de la Capital y Valle Viejo, reclamando cambios en la rígida educación tradicional, y en especial por episodios de malos tratos verificados en la Escuela Normal de Maestras. Catamarca, como toda la Argentina, vivía entonces un clima de rebelión estudiantil ante un modelo educativo autoritario, enciclopedista y excluyente. La reforma universitaria ocurrida dos años antes a nivel nacional se había convertido en un hito histórico de ampliación de los márgenes de la democracia en el diseño y funcionamiento de la educación pública. Y Taire, alumno de cuarto año de la Escuela Regional, presidente del centro de estudiantes de esa escuela y director del periódico “La Voz del Estudiante”, fue uno de los principales difusores e impulsores de esas ideas reformistas en la provincia.

La reivindicación de Taire y las luchas estudiantiles, histórica primero, a través del libro de Gallo, e institucional después, gracias a la ley que ya tiene vigencia por iniciativa de Díaz, no es solo un justo homenaje, sino además una oportunidad para reflexionar sobre el aporte de los estudiantes como protagonistas, junto a otros actores del sistema, en el inevitable y fructífero proceso de democratización educativa.

Es imposible no trazar vínculos entre aquellas luchas de hace poco más de un siglo y las de la actualidad. Hoy, la amenaza a la educación universitaria adquiere la forma del desfinanciamiento promovido desde el Gobierno nacional. El ajuste constituye una severa restricción a la calidad de la educación pública –no exclusivamente a la del nivel superior-, pero también incluso a su propia subsistencia tal como ha sido concebida en su función social en el último siglo.

La envergadura de la amenaza es la que ha motivado que los distintos claustros, entre ellos, y tal vez principalmente, el estudiantil, decidiera cuestionar el ajuste con una serie de reclamos públicos.

La figura y el ejemplo de Taire, que a pesar de su juventud demostró empatía con sus compañeros –una virtud que no abunda últimamente- y su compromiso con las luchas para mejorar la educación y hacerla más democrática, arrojarán seguramente mucha luz para iluminar las justas reivindicaciones actuales.

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