miércoles 7 de mayo de 2025
Editorial

Una estrategia condenada al fracaso

No sorprende pero sí preocupa. Argentina registró un pronunciado deterioro de la libertad de prensa desde la asunción de Javier Milei como presidente de la Nación. Según el nuevo informe presentado por la organización Reporteros Sin Fronteras, nuestro país cayó 21 posiciones respecto del año anterior para quedar rankeado en el puesto 87 sobre 180 países. Ya había caído 26 lugares en 2024, respecto de 2023. A nivel mundial, los únicos países que retrocedieron más que Argentina este año fueron Samoa (22 puestos) y Kirguistán (24).

El informe menciona sin ambages al propio Milei como el principal responsable de este deterioro. “Ha estigmatizado a los periodistas, desmantelado medios públicos y utilizado la pauta oficial como herramienta de presión política”.

La actitud hostil de Milei, funcionarios de su gobierno y seguidores hacia la prensa es recurrente, y también ha merecido condenas de otras organizaciones, como la Sociedad Interamericana de Prensa, ADEPA y FOPEA. Esta última alertó la semana pasada sobre 179 agresiones contra la prensa durante 2024, un aumento del 53% respecto al año anterior. El propio Milei acumuló 56 episodios en un solo año. Se contabilizan agresiones verbales, discursos estigmatizantes y trabas al acceso a la información pública.

Lo que queda claro es que los ataques de Milei al periodismo no son esporádicos o resultantes de exabruptos, sino una estrategia cuidadosamente planificada. Lo que queda claro es que los ataques de Milei al periodismo no son esporádicos o resultantes de exabruptos, sino una estrategia cuidadosamente planificada.

El presidente argentino ha dicho en reiteradas oportunidades “no odiamos suficiente a los periodistas”. Para el primer mandatario, la gran mayoría de los periodistas argentinos “miente, opera, difama y no pide disculpas”. Detrás de cada mensaje suyo contra comunicadoras y comunicadores se mueve un ejército de seguidores en redes sociales, particularmente X, que reproduce y sube la apuesta presidencial. El viernes pasado, Daniel Parisini, alias "Gordo Dan", un influencer que no tiene cargo en el gobierno pero sí un respaldo político de Milei en cada una de sus expresiones o acciones, pidió meter presos, sin más argumento que discrepancias con la línea editorial que profesan, a Baby Etchecopar, Gabriel Levinas y Luis Novaresio.

El Gobierno quiere identificar al periodismo como una “casta” execrable y digna de todo repudio. A esa empresa se suman incluso funcionarios que deberían estar preocupados más por las responsabilidades que deben afrontar que en denigrar a la profesión periodística. El propio ministro Luis Caputo, que tiene enormes dificultades en su área de competencia, opinó hace algunos días que “el periodismo es una profesión que tiende a desaparecer”.

Lo que queda claro es que no se trata de ataques esporádicos o resultantes de exabruptos, sino una estrategia cuidadosamente planificada que va en línea con pensamientos y actitudes de otros mandatarios o ex mandatarios de derecha o extrema derecha, como Donald Trump, Jair Bolsonaro o Georgia Meloni. El objetivo de desacreditar desde lo más alto del poder al periodismo que, fiel al rol que le cabe en la sociedad, tiene una mirada crítica de la realidad, es, en una sociedad democrática, un plan condenado al fracaso.

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