Paralización
de la obra pública. El daño más evidente y más peligroso es el
que se advierte en las rutas nacionales.
El equilibrio fiscal, que el gobierno de Javier Milei exhibe como su gran logro macroeconómico, tiene como uno de sus puntales principales la casi total paralización de la obra pública. Un informe recientemente publicado da cuenta de que el costo de esta resignación de uno de los roles fundamentales del Estado es muchísimo mayor en el largo plazo que el beneficio actual, un precio que más temprano que tarde el país tendrá que pagar.
El estudio fue elaborado por la Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO) y ofrece cifras contundentes: para reconstruir la infraestructura deteriorada por la inacción del gobierno se necesitarán 1.4 billones de dólares. Es decir, alrededor de dos veces y medio el Producto Bruto Interno de la Argentina.
Si no se realizan las obras de construcción necesarias en rutas, redes de agua, hospitales, escuelas y puentes, por ejemplo, cada año la infraestructura pública del país pierde valor a razón de 25 mil millones de dólares. La cifra escala mucho más si tampoco se ejecutan las tareas de mantenimiento de la infraestructura pública ya existente. El informe de CAMARCO añade una aseveración inquietante: “Cuando el mantenimiento mínimo exigido por cada tipo de obra tampoco se realiza, ese deterioro se acelera de forma exponencial, generando un daño que no se mide solo en números, sino también en vidas y productividad”.
Según el informe, para reconstruir la infraestructura deteriorada por la inacción del gobierno se necesitarán 1.4 billones de dólares. Según el informe, para reconstruir la infraestructura deteriorada por la inacción del gobierno se necesitarán 1.4 billones de dólares.
El estudio explica: "Ese stock de capital del país se deprecia a lo largo de la vida útil y debe ser reemplazado, para mantener la competitividad del país. Para la nueva construcción, debe erogarse el Valor de Reposición del bien. Aunque se realice un adecuado mantenimiento, el bien se deprecia por el paso del tiempo, hasta llegar al fin de su vida útil. A cada momento hasta entonces mantiene un Valor Actual o Remanente, neto de Depreciación. Según su estado, puede estimarse una Vida Útil Remanente".
El trabajo da cuenta de cómo se llega a las cifras mencionadas: el Valor de Reposición del Capital de Infraestructura de uso público en el país se estima en 2,56 veces el PBI, en tanto el Valor Actual de la Infraestructura de uso público en el país, depreciada se calcula 1,14 veces el PBI.
El daño más evidente y más peligroso es el que se advierte en las rutas nacionales. El secretario gremial de la Federación del Personal de Vialidad Nacional, Fabián Cattanzaro, alerta que de los aproximadamente 40.000 kilómetros que componen la red vial nacional, 25.000 kilómetros están en mal estado.
Los profesionales de Vialidad tienen también sus propios cálculos respecto del costo que se deberá pagar por los ahorros de hoy: “Cada peso que no se invierte en mantenimiento, después cuesta entre tres y cinco veces más en rehabilitación”, señalan en la repartición nacional.
El ajuste denota una falta de visión hacia el futuro. La planificación e inversión estatal en la construcción y mantenimiento de la infraestructura pública es clave para el desarrollo productivo y social, y no hay país que pueda renunciar a esa responsabilidad.
Además, la obra pública es dinamizadora de la economía, genera puestos de trabajo, producción e industria nacional. Su ausencia provoca recesión, despidos y el cierre de empresas.
La priorización del equilibrio fiscal a costa de la inversión en desarrollo económico productivo es señal de improvisación para mostrar resultados en el corto plazo y de ausencia de una mirada estratégica. No gastar más de lo que ingresa es responsabilidad fiscal, pero no puede lograrse hipotecando el futuro de una Nación.