En junio de 1998, Carlos Menem contó en el programa “Hora Clave” que estaba leyendo el libro “Homo videns- La sociedad teledirigida”, del filósofo italiano Giovanni Sartori, y explicó su liderazgo como emergente de una nueva era en la que el “homo sapiens”, formado por el lenguaje verbal y la escritura, era suplantado por el “homo videns”, formado por la exposición intensa y sistemática a las imágenes televisivas. Genio y figura, el entonces Presidente destacaba así su sagacidad como intérprete de la sociedad al mismo tiempo que se legitimaba con lecturas tan profundas frente a la intelectual mirada del doctor Mariano Grondona.
El libro de Sartori, sin embargo, advertía sobre una degradación.
Configurada por la imagen, la cabeza del “homo videns” perdía la capacidad de abstracción propia del lenguaje oral y escrito y con ella la competencia para desarrollar procesos cognitivos complejos propia del “homo sapiens”.
El avance de internet recién se iniciaba, la explosión de las redes sociales sobrevendría recién una década más tarde. Es interesante cómo los conceptos del pensador italiano pueden aplicarse para intentar comprender la actualidad ganada por la dinámica de lo virtual.
El caso es que hace por lo menos 30 años ya se reflexionaba sobre los peligros que incubaba para la especie el retroceso de la capacidad de abstracción. Numerosos sectores, incluida la política, tomaron debida nota del fenómeno para adaptarse. Lamentablemente no parece haberlo hecho el teóricamente dedicado a la educación.
El derrumbe
Un estudio del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE), realizado en 2019 –antes de la pandemia- para la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de la UNESCO, evaluó el desempeño en Lengua, Matemáticas y Ciencias Sociales de estudiantes de 3° y 6° grado de 16 países de la región. La Argentina se ubicó por debajo del promedio regional en cuatro de las cinco evaluaciones.
En tercer grado, solo 48,9% de los alumnos alcanzó un rendimiento básico en Matemáticas, mientras que en Lengua solo el 46% rindió en el nivel 1. Los estudiantes de sexto grado, en tanto, llegaron al promedio general en lectura, pero quedaron siete puntos debajo de la media regional en Matemáticas.
Las pruebas Aprender sobre el ciclo primario concluido el año pasado expusieron la persistencia del problema. Solo 45 de cada 100 alumnos terminaron la etapa con los conocimientos suficientes en Lengua y Matemática en la Argentina. Los resultados son peores que el ciclo 2011-2016 (46%) y 2016-2021 (50%).
En este desplome general de la calidad educativa, Catamarca estuvo 11 puntos por debajo del mediocre promedio nacional junto a Santiago del Estero, San Juan y Chaco: solo el 34% de los alumnos primarios terminó los seis años de formación inicial con conocimientos satisfactorios en Lengua y Matemáticas.
Esto es: el 66% de los estudiantes catamarqueños entró al secundario este año munido de herramientas defectuosas para incorporar nuevos conocimientos y competencias, con sus capacidades de abstracción y desarrollo de procesos cognitivos complejos mellados.
Proyección
La falla en los cimientos que se proyecta dramáticamente hacia la educación superior.
En septiembre de 2022, en la pospandemia, la Universidad Nacional de Catamarca informó que la mitad de sus ingresantes habían desertado, la mayoría debido a deficiencias en su formación de base.
“El ingreso fue mayor que años anteriores, porque en los dos años de pandemia no intentaron acceder y este año aumentó la matrícula, pero también sabíamos que los dos años de pandemia habían impactado en la formación y nivel de los chicos en secundario, que ya era malo en general. Lo que estamos viendo es que en el primer cuatrimestre muchos chicos no alcanzaron para regularizar las materias. Tenemos un nivel de desaprobación importante y no son tantos los que siguen intentando”, dijo el rector, Oscar Arellano.
“El 50% de los chicos no pasó los primeros exámenes. En la deserción del primer año hablamos del 30% pero ahora estamos hablando de que el 50% no alcanzó y no pudo aprobar y regularizar. Se visualiza que este año es un año difícil, nos hace pensar en cursos de nivelación”, añadió.
Los resultados obtenidos por los alumnos primarios catamarqueños en las pruebas Aprender de 2021 habían sido pésimos.
En Matemáticas se había registrado una caída de 2,6 puntos desde 2018: de 42,5%, el índice bajó a 39,9.
En Lengua había sido peor, casi 22 puntos menos: el 65,6% en 2018 a 43,9 en 2021.
El promedio nacional era entonces de 54,8% en Matemática y 56% en Lengua. Los chicos catamarqueños habían quedado 15 y 12 puntos atrás, respectivamente.
Dos años después, la Provincia sigue en el fondo de la tabla.
Secuencia nefasta
Se eslabona una secuencia nefasta. La formación defectuosa del primario afecta el desempeño en el secundario y finalmente rezaga en la educación terciaria y universitaria.
El fenómeno afecta particularmente a los alumnos pobres, de modo que el sistema educativo se transforma en un engranaje más de la exclusión: hay que tener recursos para acceder a educación de calidad y esa calidad se establece en función de referencias paupérrimas como las de las pruebas Aprender. Se configura una escena en la que hay que pagar hasta para aprender a hacer operaciones matemáticas elementales y a leer y escribir.
Este drama se despliega de modo ostensible desde hace por lo menos dos décadas. Ninguna de las cinco gestiones gubernamentales que se sucedieron en el período ha acertado siquiera a detenerlo, tampoco lo ha abordado como prioritario.
Catamarca, para no perder la costumbre, ofrece otra peculiaridad: en términos relativos, cuenta con más docentes disponibles que el resto del país en relación con su matrícula. Mientras que la media nacional de alumnos primarios por cargo docente es de 11,6, en Catamarca es de 6,5.
Que tal ventaja no se traduzca en mejores indicadores de calidad educativa ha de obedecer a algún arcano de las ciencias pedagógicas que el Ministerio de Educación no explica. O quizás se trate de que, aunque los cargos docentes sean muchos, los que están efectivamente al frente de las aulas no alcanzan para garantizar una formación aceptable.
Mientras tanto, el discurso oficial se envanece en el potencial que representan las millonadas de las inversiones mineras, las erogaciones destinadas a obras públicas, la afluencia turística, los aumentos salariales, los programas de reintegros al consumo.
Grandes éxitos, por supuesto. Lástima que se exhiban sobre el telón de fondo de la ignorancia construida por la indiferencia.
El 66% de la promoción primaria 2023 catamarqueña terminó menos diez en Matemática y Lengua.
A ver si alguien se anima a calcular cuánto litio será necesario para revertir tamaño fracaso.