lunes 12 de mayo de 2025
Editorial

Entender para poder contar

Uno de los muchos beneficios que tiene la Educación Sexual Integral (ESI) es que ayuda a niños, niñas y adolescentes a reconocer, primero, y a animarse a contar después, que han sido víctimas de abusos. Los casos de chicos y chicas que han revelado el calvario que pasaban luego de clases de ESI se multiplican a lo largo y ancho del país, y pasan a engrosar estadísticas que son un argumento contundente para los que pretenden impedir que los alumnos de todos los niveles escolares accedan a ese derecho.

El último caso conocido ocurrió en Tucumán. Una nena de tres años contó en una clase de ESI que era abusada por su padre. La escuela, como indican los protocolos de actuación en estos casos, hizo la denuncia correspondiente ante la Unidad Capital de Trata de Personas y Violencia de Género de Tucumán, que comenzó una investigación para corroborar la existencia de un delito. Se ordenó un allanamiento y, luego de la recolección de pruebas, la Justicia ordenó la exclusión del hogar del padre de la niña y otras medidas que implican restricción de acercamiento a la presunta víctima. La madre fue designada tutora temporal de la niña.

Tiempo atrás se vivió un caso similar en Rosario de la Frontera, Salta, cuando una niña se animó a contar en una clase de ESI que era abusada por el abuelo materno.

Un informe del Ministerio Público Tutelar de la Ciudad de Buenos Aires consignó que entre el 70 y el 80% de los niños, niñas y adolescentes de entre 12 y 14 años que pasaron por la Sala de Entrevistas Especializada del organismo pudieron comprender que fueron abusados después de recibir clases de Educación Sexual Integral.

La ESI ayuda a niños, niñas y adolescentes a reconocer, primero, y a animarse a contar después, que han sido víctimas de abusos. La ESI ayuda a niños, niñas y adolescentes a reconocer, primero, y a animarse a contar después, que han sido víctimas de abusos.

La Ley de Educación Sexual Integral fue aprobada por la Ley Nacional 26150 en el año 2006. Desde entonces, este programa, que aborda en las escuelas la sexualidad desde los derechos humanos y la perspectiva de género, se viene aplicando de un modo irregular en las escuelas, en muchos casos por la presión de grupos retrógrados. Pero en aquellos establecimientos educativos en donde se dictan clases de ESI, los chicos y chicas han aprendido no solamente a conocer su propio cuerpo, sus derechos sobre él y qué es la sexualidad, sino también a reconocer abusos, comportamientos inapropiados y situaciones de riesgo, y a pedir ayuda en caso de que fuera necesario.

La ESI, además, fomenta el respeto hacia las distintas identidades y orientaciones sexuales y promueve la no discriminación por razones de género.

Si antes eran grupos retrógrados los que operaban para que la Ley de ESI no se cumpla, ahora se ha sumado en esa campaña inaceptable el propio Gobierno Nacional. Es preciso que la sociedad en su conjunto tome conciencia de la importancia de la Educación Sexual, tanto para que los chicos conozcan su cuerpo, como para que aprendan a respetar a las diversidades y, sobre todo, entiendan cuando alguna persona mayor intenta cometer un abuso.

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