martes 19 de marzo de 2024
Cara y Cruz

Escapadita a Fiambalá

La agenda de Fernández se armó a las apuradas. No anunció nada y se negó a hablar con la prensa.

Dicho y hecho. El fugaz desembarco del presidente Alberto Fernández en Catamarca, el martes, fue aún menos importante de lo que se esperaba el día anterior. La visita se confirmó el lunes a la mañana y allí se empezó a armar, contrarreloj, una agenda bien acotada, porque no había ninguna obra para inaugurar en la provincia ni tampoco estaban previstos anuncios. Tampoco había algún encuentro de gobernadores del Norte pendiente o solo con el gobernador Raúl Jalil. Ni siquiera un acto político por alguna fecha olvidada de la liturgia peronista. Nada de eso. El Presidente, sencillamente, necesitaba escapar de Buenos Aires por algunas horas, tomar aire después de haber descabezado sin miramientos y en forma compulsiva a algunos de sus colaboradores más cercanos, como Gustavo Béliz, para ceder paso a Sergio Massa en el superministerio de Economía que armó como exigencia para intentar un salvataje del gobierno y de un país sumido en la pobreza y la desazón.

Entonces este Presidente, que hoy más que nunca quedó en un segundo plano, bastardeado por la vice Cristina Kirchner y opacado por Massa -cuya asunción ayer fue un verdadero show político con invitados especiales y un montaje generoso en espectacularidad, más que un acto oficial de recambio de funcionarios-, pidió asilo por un rato en una provincia donde siempre lo trataron bien. De hecho, en tres años de mandato vino cuatro veces, sin contar la visita previa a su juramento al frente del sillón de Rivadavia.

Aún así, no quería quedarse en San Fernando del Valle, sino en algún recóndito lugar del interior provincial donde hubiera “algo” para ver o hacer. La agenda de emergencia puso a Fiambalá como punto de desembarco, con un proyecto minero en marcha y una obra turística reciente: el predio de Tres Quebradas, donde la empresa china Zijin Mining construye la planta de carbonato de litio, y el hotel Abaucán, propiedad del grupo que explota el Hotel Casino. El avión presidencial llegó al aeropuerto Felipe Varela, donde Fernández fue recibido por Jalil y el intendente capitalino Gustavo Saadi, y desde allí la comitiva partió en dos aviones hacia Fiambalá.

La agenda de Fernández se armó a las apuradas. No anunció nada y se negó a hablar con la prensa La agenda de Fernández se armó a las apuradas. No anunció nada y se negó a hablar con la prensa

Como es habitual en estos casos, los punteros políticos fiambalenses le aseguraron al Presidente una recepción cálida con un grupo de militantes que lo vitoreaban y con quienes se tomó varias “selfies”. Y luego con un grupo de alumnos de primaria que corrieron a abrazarlo y entregarle un sobre con cartas y dibujos. Fernández aprovechó el momento y subió un video a una de sus redes sociales con esa demostración de afecto. Un auténtico oasis en medio de tanta hostilidad externa e interna. En rigor, algo de eso vino a buscar.

Sin embargo, hubo dos protestas que lo esperaban. Por un lado, en la plaza principal salieron a la calle los trabajadores de la salud, quienes desde hace dos semanas reclaman por un aumento salarial y mejores condiciones laborales. Por el otro, en la ruta 60, se instaló un pequeño grupo de vecinos que manifestaron su desacuerdo con la explotación del litio. La Policía se encargó de ubicarlos a un costado del camino.

Fernández y Jalil recorrieron el predio donde se construye la planta litífera. El mandatario catamarqueño insistió con el “trabajo conjunto con la Nación. Hoy vemos a empresas interesadas en invertir en litio, en turismo y en la producción”, expresó. La pequeña comitiva que los acompañó estuvo conformada por el gobernador riojano Ricardo Quintela, el vicegobernador Rubén Dusso; la intendenta Roxana Paulón; y algunos funcionarios del Gabinete local.

En el hotel Abaucán fue el turno de Dusso, quien expuso sobre los beneficios del Corredor Bioceánico. “El Corredor es nuestro sueño y el país necesita salidas bioceánicas”, dijo. Al vice todos le marcaban la hora y lo apuraban para cerrar. Quizás nunca antes tuvo que hablar tan rápido.

Pese a que se organizó presencia de la prensa, Fernández se negó a hacer declaraciones. No querían que le pregunten por la situación del país ni menos aún por la crisis del gobierno. También fue notorio que muchos dirigentes y legisladores peronistas quedaron afuera. La custodia era fortísima.

Y así concluyó una visita que nadie le vio sentido. ¿A qué vino el Presidente? Fue simplemente una escapadita para cambiar de aire.

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