Juicio popular por la muerte del policía Oscar Ramírez
Personal de salud y peritos declararon en la segunda jornada
Finalizó la ronda de testigos. Se pasó a un cuarto intermedio. El lunes se reanuda, con alegatos y veredicto.
Durante la segunda jornada de juicio popular por la muerte del policía Oscar Ramírez, que se desarrolla en la Oficina de Gestión de Audiencias (OGA) del Poder Judicial, se presentaron profesionales de la salud y peritos. En la ocasión, expertos en tiro y criminalística, propuestos por el Ministerio Público Fiscal, mostraron el arma e hicieron una demostración sobre cómo funciona. La defensa propuso como testigos a profesionales en psicología que asistieron al acusado para que dieran cuenta sobre el estado por el que había atravesado el acusado Franco Emanuel Ávalos, tras el hecho trágico.
La audiencia finalizó poco antes del mediodía. Tras dar por terminada la ronda de testigos, el fiscal de Cámara Alejandro Dalla Lasta solicitó pasar a un cuarto intermedio, hasta el lunes, para continuar con los alegatos de clausura.
En la tercera audiencia, se prevén los alegatos de clausura. Luego, el juez director Fernando Esteban dará a los jurados las últimas indicaciones, previo a la deliberación. Los 12 integrantes del jurado por unanimidad deberán arribar a un veredicto. Una vez que tengan una decisión, se leerá el veredicto.
El Ministerio Público Fiscal es representado por el fiscal de Cámara Alejandro Dalla Lasta Baroni y el fiscal del caso Ricardo Andrés Córdoba Andreatta. La defensa es ejercida por el abogado del foro local Roberto Mazzucco.
Expediente
El hecho por el que Ávalos fue imputado sucedió el 2 de junio de 2023 en el edificio del Grupo de Infantería Motorizada de Acción Rápida (GIMAR), ubicado en la Capital. Ocurrió al momento en que Ávalos manipulaba un arma de fuego, según la investigación. Su compañero Oscar Ramírez falleció tras recibir un impacto de bala de goma en la cabeza. Desde entonces, Ávalos está privado de la libertad en el Servicio Penitenciario Provincial (SPP) de Capayán. Durante la investigación, Ávalos reconoció que le disparó a Ramírez. “(…) Yo, encontrándome parado frente al escritorio, plenamente seguro de que el arma estaba descargada, y a modo de broma, la chimacié y efectué el disparo. En ese momento, sentí el estruendo de la escopeta y quedé en shock”, relató. Luego, el policía remarcó que tras esa situación lo único que hizo fue “dejar la escopeta en la mesa”.
Teoría del caso
El jueves, al iniciarse el debate, las partes expusieron ante el jurado su teoría del caso, en los alegatos de apertura. Ávalos llegó imputado por “homicidio simple con dolo eventual calificado por el uso de arma de fuego”.
“Las armas de fuego no fueron creadas para jugar ni tampoco para no ser respetadas. Fueron creadas para destruir, aniquilar y dañar”, dijo Dalla Lasta Baroni.
El representante del Ministerio Público Fiscal aclaró que no hubo intención directa pero sí hubo dolo eventual para ocasionar la muerte de Ramírez. Para Dalla Lasta Baroni, el arrepentimiento no sólo se debe manifestar en palabras. “Hubo más que una negligencia, un atropello o una impericia, hubo riesgo al manipular un arma de fuego de guerra, máxime teniendo en cuenta el conocimiento sobre esa arma de fuego. Las armas no son para jugar”, destacó.
A su turno, el abogado de la defensa Roberto Mazzucco dejó en claro que “no hay discusión sobre la autoría del hecho. Le quitó la vida a su compañero Franco. Vamos a diferir con el fiscal. Sostenemos que no hubo intención”. Para el defensor, se deben valorar los momentos posteriores al hecho y se debe desentrañar qué pasó por la cabeza de su asistido al momento de accionar el arma y matar a su compañero.
“Él sabe que debe responder por el hecho. Era su amigo y compañero. Es entendible el enojo de la familia. La familia de Franco se acercó; Franco no porque estuvo detenido. Las armas son peligrosas. Él es joven y no tenía tanta experiencia. Eso no quita responsabilidad. No hay duda de que fue imprudente y negligente. Él estaba seguro de que no iba a ocurrir. El arma debía estar descargada. Cuando un policía regresa de un recorrido, con un arma peligrosa, siempre según lo exige el procedimiento, el arma se debe descargar y guardar. Cuando se sale de nuevo a un proceso, se vuelve a cargar. Franco estaba convencido de que esa arma no tenía un cartucho. Realmente no tuvo intención y estaba seguro de que no iba a ocurrir”, sostuvo.