jueves 3 de julio de 2025
Cara y Cruz

No se olviden de YPF

La orden de la jueza neoyorkina Loretta Preska para que Argentina entregue en dos semanas el 51% de las acciones de YPF a los fondos Burford y Eton Park viene a recordar, entre la multiplicación de bullas inconducentes del litigio político nacional, que la condena por la expropiación de la petrolera nacional pende firme: 16.000 millones de dólares más intereses que van acumulándose mientras el problema no se resuelve.

Naturalmente, junto al anticipo de que la disposición judicial será apelada –como si pudiera hacerse otra cosa sin perder definitivamente la firma- Javier Milei aprovechó para refregarle improperios al ejecutor de las órdenes de expropiación bajadas por Cristina Kirchner, Axel Kicillof, atento a la campaña electoral bonaerense.

El “soviético” calificó la desgraciada peripecia judicial desencadenada por sus gestiones como un ataque a la soberanía nacional. La ex presidenta presa en San José 1111 no emitió hasta ahora ningún “Che Milei” al respecto.

Tienen escaso margen para justificar sus desatinadas conductas sin apelar al argumento de la voracidad imperialista, más manoseado que poroto de truco, pero quizás intenten echarle un poco de tierra al líder de Las Fueras del Cielo: la sentencia de Preska obedece a que la gestión libertaria no cumplió con el depósito de una garantía de pago exigido hace casi un año y medio para no proceder al embargo de las acciones.

El Estado argentino debe pagar por el 25% de las acciones de YPF, una cifra más de tres veces superior a la que pagó por el 51% El Estado argentino debe pagar por el 25% de las acciones de YPF, una cifra más de tres veces superior a la que pagó por el 51%

El ecosistema informativo se saturó de videos con Kicillof en 2012, cuando era viceministro de Economía, considerando que era una “estupidez” cumplir con el estatuto de YPF para expropiar las acciones de Repsol. Dicho estatuto establecía que el Estado argentino debía hacerle al resto de los accionistas de la compañía una oferta por sus tenencias similar a la que había hecho a Repsol, pero nunca lo hizo. Entre esos accionistas estaba el Grupo Eskenazi, con el 25% del paquete obtenido gracias a los buenos oficios del para entonces extinto Néstor Kirchner.

Los Eskenazi se declararon en quiebra, Burford compró la quiebra y trabó litigio en Nueva York por los perjuicios sufridos a raíz de la estatización. Como consecuencia, Argentina tiene que pagar por el 25% de las acciones de YPF una cifra más de tres veces superior a los 5.000 millones de dólares que le pagó a Repsol por el 51%.

El astuto antiimperialismo kirchnerista allanó el camino para que unos estúpidos que compraron los derechos a pelear la indemnización por un cuarto de las acciones se alcen la con el control de la petrolera, cuyas proyecciones de ganancias son fabulosas solo con Vaca Muerta.

El precio de los delirios ideológicos es altísimo. 16.100 millones de dólares más los intereses, la más gravosa de las miles de demandas que la Argentina tiene trabadas en el exterior. El juicio está perdido, el Estado nacional solo puede aspirar a una reducción de daños.

No se discute si la Argentina tenía derecho a expropiar o no la firma, ni un tema de soberanía, sino el incumplimiento de realizar la Oferta Pública de Adquisición que indica el estatuto de YPF y que Kicillof, encomendero de CFK, no efectuó pese a las advertencias sobre el peligroso camino que comenzaba a desbrozar.

Kicillof denuncia que los libertarios pretenden perpetrar la canallada de privatizar YPF, pero es debido a su, en la más bienintencionada de las interpretaciones, mala praxis que unos fondos especulativos se han posicionado para apoderarse de la emblemática compañía.

El último fallo de Preska irrumpe en una escena tramada por las lecturas divergentes sobre la marcha de la economía, con JP Morgan aconsejando desensillar hasta que aclare de las inversiones en Argentina. Como si levantara la mano para decir: no se olviden de YPF.

Seguí leyendo

Te Puede Interesar