Decisión. Claudia Palladino, enfilada con Lucía Corpacci, priorizó su identificación con el kirchnerismo.
La conformación del bloque “Elijo Catamarca” en la Cámara de Diputados de la Nación se inscribe en un contexto de reconfiguración parlamentaria en el que todos los sectores de oposición procuran acentuar su gravitación de cara a la segunda etapa de la gestión Milei.
No sólo los gobernadores se orientan en tal sentido. Legisladores del PRO y la UCR, por ejemplo, se unirían para tener más brazos que la flamante Provincias Unidas, que por su parte coordinaría con la bancada que comanda Miguel Ángel Pichetto.
Son maniobras tan pragmáticas como típicas en un escenario signado por la incertidumbre y el afianzamiento del fenómeno Javier Milei. No hace falta remontarse demasiado en el tiempo para advertir que sismos institucionales y reacomodamientos similares se produjeron en los ‘90 con Carlos Menem y en la primera década de los 2000 con Néstor Kirchner.
La escisión de Fernando Monguillot, Sebastián Nóblega y Fernanda Ávila a instancias del gobernador Raúl Jalil adquirió una gran visibilidad porque fue determinante para que el kirchnerismo perdiera su condición de primera minoría a manos de La Libertad Avanza y los cargos en la estructura burocrática que tal posicionamiento le asignaba. Sin embargo, lo más significativo es que también se le achicarán los márgenes para condicionar la agenda legislativa y el debate en las comisiones.
Ningún proceso carece de impurezas, junto a intereses colectivos se gestionan los sectoriales y particulares, pero es por medio de esa dialéctica que se va fraguando la política. La línea marcada por Jalil está en sintonía con la de otros mandatarios como el tucumano Osvaldo Jaldo y el salteño Gustavo Sáenz.
El bloque "Elijo Catamarca" reedita un formato que Lucía Corpacci habilitó para navegar bajo la gestión de Mauricio Macri. El bloque "Elijo Catamarca" reedita un formato que Lucía Corpacci habilitó para navegar bajo la gestión de Mauricio Macri.
El santiagueño Gerardo Zamora conformará un bloque de dos senadores nacionales y mantendrá uno en la bancada kirchnerista. En la Cámara baja, los siete legisladores que le responden –la totalidad de la representación de su provincia- continuarán dentro de Unión por la Patria, pero tal actitud obedece menos a lealtades incondicionales que al peso específico que adquirirá el grupo dentro del bloque: es de imaginarse la catástrofe que hubiera sido para el kirchnerismo perder siete miembros más, no tanto por lo numérico sino por la especie de habilitación para una sangría a canilla libre que tal decisión hubiera implicado.
En tal marco, conviene atemperar las apasionantes especulaciones numéricas con un denominador común que se destaca entre los matices de estilo y las negociaciones particulares de los gobernadores norteños: todos coinciden en el reclamo de una mayor porción de los recursos fiscales para las provincias y todos se han comprometido a bregar en ese sentido.
Es un nervio estructural que todos los presidentes debieron resolver de alguna manera. El Fondo Sojero con CFK, la devolución del 15% de la masa coparticipable que se retenía para la ANSES con Macri, la restitución de Ganancias para destrabar la Ley Bases de Milei son solo tres ejemplos. Diferirán los arreglos, pero la partitura es siempre la misma.
“Elijo Catamarca” era también el bloque que integraron en 2017 Gustavo Saadi y Silvana Ginocchio. La Provincia era gobernada por Lucía Corpacci, a quien el formato de representación provincial le dio autonomía para las tratativas con el entonces presidente Mauricio Macri. Gracias a aquellas negociaciones, Catamarca se liberó de la multimillonaria deuda que la EC SAPEM tenía con CAMMESA.
En esta oportunidad, la diputada nacional Claudia Palladino, que responde a Corpacci, ha decidido priorizar su pertenencia al kirchnerismo y permanecer en el bloque Unión por la Patria.
Dada la envergadura política de Corpacci, es una fisura indisimulable en el oficialismo provincial, pero hay que recordar que no es la primera vez que el Gobierno entra en colisión con el kirchnerismo metropolitano. El desafío para el peronismo catamarqueño es impedir que tales divergencias se filtren y erosionen la integridad de la alianza provincial, sobre todo si se considera la expectativa que comienzan a generar el enclave libertario.