El proyecto obtuvo dos premios: un proceso de postproducción de imagen para la película cuando esté terminada y el diseño de la estrategia de estrenos en festivales de cine.
El idilio belicho
“Toda mi familia es de Belén por eso todos los veranos los pasé ahí”, comentó. Seguramente esas experiencias en los calurosos y festivos eneros belichos terminaron por convencerla de que en la pandemia del 2020 se mudara a la “Cuna del Poncho”. De esa estadía nació la idea de rodar “Primero tomamos Anillaco”, una interpretación libre del libro inédito “El plan Anillaco”, del escritor Agustín Fontenla.
¿De qué se trata “Primero tomemos Anillaco”? Ambientada en diciembre de 2001, una etapa convulsionada social, política y económicamente en Argentina, “una improvisada pandilla adolescente roba un auto y deambula por toda Catamarca hacia Anillaco, con el objetivo de enfrentar al ex presidente Menem en su refugio, La Rosadita”.
La intención de Martel fue seleccionar a jóvenes de Belén y que las locaciones sean en localidades de ese departamento. En esa faena conoció a Juanjis Villagra, un joven belicho, tiktoker empedernido, que se convirtió en el protagonista de “Primero…” y con rol principal en “Bad Light”.
Paula se instaló en los pagos de Luis Franco y estuvo poco más de un año alquilando en diferentes departamentos, hostels.
“Tenía la necesidad de conocerlos (a los actores), de compartir. Con mi celular los fui filmando. Fue como poner en juego todo lo del proyecto, volvíamos a mi espacio, charlábamos un montón. Lo volqué en ese guion y ellos me dieron la dramaturgia”, expresó.
Joaquín Escotorín es otro de los jóvenes actores. “Lo conocí con 16 años, ahora tiene un emprendimiento en Belén y fue papá”, explica Martel como para que se tome dimensión del proceso generacional y de crecimiento que la unen con el grupo.
Todos los protagonistas tuvieron con Paula su primera experiencia en cine.
El proyecto fue seleccionado por el INCAA para llevar adelante su desarrollo. “Primero tomemos Anillaco” contó con la producción del catamarqueño Julio Carrizo.
La luz mala
El intercambio de ideas y sentires en su amado Belén, Martel lo plasmó en un diario. Nunca imaginó que de esos escritos naciera “Bad light”.
“Usé los diarios de las experiencias con mis chicos, la directora de Fotografía, Renata Juncadella vio el material y me dijo “aparte de Anillaco tenés que hacer otra película”, explicó.
“Fue repetir toda la experiencia y en la segunda jornada apareció todo el argumento”. La historia tiene a Juanjis Villagra como protagonista exclusivo.
“Es un retrato de él y de Belén. Lo más interesante del proyecto es mi visión, es ser testigo de una doble brecha generacional. Estos pibes, que podrían ser mis hijos, y la gente grande que nos deja una herencia grande”.
En esa categoría de “gente grande”, Paula destaca las figuras del destacado artista Reinaldo Antonio “Tono” Aibar, músico y poeta, y Felicidad “Mimi” Carreras, referente de los Derechos Humanos en la provincia.
“Cuenta sobre los acontecimientos del viaje de Juanjis Villagra hacia la madurez, un joven oriundo de Belén que afronta su identidad queer, hasta que un día la aparición de la luz mala lo desafía a reconciliarse con su herencia indígena y Juanjis por fin encuentra su canal de expresión en la danza” reza la gacetilla de prensa.
Otro elemento clave de la historia es el tradicional barrio de las 250 viviendas, ubicado en la periferia belicha. A Martel la barriada la atraviesa, la traslada a su infancia, a esas vacaciones. Las vueltas de la vida le tenían guardado un guiño: la familia de Juanjis vivía en “las 250”.
“Vi toda la mutación del barrio. Me generaba fascinación y distancia. A mi familia le debo mucho de cómo se creó un punto de vista. Mis abuelos no me dejaban salir del barrio El Arenal, me quedaba a ver a los chicos jugar desde otra vereda, me cuidaban mucho pero cuando iba a las 250, mi tío me dejaba estar en una punta de la Pelopincho en la que estaban otros chicos y no me daba permiso para que juegue con ellos”.
“Vuelvo al 250 y me entero que vive ahí. Conocí a su mamá y me enamoré de ella. Es telera, y no le sobran los recursos. Vive con sus hijos y les prepara todo para tenerlos cerca”.
“Siempre Belén fue un canal donde pude estar en estado de maravilla, descubrir el silencio, descubrir otro tiempo”, recalcó.
Hacer cine
“Hay que aprovechar esta ola internacional que nos piden otras voces, otros rostros, otras historias. Y hay que buscar los mejores socios y aliados para hacer esto. Es como ir a una guerra, encontrar un batallón, tus soldados. A mí los mejores vínculos me los dio el cine y están en Catamarca”.
La directora también se refirió al presente del cine argentino y la incertidumbre sobre los financiamientos del INCAA.
“Es durísimo ahora y ya lo era. Me pasó de darme de bruces con políticos y con gente de Belén. Existe esa idea de que la cultura no sirve, pero no es de ahora. Es un prejuicio que se viene sembrando desde hace muchísimo tiempo. Me pasó en Belén, “quienes se creen estos que vienen a hacer una película”.
Acotó, “las mejores productoras están en quiebra y dependen del INCAA. Además, en el interior hay un descreimiento de que no valemos. De porqué quieren grabarnos (…) No podemos vivir y transitar este mundo sin el arte, y Catamarca es mucho más que el Poncho, hay mucho más que eso”.
En la parte final de la entrevista, Martel nos relata que este mes tiene que volver a Anillaco para reanudar la grabación de “Primero…” y posteriormente viajará a Guatemala a participar del Festival Internacional de Cine en donde se celebra de manera paralela el Mercado ICARO, que es el espacio para la promoción de coproducciones entre Centroamérica y el resto del mundo.
Por último, Paula trazó sus objetivos: “No me interesa que las películas terminen en YouTube o en plataformas, quiero que termine en las alfombras rojas” y recordó una conversación con el legendario “Tono” Aibar.
“Tono me contaba en Belén de la luz mala. Me comentó que aparecía cuando él tenía entre 14 y 15 años, los viernes a la tarde noche. No los dejaban salir de la casa, pero igual se escapaba e iban al río, contra las reglas, a buscar la luz y siempre daba vueltas o caminaba alrededor del río, como poniéndose un límite. La luz nos dice que salgamos del valle, le pregunté y no me contestó” y acotó, “es lo que le pasa a Juanjis, pertenecemos o no a este lugar, pero vamos tras los sueños”.
Texto: Pablo Vera
Fotos: Gentileza Paula Martel