domingo 22 de junio de 2025

¡Lágrimas de un Granadero!

Fue en 1955, en el verano de febrero que se fue, habían partido en la formación ferroviaria Gral. Belgrano hacia Buenos Aires, Pedro Teófilo Bustamante, Ramón Antonio Cárdenas y Laudino Córdoba. Con 21 años de edad prestarán el servicio militar obligatorio durante un año en el regimiento creado por San Martín. Como miembros de la fuerza leal cumplieron con el juramento defendiendo las instituciones democráticas. Actuaron repeliendo en el único ataque de la historia del país y el de mayor magnitud, con bombas arrojadas desde aviones militares argentinos, contra un presidente y la población.

Llegado el invierno de junio, Bustamante retornaba con los sagrados restos mortales de los dos amigos, para concretar la ancestral costumbre humana para con sus difuntos.

El jefe de la unidad lo envía integrando la comisión cívico militar para la sublime y honorable ceremonia de enterramiento, en solemne sepelio oficial en el cementerio Fray Mamerto Esquiú.

El ilustre heroico combatiente con llanto silencioso, en estoica postura corporal de centinela, escolta a los dos valientes gloriados en el frente beligerante.

Joven granadero de esbelto andar, altivo, imponente estatura, maciza estampa varonil, musculoso, pecho amplio, hombros equilibrados, mentón en alto. Cabeza grande, cabellos crespos lucen iluminados, piel dorada, cejas pobladas, ojos pardos, nariz aguileña y ancha, labios carnosos, dientes blancos, resaltan la vibrante juventud.

Ataviado con el histórico traje de gala azul, compuesto por el morrión de igual tinte. Una cinta perimetral amarilla lo rodea en la parte superior de la cubierta, penacho de tono grancé. Debajo, la escarapela y el escudo nacional en fina lámina de bronce, sobresaliendo la diminuta visera que obliga a llevar la cabeza erguida. Cordones carmesí, caen rodeando por el frente y a los costados terminando en largas galápagos trenzadas, con su extremo en forma de aterciopelada borla semejando un inquieto crespón con exuberantes cordoncillos de delicadas hebras rojas colgando hasta el hombro izquierdo.

El lustroso bronce de las carrilleras lo agarran pasando por debajo del maxilar.

Histórica prenda confeccionada con género de paño, casaca con vivos carmesí, terminación de cuello rígido y recto, sobresaliente pechera abotonada con botones ámbar.

Sobre las hombreras, rojas charreteras con apliques de granadas flamígeras de tela y flecos de hilo. En la parte posterior termina con faldones, embellecidos con granadas de igual característica, hechas de género y cosidas. Brecht largo al tono, franjas bordó grancé

a ambos lados, desde la cintura hasta las botamangas, gama que identifica al arma de caballería del ejército argentino, van insertos en las botas granaderas de caña alta, negras, de cuero, espuelas con sonoros pihuelos de acero. Banderola de correaje blanco de cuero, del hombro izquierdo cruza en diagonal por el pecho y espalda al lado derecho de la cintura, sujeta la canana para guardar proyectiles. Cinto del mismo color y material, prendido en la parte frontal con hebilla y granada grabada sobre relieve. Por la izquierda penden los tiros que sostienen el metálico porta sable.

Mirada vivaz, imperturbable, dirigida siempre al horizonte, piernas separadas, brazos extendidos adelante, manos fornidas enfundadas en guantes blancos, la izquierda posada encima de la diestra, la que está unida por la dracona a la empuñadura del sable sanmartiniano año 1898, plateado, con su punta apoyada en el piso.

El guerrero catamarqueño con decoro calza la emblemática prenda.

En el apenado adiós la voz de mando del oficial superior ordena:

¡Atención! ¡firmes! ¡Preparen armas! Con rapidez el pie derecho es llevado junto al tobillo del izquierdo. Los cuatro refulgentes sables de los discípulos del Padre de la Patria, formados y mediante giros de manos como hilos de luna, posan verticales sobre las mismas, paralelos a los brazos, al costado derecho con sus extremos junto a los coloridos morriones. ¡Saludo uno! Los simbólicos corvos son llevados a la altura de sus torsos, el armamento queda inclinado hacia delante en el tributo protocolar post mortem. El soldado trompeta ejecuta su reluciente instrumento de agudo sonido con la triste melodía de la honra marcial, fundiéndose con la quietud del venerado sitio. El “silencio militar” con sus emotivas notas empuja las lágrimas contenidas, que abundantes salpican de los rabillos, corriendo por los pómulos altos del hombre luchador. ¡Saludo dos! ¡Bajen armas!, con precisas maniobras las espadas son regresadas a sus lugares, ¡Descansen!, Concluida la trompetada de gloria y honor, a modo de abrazo eterno su vista contempla los ataúdes hasta el fondo de las cárcavas. Con las mejillas mojadas obedece la orden superior, guarda la alabeada hoja de acero.

En los bombardeos aéreos a la casa presidencial y a la plaza de Mayo en Buenos Aires el 16 de junio de 1955 ejercieron la defensa 2 jefes 16 oficiales, 47 suboficiales, 265 soldados granaderos. Fueron heridos, 3 oficiales, 3 suboficiales, 19 granaderos. Muertos en combate 9 conscriptos granaderos.

La provincia de Catamarca forma parte de la historia nacional en los incidentes acaecidos ese día por el arrojo de sus tres valerosos hijos, escoltas presidenciales del presidente constitucional Tte. Gral. Juan D. Perón. Defendieron con lealtad la “Investidura Presidencial y el Orden Constitucional”. Una de las fechas más tristes de Catamarca, fue el día que sus ciudadanos abrazándose, gimieron por la matanza de los dos comprovincianos, cometidas por las rebeldes fuerzas armadas de la marina aeronaval de guerra y aviación del ejército, en tiempos de paz, y de democracia.

Como si fueran tropas de ocupación y con la supremacía del terror acribillan de manera cruenta a la población civil compatriota. Causaron 400 víctimas mortales y más de 1.000 heridos, mutilados, quemados corriendo como antorchas humanas buscaban auxilio, cuerpos incinerados, pulverizados, desmembrados, sobrevivientes con graves daños físicos y sicológicos por la violencia de Estado.

La fecha fue institucionalizada como “Día de las Víctimas de los Bombardeos”. Con gestos de gratitud y reconocimiento un monte de ofrendas florales cubrió los sepulcros; con el marchitar de aquellas, las generaciones siguientes fueron olvidándose de los tres pedazos de la patria. Dos lápidas de mármol beige con inscripciones de las identidades perpetúan sus memorias. En sus trincheras eternas erigen desde el suelo dos gruesas cruces de mármol negro, crucifijos con Jesús colgando de sus manos clavadas del travesaño y pies claveteados en el árbol de la cruceta del suplicio. Portarretratos con fotografías de los escoltas presidenciales. Delgadas líneas de granito blanco enmarcan los límites del monumento enterratorio. Los conscriptos Ramón Antonio Cárdenas y Laudino Córdoba junto a siete mártires de otros estados de la República Argentina con su sangre regaron la plaza de Mayo durante el golpe de estado.

El reservista Pedro Teófilo Bustamante, falleció el 1 de marzo de 2016 a los 81 años, fue inhumado en un nicho del mismo solar.

Pasaron 70 años, es necesario erigir un mausoleo para homenajear a los tres héroes nacionales en un solo “Altar de la Patria”.

El Museo Histórico Provincial inauguró la muestra de los atributos del uniforme de granadero reservista, fotografías, documentación legal, distinciones oficiales, cuadros, medallas, postmortem. La Legislatura de la provincia sancionó la ley para emplazar un monumento en la plaza 25 de Agosto, el Concejo Deliberante aprobó una ordenanza para distinguirlos como Ciudadanos Ilustres postmortem, el intendente Gustavo Saadi los homenajeó con la distinción “San Fernando Honor al Mérito” en el 340° aniversario de la fundación de Catamarca, la Secretaría de Educación y Cultura de la Municipalidad a través de una Resolución Declaró a las tres tumbas como de Interés Histórico, Educativo y Turístico.

En el 70° aniversario del atentado a la investidura, el orden constitucional, a un presidente constitucional y al pueblo argentino, los tres granaderos catamarqueños fueron distinguidos a nivel nacional por la Comisión de Familiares y Víctimas del Bombardeo y por la Comisión de los Bombardeos del 16 de junio de 1955.

Texto: Colaboración de Pedro Bustamante

Seguí leyendo

Te Puede Interesar