Otro indicio de la conspiración universal ensañada con la Argentina es que las toxinas no sean “commodity”.
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Otro indicio de la conspiración universal ensañada con la Argentina es que las toxinas no sean “commodity”.
El noble producto, del que el país parece tener reservas infinitas, sería una fuente de divisas que dejaría enana a la soja, reduciría los esperados ingresos del litio a insignificante vuelto y haría retroceder a Vaca Muerta al rango de garrafa. Es digno de elogio el empeño que le pone la dirigencia nacional a promover su exportación, aunque colisione con la renuencia de poderes ecuménicos temerosos de tener que vérselas con una potencia cuyas proyecciones se tornarían inquietantes si dispusiera de tamaño recurso.
El secretario de Derechos Humanos Horacio Pietragalla hizo un significativo aporte a esta cuestión de Estado pidiendo al Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que respalde al Gobierno nacional en la pelea contra la Suprema Corte de Justicia, engranaje a su criterio del “lawfare” que tiene en la condena por corrupción a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner su caso más “emblemático”.
El Comité se pronunciará oficialmente hoy, pero anticipó que al Gobierno le convendría preservar la independencia del Poder Judicial junto a una serie de sugerencias más bien críticas.
La oposición de Juntos para el Cambio, para no quedarse sólo en las catarsis del juicio político que comenzó a tratarse en comisión ayer en la Cámara de Diputados, se hizo tiempo para mandarle una carta al Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, el austriaco Volker Türk, en la que desacreditó las manifestaciones de Pietragalla y les atribuyó “como propósito buscar la impunidad de los delitos de corrupción multimillonaria del gobierno kirchnerista, que fueron corroborados por la Justicia no solo con la condena a la actual vicepresidenta de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, por hechos de corrupción, sino también a varios altos funcionarios de su gobierno”.
“Estas son las principales razones por las cuales el gobierno nacional está tratando de realizar un juicio político a los miembros de la Corte Suprema de Justicia y llevar a cabo una reforma estructural de la Justicia para lograr su impunidad”, advirtió Juntos por el Cambio.
El mundo transita una etapa de armonía tal que el Comité de Derechos Humanos de la ONU no tiene, al parecer, asuntos más importantes que estas peleas de consorcio de los que ocuparse.
El alcance internacional de las rencillas patrias es esperanzador. Se hizo referencia ayer en este espacio editorial a las hirientes manifestaciones del Papa sobre la inflación “impresionante” y la pobreza argentinas.
Ratificando la vocación tóxica, el presidente Alberto Fernández le respondió que la economía andaba al pelo “cuando gobernaba Perón”. Un anatema del que la ortodoxia kirchnerista habrá tomado nota: ¿Y los virtuosos gobiernos de Néstor y Cristina, qué?
El hereje Fernández, además, no invitó a su ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, a una reunión con el presidente de Brasil Lula Da Silva, recontraprócer de la Patria Grande.
Lula, estrella de la cumbre de la CELAC, arguyó tener la agenda saturada para no reunirse con Cristina en el Senado, como ella pretendía. Celso Amorín, asesor en política exterior del mandatario, aclaró que “no hay ningún problema con Cristina, somos muy amigos de Cristina, pero aquí Lula vino primero para una bilateral, con la programación completa, sin intervalos”.
En realidad, Lula no quiso contaminarse con las internas del Gobierno. Si tanto interés tenía Cristina ¿por qué no participó de los actos oficiales? ¿Se lo negó acaso Fernández? ¿No quiso ella?
Concluida la cumbre, el brasileño pasó a Uruguay, donde no tuvo inconvenientes en visitar en su chacra al expresidente José “Pepe” Mujica tras reunirse con el presidente Luis Lacalle Pou.
Pobres uruguayos. ¿Qué será de su vida cuando las toxinas sean commodity? Un tema central para la agenda del Mercosur.n