jueves 14 de marzo de 2024
Editorial

Tampoco en una burbuja

Los estudios científicos más recientes certifican que el confinamiento al que buena parte de la humanidad se vio sometido, particularmente al comienzo de la pandemia, como una estrategia para impedir la reproducción de casos de Covid-19, produjo un debilitamiento del sistema inmunológico de las niñas y niños de corta edad. La hipótesis estuvo siempre: al no tener interacción social, o tenerlas usando barbijo y por esa razón no estar expuestos a los virus o bacterias que circulan habitualmente, no desarrollaron defensas. Ese presupuesto científico está actualmente siendo corroborado de manera permanente por la multiplicación de casos de enfermedades respiratorias en la infancia, muchas de las cuales podrían no haberse desarrollado en condiciones normales.

Los expertos señalan que, para construir un sistema inmune fuerte, durante los primeros años de vida siempre resulta necesaria cierta exposición a bacterias, virus, parásitos. Niñas y niños se enferman más que los adultos de enfermedades contagiosas porque no tienen defensas, pero a medida que pasa el tiempo el organismo las desarrolla. Al estar aislado, con muy poco contacto con otros seres humanos, como ocurrió durante la pandemia, eso no sucede.

Mantener a los niños en burbujas, sin contacto con el resto de las personas o el medio ambiente en el que se desarrollan, es contraproducente, pues debilita las defensas.

Varios estudios indican que las niñas y niños latinoamericanos enfrentan por estos días una triple amenaza de virus respiratorios: uno de ellos es, lógicamente, el Covid-19, que se expande nuevamente, pero además hay otros dos que están teniendo fuerte incidencia estadística, muy superior a los niveles de la prepandemia: el virus sincitial respiratorio (VSR) y la gripe estacional, con mayor incidencia en otoño e invierno. El primero de ellos, el sincitial, alerta la comunidad médica, está atacando particularmente a bebés recién nacidos, pero también a niños más grandes con sistemas inmunológicos debilitados. A los cuatro años, 9 de cada 10 niñas o niños ya tienen los anticuerpos contra este virus. Pero esa proporción ha disminuido de manera considerable en los últimos dos años por las razones mencionadas.

Para evitar contagios frecuentes de enfermedades que se transmiten por vía aérea y ahora que la letalidad del nuevo coronavirus ha disminuido notablemente, se recomienda en consecuencia volver a tener una interacción social razonable, guardando por cierto las medidas preventivas, como por ejemplo suspender esa interacción si se presentan síntomas.

Pero además, sobre todo en el caso de niños, ancianos y población de riesgo, es fundamental respetar el esquema de vacunación. Las vacunas refuerzan las defensas naturales de las personas. Llevar una vida sana y una dieta saludable que proporcione los nutrientes esenciales es, también, fundamental.

Las medidas de prevención siempre son necesarias, pero mantener a las niñas y niños en burbujas, sin contacto con el resto de las personas o el medio ambiente en el que se desarrollan, es contraproducente, pues debilita las defensas, como lo han probado numerosos estudios científicos.

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