La frase “¿Sabés quién soy yo?”, que todos, algunos más que otros, han escuchado alguna vez, tiene una evidente connotación vinculada con una real o presunta situación de poder que ostenta quien la pronuncia. El que suelta esas palabras en un determinado contexto pretende intimidar a su interlocutor a partir de una pregunta retórica, que no espera ser respondida. El que “chapea” (muestra su chapa) con esa expresión no está interrogando. Está advirtiendo: es como decir “no te metas conmigo, que tengo más poder que vos”. Supone, además, que ambos comparten la idea de que las reglas, o las normas, no son iguales para todos. Que los “poderosos”, porque ocupan algún cargo importante, o porque tienen dinero, pueden, eventualmente, evadirlas, porque para eso son “poderosos”.
Por cierto, este tipo de “chapeos” no siempre tienen el desenlace que el que incurre en esta actitud espera. Esto es, no siempre su interlocutor se intimida. Es lo que ocurrió, por ejemplo, hace algunos días en la Ciudad de Buenos Aires, cuando un comisario inspector de la policía de CABA le espetó a un oficial de menor jerarquía el consabido “¿sabés quién soy yo?”, cuando éste le solicitó su identificación en un control de tránsito de rutina. El comisario circulaba en su automóvil con la patente de su vehículo cortada, sin dejar ver el dominio completo correctamente, y por lo tanto en falta con la Ley Nacional de Tránsito, que establece que, entre los requisitos obligatorios para circular, los vehículos deben tener las placas de identificación de dominio con las características y en los lugares indicados, que deben ser legibles y sin ningún tipo de aditamentos.
Cuando el infractor fue abordado, se negó a mostrar su documentación y le dijo al oficiales que lo dejara ir “por tu seguridad”. El oficial no se amilanó y denunció el intento de intimidación, que además quedó grabado en un video.
La Agencia Nacional de Seguridad Vial le pidió al gobierno porteño que le saque al comisario la licencia de conducir y que lo suspenda de la Policía de la Ciudad. Las autoridades policiales, rápidas de reflejos, decidieron sumariarlo y ponerlo en disponibilidad.
“¿Sabés quién soy yo?”, que suelen utilizar no solo funcionarios policiales sino también funcionarios del Ejecutivo y del Poder Judicial, legisladores, empresarios o personas que consideran, erróneamente, que tienen privilegios sobre el resto de los ciudadanos, expresa de manera abierta y desafiante el desprecio por las normas de este tipo de personajes. Como bien señaló luego de que trascendiera públicamente el caso del comisario de CABA el titular de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, “si alguien les dice ‘sabés quién soy yo’, la respuesta debe ser: ‘un ciudadano como cualquier otro’”. Una lección que el soberbio prepotente, como el comisario de CABA, seguramente no olvidará.n