martes 19 de marzo de 2024
El Mirador Político

La referencia Castillo

La enérgica reaparición de Oscar Castillo abre otra etapa en la organización opositora.

Más que el contenido del discurso del exsenador y exgobernador, en el que tildó de “fachos” a los miembros del Gobierno, interesan las presencias en el acto de unción de los conductores de su línea Celeste.

Que el mando haya recaído en una colegiatura significa que la manija sigue en sus manos. Lo más relevante de la ceremonia es que participaron los principales referentes del PRO y la Coalición Cívica y, muy particularmente, el diputado Hugo Daniel “Grillo” Ávila, pata indudablemente peronista de la alternativa. Es el embrión de un frente en la interna de Juntos por el Cambio, pero también de lo que podría afianzarse contra un oficialismo en el que las divergencias respecto al modo de encarar el año electoral comienzan a hacerse cada vez más evidentes.

En perspectiva, la movida castillista es el punto de convergencia opositora más significativo desde que se produjo el recambio de Lucía Corpacci a Raúl Jalil. Fue una toma de posición pública y clara de Castillo respecto de la gestión de Jalil, a la que el contexto y los contertulios extienden su alcance.

En términos generales, proporciona al Juntos por el Cambio local un punto de referencia del que carecía, en el seno del radicalismo que constituye el eje indispensable de la alianza. Fallecido Eduardo Brizuela del Moral, derrotado en PASO el esquema que armó el propio Oscar en 2021 con el intendente belicho Daniel “Telchi” Ríos como candidato a senador nacional, los vencedores quedaron librados a sus propias aptitudes para configurar una nueva propuesta. En otras palabras: debían diseñar y conducir el poscastillismo y edificar liderazgos capaces de movilizar el arco opositor.

El resultado fue tan magro que ni siquiera fue posible consensuar la Presidencia de la propia Celeste, en la que la torpe incursión de ministros del Gobierno para tratar de condicionar el recambio de jefaturas no hizo más que fortalecer a Castillo, cuyo retorno como punto de orientación subraya las deficiencias de sus sucedáneos: a partir del acto de ayer, y de su discurso, en la oposición se hará política con él o contra él.

Recuperó la condición de eje porque ninguno pudo cubrir su ausencia.

Tal vez no sea suficiente, pero no es poco.

Derrotero

Oscar sucedió en la Gobernación a su padre en 1999, tras vencer a un Ramón Saadi que había recuperado el favor del entonces presidente Carlos Menem y comandó las maniobras para impedir que Luis Barrionuevo se impusiera en 2003, en una estrategia que incluyó el pacto con el kirchnerismo naciente que su sucesor, Eduardo Brizuela del Moral, rompió en 2009.

La derrota de Brizuela del Moral y el FCS en 2011 lo repuso como epicentro del entramado radical, interlocutor del flamante oficialismo peronista y aduana de los acuerdos con el PRO y la Coalición Cívica en el rearmado opositor.

En 2021 desistió de ir por un cuarto período en el Senado nacional. Es posible que olfateara el resultado adverso. Al dimitir, argumentó que quería evitar que su pertinacia en las candidaturas fuera el eje de la campaña interna cuando el radicalismo precisaba oxigenarse. Es decir: proponía una renovación en su espacio al mismo tiempo que arrebataba el argumento más insistente de sus adversarios internos.

Marita Colombo, su espada más penetrante, era la candidata a reemplazarlo, pero murió por coronavirus en ejercicio de la Presidencia de la UCR. El puesto recayó finalmente en el intendente de Belén, Ríos, y el armado se completó con la incorporación de Patricia Breppe, que se desempeñaba como decana de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Catamarca.

En el frente contrario se enfilaron el rector de la UNCA, Flavio Fama, en el casillero de senador nacional, y el diputado provincial Francisco Monti, postulante a la Cámara baja. La alianza anticastillista sumó además al PRO y la Coalición Cívica, y se quedó con el triunfo y la expectativa lógica generada por la caída de un liderazgo de más de 30 años que parecía inexpugnable. Tal expectativa fue satisfecha en las generales: la diferencia con el oficialismo bajó de 20 a 13 puntos.

Para Fama, la victoria implicó remontar la pésima elección que había hecho como candidato de intendente de la Capital contra Gustavo Saadi en 2019. Monti, con un trabajo muy intenso como diputado provincial, heredó el comando del sector referenciado en el exintendente capitalino Ricardo Guzmán.

Expectativas truncas

Pero las expectativas en torno a Fama y Monti no terminan de madurar.

Son los polos más visibles de un empate que la oposición no puede resolver y gestiona referenciándose en foráneos presidenciables, que para colmo ni siquiera son radicales. Las visitas de Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich son lo más consistente que han podido armar hasta ahora, al margen de denuncias que mueren a los días de lanzarse.

La reaparición de Oscar Castillo es un estribo, la posibilidad de un desempate. Conviene, por el momento, no enredarse en especulaciones sobre candidaturas y bendiciones conjeturales.

Es el reingreso de una referencia, en el marco de una dinámica opositora en busca de liderazgos para pelearle al Gobierno.

Nada más. Y nada menos.

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