viernes 22 de marzo de 2024
Análisis

La crisis energética y el desarrollo del NOA

Por Rodolfo Schweizer- Especial para El Ancasti-Enero 2022

Se podría decir que estos últimos tiempos han confirmado el estado de crisis en que se encuentra la infraestructura de nuestro país. Por “Infraestructura” se entiende el conjunto de medios técnicos, servicios e instalaciones necesarios y esenciales para que un país pueda funcionar. En el caso que aquí nos ocupa, las fallas y la falta de adecuación del sistema energético nacional para atender la demanda de la población, ha puesto sobre el tapete las debilidades estructurales de tal sistema.

En efecto, los cortes de suministro masivos, los accidentes, las líneas que se caen con el viento, la tensión baja que termina dañando los artefactos domésticos, la declaración de asueto forzoso en las oficinas públicas para bajar la demanda y seguramente la detención de líneas de producción en la industria, etc., son los síntomas lógicos de un sistema que se encuentra al límite. Pero, si prestamos atención a otras áreas, otros sistemas como el de salud, el educativo, por mencionar un par de ellos, tampoco son la excepción porque también han demostrado su vulnerabilidad cuando se les ha exigido responder a una emergencia como la pandemia. Esto, naturalmente, merece una reflexión.

Aclaremos que aquí no apuntamos a hacer una crítica con fines políticos, sino referirnos a un estado de cosas donde las crisis sistemáticas en todos los sectores que conforman la base del funcionamiento de la sociedad, ya es sistémica, no accidental. Es la constante histórica de nuestro país a lo largo de décadas, donde el cortoplacismo en las decisiones políticas y la falta de visión y de planificación a futuro de quienes caen a la administración de esos servicios, terminan afectando la seguridad de los mismos.

En efecto, la dejadez y abandono en que opera el sistema energético nacional se pudo ver estos días en el accidente que dejó a 700.000 personas sin servicio eléctrico en el AMBA. ¿Cómo se explica que una línea de alta tensión de nada menos que 220.000 voltios, salga de servicio porque una antena casera se le cayó encima? Aclaremos que, por norma, una línea de transmisión debe estar ubicada en un corredor o franja de seguridad libre de árboles y cualquier tipo de construcción. Para 220.000 voltios, esa franja o permiso de paso debe ser de 35 metros al menos. ¿Qué hacía, entonces, esa antena casera en un lugar donde no debería haber sido permitida de estar por parte de la dueña de la línea de alta tensión?

Ante estos desatinos solo cabe una reflexión: ¿qué más se puede esperar de un Estado ausente que permite que las empresas privadas a cargo de los servicios públicos no cumplan con las normas de seguridad inherentes al servicio que prestan? Las respuestas no nos deben sorprender. Lo mismo pasa en otras áreas y servicios como los corredores ferroviarios, reducidos al ancho de las vías cuando cruzan una villa de emergencia; las riberas de los ríos de montaña ocupadas por asentamientos humanos; etc. Un “sálvese quien pueda” que desdibuja totalmente la imagen del Estado y, por ende, de la república.

La gravedad de esta situación lo demuestran las medidas urgentes que en el plano energético se tomaron hace pocos días desde la Secretaría de Energía de la Nación para paliar la falta y falla de esa parte de la infraestructura en el gran Buenos Aires. Allí, el 13 de enero pasado la Secretaría de Energía de la Nación cerró un contrato con la firma China Electric Power Equipment and Technology (CET), con intervención del gobierno de aquel país, para construir 500 km de una línea en 500.000 voltios y una Estación Transformadora 500/220/132 kV en la localidad de Plomer, (Pcia de Bs.As.), para superar la incapacidad del sistema eléctrico para atender la demanda generada por la ola de calor. El monto de la inversión es, según se dice en los medios, de 1.100 millones de dólares.

La justificación técnica del proyecto es válida técnicamente, porque las dos Estaciones Transformadoras existentes en Ezeiza y Gral. Rodríguez, (Pcia. de Bs. As.) estarían siendo superadas en su capacidad por la demanda de esa zona del conurbano, lo cual impone la construcción de otra nueva para superar el problema. Pero, esto también genera preguntas como, por ejemplo, ¿por qué no se previó e hizo esto 5 o 10 años atrás? o ¿por qué no se negocia hoy ese proyecto con empresas argentinas con suficiente capacidad técnica y financiera como para acometer esa obra, en vez de encargarlas a empresas extranjeras? Recordemos que la construcción del antes llamado Sistema Nacional Interconectado (hoy SADI500kV) en la década del 70, fue diseñado desde el estado y construido por empresas nacionales, lo cual demuestra esa capacidad. Creemos que la respuesta a las preguntas es obvia: estamos ante un Estado ausente, que ha abandonado su responsabilidad de garantizar la seguridad de los servicios públicos a su población. Esto ha comenzado en la década de los 80 y continúa hoy.

Ahora bien, teniendo en cuenta la premura con que el estado nacional actuó en la circunstancia, nos preguntamos por qué no se aplica ese mismo criterio de urgencia en el interior, no necesariamente para evitar problemas derivados de la explosión demográfica sostenida y fomentada que vive Bs.As. para servir las leyes de mercado y la política, sino para asegurar la calidad de un suministro energético a regiones como el NOA, que también necesitan de servicios básicos confiables para acometer el futuro. Vayamos al grano.

Catamarca y La Rioja, como sabemos, se alimentan en 132.000 voltios desde la línea en 500.000 voltios que pasa por Recreo, la cual se conecta por el norte a Yaciretá en Cobos, Salta, y por el sur al sistema nacional en Malvinas, Córdoba. Como se sabe, a la ciudad de La Rioja también llega una derivación de esa línea en 500.000 voltios, regalo del presidente Menem durante su presidencia.

La conexión en 132 kV, que se puede apreciar en esos postes altos de hormigón armado a lo largo de la ruta que viene de San Martín, termina físicamente en nuestra ciudad y constituye lo que en términos energéticos se identifica como alimentación radial o punta de línea. Esto quiere decir que, en caso de falla, Catamarca se queda sin servicio porque es, justamente, punta de línea. Obviamente, dejamos de lado la línea de 132.000 voltios que nos conecta a Escaba y pasa por La Merced, ya que es una línea construida al final de los años 60 y ya no reúne las condiciones de capacidad de transmisión como para considerarla un reaseguro en caso de falla en la conexión con Recreo.

La pregunta que aquí cabe hacerse es, entonces, ¿por qué una situación hipotética similar a la de Buenos Aires no merece en nuestra región la misma atención que en aquella ciudad y su conurbano? Seguramente se dirá, con razón, que el peso demográfico y económico de nuestra región es muy inferior al del área portuaria. Creemos que este razonamiento no es válido moral ni políticamente. El NOA también es parte de la república y merece tener las mismas chances que el resto del país. Si en el AMBA se hace algo para garantizar un servicio, el NOA también tiene ese derecho.

La situación mencionada nos lleva a una nota que publicamos hace unos dos o tres años, donde reclamábamos la construcción de un corredor energético en el NOA en 500.000 voltios a lo largo de la Ruta 40, con el fin de darle una posibilidad de desarrollo a nuestra región. Algunos calificaron la propuesta como utópica, pero esto no invalida la justificación económica que una obra de ese tipo tendría para cambiar el futuro de la sociedad regional. Como ejemplo, ahora que el litio parece ser el salvador de nuestra economía, permítaseme agregar que, si se dispusiera de suficiente energía en cantidad y calidad, la producción de litio podría llevarse a un nivel industrial superior para producir baterías, en vez de quedarnos en el Carbonato de litio, un producto todavía inicial y primario en el manejo de ese metal. Obviamente, al no disponer de una reserva de energía por falta de obras de infraestructura como la que aquí planteamos, industrializar el litio hoy por hoy es prácticamente imposible. Esto vale para todo lo que se plantee en torno a la minería.

Por lo tanto, si el NOA pretende generar una alternativa económica a futuro, basado en el trabajo y no en la mera extracción de minerales y su exportación, debe pensar, en una primera etapa, en solucionar su problema energético, construyendo una línea de 500.000 voltios de unos 600 km de largo que, arrancando en Cobos, Salta, se una a la línea de 500.000 Voltios en La Rioja para cerrar un anillo energético con Recreo. Esta línea debería seguir la Ruta 40 y pasar por Cafayate, Santa María, Belén y Aimogasta para terminar en La Rioja, donde se uniría a la línea de 500.000 voltios que viene de Recreo. De hacerse, dejaría de depender de un todo o nada a través de Recreo.

Una conexión de este tipo, más una estación transformadora de rebaje 500/132 kV en Santa María y Belén,al menos, permitiría además ofrecer alternativas energéticas seguras y eficientes a todo el oeste de Catamarca, Salta, Tucumán y parte de La Rioja. Ciudades como Fiambalá, Tinogasta, Belén y Andalgalá, más los pueblos alrededor de ellos hasta unos 100 km de distancia, mejorarían radicalmente la confiabilidad de su conexión al sistema nacional (SADI), dejarían de sufrir la baja calidad del servicio que reciben ahora y podrían ofrecer lo mínimo que se necesita para instalar una industria: energía eléctrica. A su vez, Catamarca capital y su zona de influencia podrían replantearse conexiones redundantes y alternativas a las que la ligan a Recreo, para asegurar la confiabilidad de su servicio.

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Una segunda etapa, de la cual hablaremos en un próximo artículo, llevaría esta conexión hasta Mendoza, pasando por Chilecito, Villa Unión, Jachal y San Juan, donde se uniría al anillo que viene desde El Chocón y va a la Central Rio Grande en Embalse Rio Tercero, la Central Atómica, Salto Grandey otros puntosdel país. De lograrse la construcción de esta obra, el NOA aseguraría aún más la confiabilidad de su sistema eléctrico, al tener otra alternativa ante una posible salida del servicio interconectado nacional en el Litoral., por ejemplo. Esta posibilidad hoy no existe.

En cuanto al costo de este sistema, ello depende del tipo de interconexión que se haga y de su recorrido. Pero no se pueden comparar las dos obras, porque la porteña nace de la desesperación, mientras que la que aquí proponemos responde a una visión de futuro para todo el NOA y la república. De concretarse, como lo decimos más arriba, ello ofrecerá la posibilidad de desarrollar una industria de punta a nivel internacional en las áreas agrícolas y la minería.

Pero, ahí no terminan las ventajas de poseer seguridad energética. En lo internacional, esto permitirá dar base a un bloque económico en el Cono Sur y a la posibilidad de concretar un corredor bioceánico uniendo Brasil, Uruguay Paraguay y Argentina, que genere una salida al pacífico, posiblemente la única chance de esta región para poder participar en la economía mundial en los próximos cien años. Recordemos que, como lo dijimos en otro artículo, salir por el Pacífico hacia Asia representa una ventaja económica que suplantaría el uso del Estrecho de Magallanes y al Canal de Panamá. Una semana menos de navegación y unos 3.000 km menos en distancia a Asia no son ventajas que se puedan desperdiciar en el mundo altamente competitivo de hoy.

Como si esto fuera poco, un corredor eléctrico por el NOA también brindará la posibilidad de conectarnos en 500.000 voltios al parque solar más grande de Latinoamérica o quizás del mundo, que Chile se plantea construir en el Desierto de Atacama. El proyecto comprende una instalación solar de entre 200 y 500 Gigavatios. Con 200 Gigavatios se podrían alimentar a 84 ciudades como Catamarca. Una conexión con esa fuente de energía solar en Chile, serviría para complementar el abastecimiento a nuestro país en caso de que el calentamiento global afecte en el futuro a las centrales hidroeléctricas de nuestro noreste, Yaciretá y Salto Grande. Y todo a través de un corredor energético a lo largo del NOA.

Nos encontramos, por lo tanto, ante un desafío que convoca la imaginación de nuestras elites políticas. Pero, no debemos olvidar que construir una infraestructura energética de esta envergadura demanda, además de imaginación, planificación y tiempo para concretarla. Esto, obviamente, supera los ciclos políticos de quienes están en el poder e impone la necesidad de mirar más allá de nuestras limitaciones personales y partidistas; hacia el 2030 y más allá de nuestro ciclo vital. Por lo tanto, la opción está ahí. Solo falta el convencimiento de que el único futuro que existe es aquel que uno mismo construye. En este terreno, no hay soluciones fáciles ni salvadores de ocasión.

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