sábado 11 de marzo de 2023

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Cara & Cruz

El Norte como método

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El contraste entre la armonía obtenida por la Liga de Gobernadores del Norte Grande y la inestabilidad que los exacerbados antagonismos entre dirigentes del área metropolitana traslada a todo el país, fue el punto más destacado de las declaraciones que el gobernador Raúl Jalil hizo al diario Clarín, más aun cuando, a diferencia del resto de los mandatarios de la región, decidió jugar su suerte electoral en el turno agosto-octubre, junto al de la Casa Rosada.

La Liga de Gobernadores se activó para reunir un volumen político que permitiera defender y promover mejor los intereses regionales frente al área metropolitana. Como la vicepresidenta Cristina Kirchner finca lo más grueso de su caudal electoral en el conurbano bonaerense, era lógico que el grupo norteño se postulara como plataforma para que el presidente Alberto Fernández proyectara un liderazgo que equilibrara el Frente de Todos. Esto no implicaba necesariamente romper con Cristina, pero sí tratar de contribuir a que Alberto eludiera el destino de poder vicario.

Que el Presidente dimitiera de ejercer el liderazgo que se le proponía explica en gran medida la crisis en que se encuentra inmersa la coalición oficialista. Aunque Cristina mantiene la primacía en términos electorales, el proceso de declinación de su figura es innegable y genera un vacío que Alberto ya no está en condiciones de cubrir o compensar, mientras las posibilidades de Sergio Massa continúan acotadas por una inflación indomable.

Buenos Aires es el punto geográfico clave, no solamente por la magnitud de sus padrones. El Gobierno tiene allí una particularidad. Desde la desaparición de Eduardo Duhalde, se trata más de una especie de confederación de intendentes ante quienes los gobernadores funcionan como delegados de la Casa Rosada.

Duhalde fue el último caudillo propiamente bonaerense. Colonizarle el Conurbano fue lo primero que hizo Néstor Kirchner. Cristina continuó con el sistema y la caudilla es ahora ella.

Axel Kicillof también es un poder vicario: gobierna porque ella disciplinó a los jefes territoriales y lo designó, igual que hizo, en definitiva, con Alberto. La declinación de Cristina, de tal modo, equivale a la declinación de un principio ordenador que se traduce en conflictos entre cristinistas, intendentes, sindicalistas, líderes de organizaciones sociales.

El problema de las vacancias, aunque sean parciales, es siempre de ardua resolución. La Mesa Política del Frente de Todos, que se reunió en la sede del PJ nacional, es un intento de comenzar a acometerlo cuya evolución está por verse. Por lo pronto, el chicaneo entre albertistas y cristinistas se reactivó cuando no habían pasado 48 horas del cónclave.

Jalil postuló un método que dio resultados positivos para el Norte y en algunos puntos se emparenta con la situación de los intendentes del Conurbano (mini-gobernadores, les dice Jorge Asís): son gobernantes, representantes de un poder territorial ante la Nación. Lo que no tienen es una Cristina como la que tenía y tiene Kicillof, pero han afianzado su gravitación en el peronismo en el contexto general de divisiones facciosas.

“Lo que estamos haciendo los gobernadores del Norte Grande, mostrando unidad, ha sido un aprendizaje para la mesa del Frente de Todos”, dijo el gobernador catamarqueño, esperanzado.

Esta consideración plantea un desafío que lo interpelan especialmente, ya que procurará su reelección en el turno nacional: que la Liga norteña consiga mantenerse inmune a las toxinas metropolitanas, si es que el efecto pedagógico de su ejemplo no es el que espera.

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