A través de una carta documento, el intendente de Santa Rosa, Elpidio Guaraz, se declara injuriado por conceptos vertidos en este espacio el 19 de junio pasado, bajo el título “Santa Rosa, enésima temporada”. Se trata de un lamentable malentendido que El Ancasti se apresura a aclarar, pues le resulta intolerable que tan digno jefe comunal atraviese sin razón momentos de zozobra anímica. El artículo se refería a incidentes de la apasionante saga santarroseña protagonizados por los concejales. Lejos de desacreditar a Guaraz, el diario se propuso señalar lo menesteroso del talento de estos ediles para empardarlo en lo concerniente a histrionismo y competencia para escarnecer puestos públicos. Al consignar las “peripecias azarosas” que caracterizan el devenir político e institucional de Santa Rosa , se pretendió señalar que una paz demasiado extensa podría ser indicio de que eventualmente alguno de los personajes maquinara “maniobras de alcance escandaloso mayor a los ya logrados”, solo para enfatizar lo vano de los empeños dirigidos a suplantar en el rol protagónico a Guaraz, quien “se mueve rápido en el terreno de los barbaridades” y “tiene una inventiva sin fondo para ampliar sus ventajas”.
No se advierte qué podrían tener de injurioso estas aserciones. Sorprende que Guaraz se sienta agraviado cuando se enaltecen sus aptitudes en las disciplinas que eligió para desempeñarse. Nadie podrá negar que en el terreno de las barbaridades se mueve con mayor celeridad que cualquier advenedizo; mucho menos, la fertilidad de su inteligencia para ampliar ventajas sobre sus competidores ¿Qué es lo que lo ofende? Se le reconoce la legitimidad de su título de bárbaro mayor en actividad tan pródiga en bárbaros como la política. Si ese no era su deseo, El Ancasti no tenía cómo saberlo, pues sus conductas marcaron desde siempre una vocación por el grotesco y el escándalo tan acendrada como explícita. El currículum del intendente revela su condición renacentista en tales campos: deposición forzada de concejales insumisos, captura del Concejo Deliberante, desobediencia judicial, apadrinamiento de cortes de ruta, imposición de peajes irregulares, usurpaciones, amenazas, conchabo de matones, defectos en las rendiciones de cuentas, desaparición de documentos oficiales en supuestos siniestros naturales, intentonas de conquistar municipios linderos al suyo. Un Leonardo Da Vinci del atropello, la arbitrariedad y la desmesura. Era imposible advertir que en realidad aspiraba al Nobel de la Paz. En la carta documento pide que el diario se retracte de lo dicho y sostiene su derecho a hacer lo que le venga en gana en unos triunfos electorales. Se trata de un gesto de humildad del intendente, reacio a que lo elogien, pero El Ancasti no acatará la sugerencia: contribuye a la salud de la democracia destacar los méritos de los dirigentes políticos. Elpidio Guaraz se ha ganado su prestigio en buena ley. Si no le gusta, quizá le convenga remitirse a Inodoro Pereyra: “Una cosa es ser célebre, Mendieta, y otra es ser tristemente célebre”.
Registró novedades importantes en las últimas semanas la causa iniciada por supuesta corrupción en YMAD, iniciada a instancias del director Santiago Albarracín, que tiene a su antecesor, Manuel Benítez, como principal blanco, La Justicia citó a prestar declaración indagatoria a otros integrantes del directorio que encabezaba Benítez, que siguen en ejercicio bajo la conducción de Albarracín, para averiguar cómo es que desconocían las supuestas maniobras fraudulentas que se investigan. La disposición se tomó debido a que estos directores suscribieron también la denuncia ante la Oficina Anticorrupción que originó el expediente, actualmente en trámite penal en los tribunales federales de Comodoro Py. Para el fiscal, esta conducta resulta sugestiva y amerita ampliar las indagaciones.