miércoles 19 de noviembre de 2025
Editorial

Una emergencia del presente

Los últimos datos sobre el aumento de casos de sífilis en Argentina representan una amenaza para la salud de la población. En lo que va del 2025, el país registró más de 36.000 notificaciones, lo que representa un aumento del 20,5% respecto del año anterior. No se trata de un pico circunstancial, sino de una tendencia sostenida desde 2011, interrumpida únicamente durante 2020 y 2021, cuando las restricciones de circulación y de contacto impuestas por la pandemia redujeron transitoriamente la propagación de ésta y otras enfermedades de transmisión sexual (ETS).

Durante el gobierno de Mauricio Macri, los casos notificados de sífilis se triplicaron. La enfermedad, lejos de ser aquella “cosa del pasado” que muchos imaginan, ha recuperado una gravitación alarmante.

Catamarca no escapa a la realidad del resto de las jurisdicciones: los casos se triplicaron en los últimos tres años y, según datos del CUR (Centro Único de Referencia), solo el año pasado se detectaron 743 positivos sobre 4.176 test rápidos realizados. Para una provincia de población relativamente pequeña, el cuadro es verdaderamente serio y evidencia de una alta circulación que requiere de manera urgente reforzar la prevención y el diagnóstico.

La sífilis, lejos de ser la “enfermedad del pasado” que muchos imaginan, ha recuperado una gravitación alarmante en los últimos años. La sífilis, lejos de ser la “enfermedad del pasado” que muchos imaginan, ha recuperado una gravitación alarmante en los últimos años.

Aunque la sífilis es una enfermedad potencialmente mortal si no se trata, su cura es sencilla mediante la aplicación de antibióticos. Pero justamente esta paradoja contribuye a uno de los factores que explican su rebrote: la falta de percepción de riesgo. A esto se suma, como tendencia preocupante en las prácticas sexuales de muchas personas, el escaso uso del preservativo, especialmente entre jóvenes, y la falta de información clara y sistemática sobre las ETS.

No es la primera vez que los cambios en los comportamientos de cuidado impactan en la circulación de enfermedades. La incidencia de la sífilis disminuyó drásticamente cuando comenzó a propagarse el VIH; el miedo a este último virus, su letalidad y la ausencia de tratamientos efectivos en los primeros años reforzaron el uso del preservativo y los métodos de prevención. Sin embargo, a medida que el VIH comenzó a tener tratamientos eficaces, mejoró la expectativa y calidad de vida de las personas que viven con el virus y, paralelamente, se relajaron las conductas preventivas. Esa “normalización” derivó en el resurgimiento de otras ETS, entre ellas, precisamente, la sífilis.

Hoy, en un escenario que combina descuido, falta de información y crecimiento sostenido de los contagios, es indispensable que el Estado, las instituciones de salud y las organizaciones comunitarias refuercen campañas de concientización, explicando cómo se contagia la enfermedad, cuáles son los métodos de prevención y qué tratamientos existen. El test rápido es, además, una herramienta poderosa y sencilla que salva vidas y previene complicaciones. Debe comprenderse cabalmente que la sífilis no es un problema del pasado, sino una emergencia del presente.

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