sábado 21 de junio de 2025
Cara y Cruz

La espada de Damocles de la morosidad

Ya son varios los informes que alertan sobre el grave problema que implica el alto nivel de endeudamiento de las familias en la Argentina. Si bien los que padecen este problema pertenecen sobre todo a los sectores de mayor vulnerabilidad socioeconómica, también afecta a vastos sectores de la clase media.

El último informe del Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (IETSE), por ejemplo, revela que el 91% de las familias argentinas tienen algún tipo de deuda, la inmensa mayoría contraída durante 2024, año en el que se produjo un deterioro, particularmente en el primer semestre, del poder adquisitivo de los salarios. Específicamente, el 12% de las deudas vigentes fueron contraídas en 2023, el 15% en lo que va de este año y el 73% restante durante el año pasado.

Según los estudios conocidos en los últimos días, en los últimos dos años ha cambiado también el motivo del endeudamiento. Mientras en años anteriores una altísima proporción del endeudamiento era para la adquisición de bienes durables (electrodomésticos, viviendas, vehículos de todo tipo, por ejemplo) desde el año pasado se ha incrementado de un modo notable el endeudamiento con tarjetas de crédito para comprar alimentos o pagar los servicios, que se encarecieron en niveles muy superiores a la evolución del índice general de precios.

Las deudas impagas son el 10% del total y crecieron 6 puntos las que ya están en instancia judicial, convirtiéndose en una verdadera espada de Damocles sobre la economía argentina. Las deudas impagas son el 10% del total y crecieron 6 puntos las que ya están en instancia judicial, convirtiéndose en una verdadera espada de Damocles sobre la economía argentina.

El trabajo del IETSE califica de "síntoma concluyente de empobrecimiento" el hecho de que el 58% de las deudas contraídas con tarjeta de crédito correspondieron a la compra de alimentos.

No solamente es muy preocupante el nivel de endeudamiento de las familias argentinas, sino también la alta proporción de morosidad, que no es otra cosa que la imposibilidad coyuntural o de mediano y largo plazo de hacer frente a las deudas contraídas. Las deudas impagas son el 10% del total y crecieron 6 puntos las que ya están en instancia judicial, señala el IETSE, convirtiéndose en una verdadera espada de Damocles sobre la economía argentina.

Otro estudio, en este caso de la consultora EcoGo, señala que en la actualidad el crédito total de los hogares ya representa el 5% del PBI argentino, el nivel más alto desde 2018. Un año atrás, equivalía al 2,3%, es decir, a menos de la mitad.

El nivel de deuda que tienen las familias respecto de sus ingresos mensuales varía según si el deudor tiene o no un trabajo estable. El promedio de los asalariados es una deuda equivalente a entre el 20 y el 30% de sus ingresos mensuales. Pero en los trabajadores informales o cuentapropistas el porcentaje se eleva por encima de los ingresos mensuales.

En los sectores de mayor informalidad, y en los asalariados que pierden su trabajo, ya sea en el ámbito estatal o privado, es donde reside el mayor riesgo de morosidad y, en definitiva, de imposibilidad de hacer frente a la deuda. La morosidad no es solo un problema del endeudado y del acreedor, sino, cuando los niveles superan el promedio habitual, un problema generalizado, es decir, de todo el sistema económico. Si se corta la cadena de pagos se acrecienta el riesgo de un colapso en el funcionamiento de toda la economía, con paralización de la actividad productiva, el cierre de empresas y un aumento del desempleo.

Y como la mora aumenta porque la recuperación de los salarios luego del rápido empobrecimiento del primer semestre de 2024 se ha frenado o es demasiado lento, la posibilidad de inestabilidades del tipo mencionado no debe descartarse.

Un dato que corrobora la preocupante tendencia es que también afecta a las empresas. Cámaras de comercio e industria de varias provincias han anticipado dificultades para el pago del medio aguinaldo a sus empleados, y demandan de los bancos, tanto del sector público como del privado, líneas de créditos blandas para poder hacer frente a esas obligaciones. Si hay empresas que no pueden pagar el medio aguinaldo a trabajadores que esperan con ansias ese refuerzo salarial para poder salir de la morosidad, es fácil intuir el conflicto que puede avecinarse.

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