miércoles 18 de junio de 2025
Cara y Cruz

Doctrina lemoiniana

La diputada nacional Lilia Lemoine se destaca como arquetipo de un espécimen libertario caracterizado por ejercitar la obsecuencia hacia Javier Milei a pura prepotencia de sandeces. Conviene prestar atención a sus manifestaciones, pues expresan una pulsión muy extendida entre las filas oficialistas, nunca desautorizada e incentivada por la propensión a los disparates y las rabietas del propio Presidente.

La última incursión de la legisladora se produjo en el marco de la polémica con el personal del emblemático Hospital Garrahan, víctima de la motosierra. Comenzó con un posteo en la red social X, dilecto canal de comunicación de las tropas libertarias, en el que se burló de la vocación por la pediatría expresada por los médicos residentes del nosocomio.

La diputada nacional Lilia Lemoine esgrimió argumentos grotescos para desacreditar al personal del Hospital La diputada nacional Lilia Lemoine esgrimió argumentos grotescos para desacreditar al personal del Hospital

“Nadie tiene por qué pagar por tus sueños. Yo soñaba con ser astronauta. ¡Quiero que me paguen mi sueño ya!”, ironizó.

Las respuestas a la tentativa de humorismo no consiguieron más que renovar los bríos de la doctrina lemoiniana.

“Siempre podés renunciar y trabajar de algo que a vos te convenga o te sirva. Yo trabajé mucho tiempo de lo que tenía que trabajar para ayudar a mi familia. ¿Por qué yo pude y otros no?”, aconsejó Lilia.

Cuánto sacrificio, pobre muchacha.

En declaraciones a la prensa, la diputada perseveró en desacreditar a los médicos del Garrahan por “haber estudiado Medicina sabiendo que los médicos están mal”, en lugar de hacer como ella, que supo postergar la vocación que le demandaba su talento hasta el momento económico propicio para satisfacerla.

"Yo estudié algo que a mí me permitía tener una salida laboral rápida y donde yo podía ganar dinero para ayudar a mi familia. Yo entiendo que vos tengas sueños y que quieras estudiar lo que te gusta. Yo estudié Efectos Especiales recién a los 28 años, no a los 18; a los 18 tenía que ayudar a mi familia y si podés no trabajar y estudiar Medicina me parece fantástico, pero si vos mientras estás estudiando no te das cuenta de que los médicos están mal…”, pontificó.

Entusiasmada, amplió el argumento: “Que estudien lo que quieran, pero que sepan que cuando vos estudiás y elegís una carrera, tenés beneficios y tenés perjuicios. Yo estudié una carrera con una salida laboral rápida. ¿Era la que yo soñaba? No, no lo era. Tenés que separar tus deseos, tus sueños, de tu trabajo y tu responsabilidad".

Había sido un ejemplo de vida, esta Lilia. Hay que ser muy insensible para no conmoverse porque haya tenido que demorar tanto para cumplir con su deseo de estudiar Efectos Especiales, aunque sus trabajos en este terreno sean menos conocidos que hazañas metafóricas como la de haber descripto a un exfuncionario “a punto de sobarle la quena a alguien”.

Los dislates de Lemoine se inscriben en una degradación grotesca de la dialéctica política general lamentablemente naturalizada, pero en la polémica del Garrahan desnudaron toda una concepción sin que nadie con autoridad en el oficialismo la ubicara.

Su interlocutor en X le recordó que el hospital forma 75 pediatras al año.

“Pasa que como los médicos son muy respetados y se suele pensar (mal) que hay que cuidarlos más que a un albañil, una peluquera o una cocinera, no estás acostumbrado a que te hablen honestamente en la cara. Si dejan de formarse pediatras, ahí sí, veremos qué pasa”.

Toda profesión es respetable, pero poner médicos en las peluquerías y peluqueros en el Garrahan no parece muy criterioso. Lo más probable es que se terminen cortando más orejas que pelos, por no hablar de los bucles en la aorta.

Claro que Lemoine es diputada nacional, así que… vaya uno a saber.

Cuando la estupidez termine de imponerse, ahí sí, veremos qué pasa. Si alguna neurona sobrevive al estrago.

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