martes 1 de octubre de 2024

Despedida a Fabián Martinena

El lunes 23 de septiembre, en las primeras horas de la mañana, le dijo adiós a esta tierra el reconocido artista visual, diseñador y coleccionista catamarqueño (por adopción) Fabián Martinena, a los jóvenes 54 años. Fue reconocido por ser el autor de la Bandera de Catamarca y la Bandera de la Capital, como también el responsable de diseñar los logos y la identidad de la Fiesta Nacional e Internacional del Poncho desde 2001 hasta esta última de 2024.

Sus compañeros del Ministerio de Cultura, Turismo y Deporte lo recordaron como un “apasionado del dibujo y la ilustración”. “Fabián dedicó su vida al arte y al diseño. Al menos por 20 años, la Fiesta del Poncho contó con la distinción de sus diseños, en los que lograba plasmar en increíble síntesis la esencia e identidad de la fiesta catamarqueña. Se movía con igual destreza en el terreno de lo digital y de lo analógico, dibujando a mano alzada o con su lápiz digital, logos, retratos o personajes fantásticos”, recordaron.

“También incursionó en el lenguaje audiovisual y en la animación, mixturando las distintas posibilidades del arte visual. Como diseñador institucional del Ministerio, realizó una infinidad de imágenes con las que se presentaron y promocionaron eventos de magnitud como las distintas ediciones de la Feria del Libro, del Festival del Ponchito, muestras y distintas campañas promovidas desde el organismo. Además, realizó innumerables proyectos gráficos para empresas e instituciones de Catamarca y de otros lugares de Argentina y del extranjero, entre tantos trabajos para los que fue convocado, como para la realización de la imagen del Festival Nacional del Folklore de Cosquín en 2022”, destacaron.

“Nos deja un legado lleno de colores, formas y armonía. ¡Gracias Fabián!”, concluyeron.

Fabián Martinena nació en la Ciudad de Buenos Aires el 9 de abril de 1970 y estudió diseño gráfico en el Centro de Arte y Diseño “Donato Grima” de Tucumán, además de técnicas de cine-animación dictado por el Centro Experimental de Animación organizado por el departamento de Cine y TV de la Universidad Nacional de Córdoba, y Artes Plásticas en el Instituto Superior de Arte y Comunicación (ISAC) de Catamarca.

En noviembre de 1994 participó en Tucumán del 1er. Concurso Internacional de afiches sobre el Holocausto Nazi, en conmemoración de su Cincuentenario, obteniendo medalla de oro. En abril de 1995, obtuvo 1er. Premio, 1era. y 2da. Mención en el concurso de logotipos del “Año Mariano Diocesano”, Catamarca. En noviembre de 2005, recibió el 1er. Premio, reconocimiento del Instituto Nacional Belgraniano y Medalla de Honor en concurso abierto por la creación de la Bandera Municipal, otorgado por la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de la Capital, junto a la Asociación Damas Belgranianas con la aprobación del Concejo Deliberante de la Capital. Hizo exposiciones personales y colectivas de pintura, escultura y grabado.

En Revista Express, lo recordamos con una entrevista que concedió en agosto de 2008, en la que contó su pasión por el mundo de la ciencia ficción, especialmente por la saga Star Wars.

Un diseñador visual apasionado por los juguetes

El coleccionista

Amante del universo “Star Wars”, Fabián Martinena armó una importante colección con sus personajes. También reúne piezas antiguas. Orgulloso, mostró su pequeño tesoro a Express.

“Jabba el Hutt”, aquel gigantesco alienígena obeso y con forma de gusano que apareció en la recordada escena junto una joven y sensual Leia encadenada a su cola, es uno de los muchos personajes de Star Wars (La Guerra de las Galaxias), que el diseñador Fabián Martinena posee en su casa. El sapo galáctico está recostado en una especie de trono, en su cantina espacial, recreando aquella secuencia difícilmente olvidable de la saga creada por George Lucas.

Es que desde la primera vez que vio esos filmes, finalizando la década del 70, Fabián se convirtió en un amante del universo de Lucas, que lo marcó de una manera definitiva. Y desde entonces no paró de coleccionar cuanto muñequito podía conseguir. El catálogo creció a través de los años y a los personajes de la saga le sumó juguetes antiguos de los cuales también se declaró apasionado.

“La idea de coleccionar juguetes nace sin darme cuenta. Desde muy chico tuve contacto con ellos, y más allá de un pasatiempo es una forma de sentirme cómodo con lo que me gusta y siento”, cuenta.

Todavía se acuerda bien el momento en el que el romance inició: “Mi colección particular está compuesta preferentemente por lo que alguna vez descubrí a través de las películas. En el año 1977, una tarde de invierno, fui al Cine Teatro Catamarca a ver una película que cambió mi punto de vista de las cosas para siempre. Esa película fue Star Wars y desde ese momento, ya nada sería lo mismo”, recordó.

“¿Qué era todo eso?”, me pregunté… De repente tuve la necesidad de saber más de todo aquello, en un mundo sin televisión por cable, sin videoclubes, sin la posibilidad de averiguar y con tan sólo ¡7 años! Después de haber visto la película, jamás pensé que podía revivirla a través de un juguete, así que, por pedido insistente de mi parte, mi madre comenzó comprándome uno a uno los personajes hasta completar la colección que por esa época era de sólo doce figuras”, contó.

La perseverancia de Fabián fue notable desde el primer momento. Lejos de desanimarse por no poder conseguir otros personajes fácilmente, esperó con paciencia y a lo largo de los años fue formando un inventario único, que ahora enseña a Express.

“La importación de productos era poca o nula en aquel entonces, así que simplemente me conformé jugando con ellos creándoles escenarios de cartón y haciéndoles naves de madera. Con los años y sin proponérmelo, fui adquiriendo todo cuanto encontrara de ciencia ficción o fantasía. Mi colección es mi orgullo y tiene tantos años como el gusto que siento por el tema”, agrega.

La pasión por Star Wars, según dice Fabián, no sería la de un fan cualquiera, sino más bien la de un admirador de la obra de Lucas, a quien tal vez reconoce como a un colega. “No estoy totalmente convencido de que lo mío sea un fanatismo, siempre dije que prefiero llamarlo “gusto”; un gusto particular por todo el universo Star Wars, que no es otra cosa que una serie de mitologías y creencias amalgamadas en películas que tratan de explicar los mitos y las religiones de distintas culturas”, explica.

Sostiene Fabián que la saga fantástica del realizador norteamericano, y los otros juguetes que tuvo, fueron determinantes cuando tuvo que elegir un modo de vida. Y todavía sigue vinculado, aunque ahora laboralmente, a aquella actividad lúdica que tanto lo absorbió de niño. “Mi actividad profesional, el trabajo de todos los días, ha sido forjado de algún modo por el contacto que tuve con juguetes en mi infancia. Siento que la capacidad de simbolizar nos permite evocar, imaginar y construir nuestra subjetividad. En esto consiste el papel transformador y la dimensión social que encierran los juguetes. A través de ellos podemos visualizar cuánto muestran acerca de su sociedad y su tiempo, qué cambios culturales los favorecen o acompañan, qué valores los sustentan”, evaluó.

“Un juguete no necesariamente debe ser catalogado por la sofisticación que pueden tener, o en artilugios comerciales que la mayoría pueden encerrar; me refiero que, para desarrollar un juego determinado, basta con usar la imaginación y cualquier cosa a mano sirve para recrear un juguete en particular. Cada vez que un niño juega, está construyendo un espacio imaginario en el cual ensaya habilidades y capacidades que a la larga utilizará en su vida. Entiendo el juego como un modo de aprender a vivir y no como un mero pasatiempo”, remarcó.

De un tiempo a esta parte, el interés por los juguetes de Martinena también incluyó piezas antiguas, artesanales, que comenzó a adquirir en distintos lugares. “Eso me llevó a conocer personas de distintas clases sociales y de edades disímiles que me cuentan de los juegos de antaño y el modo de ver la vida con ojos de niño, recreando historias diferentes, pero con un hilo conductor en común a todos”, dice, mientras muestra uno de los orgullos de su colección, un caballito de madera.

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