viernes 13 de diciembre de 2024
Pobreza en alza

Creció 70% la cantidad de asalariados privados que no llegan a cubrir una canasta básica

. “El trabajo formal también ha dejado de ser una garantía de inclusión social”, alertaron desde la Universidad de San Martín.

La sostenida caída de la actividad económica desde fines de 2023 se tradujo en un aumento de la pobreza a ritmo acelerado que, en lo concreto, se plasma en una realidad cada día más acuciante: el marcado crecimiento de trabajadores formales que no llegan a cubrir sus necesidades básicas de alimentación y servicios esenciales. Al respecto, entre inicios de 2023 y este año la cantidad de empleados registrados del sector privado bajo la línea de pobreza se incrementó 71% mientras que la de empleados públicos escaló 154%. Al mismo tiempo, la indigencia –no tener siquiera lo mínimo para comer- es una realidad corriente entre los informales ya que el 24% ingresó este año a esa categoría.

Los datos se desprenden del último informe de coyuntura elaborado por el centro de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (CETyD) de la Universidad de San Martín (UNSAM) desde donde alertan que tal panorama “evidencia que el trabajo formal también ha dejado de ser una garantía de inclusión social”. En relación, señalaron que “una de las novedades más relevantes de la etapa radica en que la pobreza dejó de ser un fenómeno minoritario para los trabajadores formales y pasó a representar la situación de casi un tercio de ese universo”. Así, la proporción de asalariados registrados del sector privado en hogares bajo la línea de pobreza creció del 17% al 30% y la de empleados públicos, del 11% al 28%.

Esto se da en un marco donde se incrementó la cantidad de personas que buscan trabajo por “la necesidad de sumar ingresos a los hogares por la recesión” y a la par de que la destrucción de puestos en actividades clave como industria y construcción, llevó la tasa de desempleo del 6,2% al 7,6% (entre 2T 2023 y 2T 2024) contabilizándose 308 mil desocupados nuevos. De esa manera, el combo letal de caída del poder de compra de los ingresos y pérdida de empleo tiene su correlato en que, al finalizar el primer semestre de este año, el 52,9% de la población de nuestro país se encontraba bajo la línea de pobreza, el número más elevado en casi 20 años. La pobreza tuvo este año el salto más acentuado de las últimas décadas ya que “desde 1989, el ritmo de aumento fue sólo superado por el de la hiperinflación de ese año y por el de la crisis de 2001”.

Asalariados más pobres

El empleo formal en el sector privado acumuló en julio once meses consecutivos de caída, alcanzando una destrucción de 180 mil puestos de trabajo desde agosto de 2023. El 70% de esa caída estuvo concentrada en la construcción y la industria, que aportaron el 52% y el 19% del total de los puestos perdidos.

La situación de las y los trabajadores que pasaron a engrosar las filas del desempleo se combinó con una importante caída del poder adquisitivo de los ingresos tanto laborales como no laborales. En detalle, entre los primeros trimestres de 2023 y 2024 ambos tipos de ingresos se retrajeron en promedio un 20% en términos reales (considerando la inflación): ingresos laborales (-19,9%), salario formal privado (-18,1%), salario sector público (-22,3%), informales (-21,1%), trabajadores por cuenta propia (-11,2%), Ingresos no laborales (-20,7%), jubilación o pensión (-27%), subsidio o ayuda social (-13,7%).

El resultado de esto fue un marcado aumento de la pobreza que trajo consigo además un aspecto cada vez menos novedoso: un significativo aumento de la pobreza entre trabajadores formales. “Entre los primeros trimestres de 2023 y 2024, la cantidad de empleados registrados del sector privado que residen en hogares bajo la línea de pobreza se incrementó 71%. A su vez, quienes más padecieron la caída de ingresos fueron los empleados públicos, entre quienes la cantidad de trabajadores pobres se incrementó 154%”, detalló el informe del centro de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (CETyD).

Vale aclarar, se trata de trabajadores que pese a tener ingresos registrado no alcanzan a cubrir una canasta básica de alimentos, bienes y servicios esenciales para sobrevivir junto a su familia. En ese sentido, si bien los puestos más precarios y de menores ingresos, siguen concentrando los mayores niveles de trabajadores pobres ya que el 66% de los asalariados informales y el 55% de los cuentapropistas está en dicha situación, desde el centro de investigación puntualizaron que “una de las novedades más relevantes de la etapa radica en que la pobreza dejó de ser un fenómeno minoritario para los trabajadores formales y pasó a representar la situación de casi un tercio de ese universo”.

En lo concreto, el porcentaje de asalariados registrados del sector privado en hogares bajo la línea de pobreza creció durante el último año del 17% al 30% y la de empleados públicos, del 11% al 28%.

Ahora bien, si la pobreza se transformó en un fenómeno recurrente entre los trabajadores formales, la indigencia es una realidad que golpea cada vez más a las y los informales. “Quienes hace un año ya se encontraban bajo la línea de pobreza, como sucedía con una considerable proporción de asalariados no registrados y cuentapropistas, el descenso de un peldaño más durante 2024 los pudo situar directamente en la indigencia”, afirmaron desde el centro que coordina el investigador Matías Maito. Como resultado, el 24% de los trabajadores informales y el 22% de los cuentapropistas ingresaron a principios de la gestión de Javier Milei en la categoría de indigentes.

Qué pasa en el segundo semestre

Si bien “desde las principales consultoras tienen expectativas de un leve crecimiento de la actividad para el tercer y cuarto trimestre, los primeros indicadores adelantados de actividad publicados a la fecha aún no permiten corroborar plenamente esa tendencia”, planeta el informe del CETyD (EIDAES-UNSAM) que analiza el impacto del crecimiento de la pobreza sobre los trabajadores.

Respecto a lo sucedido en esta segunda mitad del año, se analizó que “las negociaciones paritarias del sector privado de los últimos meses definieron incrementos levemente por encima de la inflación y esto permitió que el poder adquisitivo de los salarios se sitúe en septiembre de en niveles cercanos a los de noviembre de 2023”. En total oposición a esa realidad, “la contracción salarial que atravesaron los trabajadores del sector público entre fines de 2023 y principios de 2024 se ha profundizado durante los últimos meses”. En particular, en octubre, el poder adquisitivo de los trabajadores de la administración pública nacional estaba 20% por debajo de noviembre del año pasado.

Finalmente, las distintas herramientas del sistema de protección social siguen un desempeño heterogéneo. Por un lado, la Asignación Universal por Hijo “se situó durante los últimos meses en un valor que está cerca de duplicar el de noviembre de 2023”. Por otra parte, las jubilaciones “atravesaron una significativa contracción durante los primeros meses del año y recién en junio recuperaron el poder adquisitivo que tenían antes de la devaluación de diciembre” mientras que los principales programas sociales “acumulan una caída en su ejecución presupuestaria del 43% desde principios de año”.

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