miércoles 27 de agosto de 2025
Aculturación

Atahualpa y su descendiente Jefferson

Por Javier Vicente- Especial para EL ANCASTI, Agosto de 2025

Hace unos días tuve la dicha de conocer Perú. Los relatos sobre Pizarro, Atahualpa y las barbaridades cometidas por los españoles pude corporizarlos viendo las ruinas de lo que alguna vez fue un imperio de entre 10 y 12 millones de habitantes, que abarcaba desde Colombia, Ecuador, Bolivia, hasta parte de Chile, Argentina y Brasil , con centro en Perú y un territorio equivalente en kilómetros al actual de la Argentina. Un reino inca riquísimo, del que los conquistadores se llevaron todo, sirviendo tan sólo como ejemplo que Pizarro exigió para liberar a Atahualpa llenar la iglesia de Cajamarca de oro y plata al completo, por lo que los incas debieron desmantelar, entre otras cosas, los techos del centro ceremonial de Coricancha en Cusco, capital del imperio: 500 planchas de oro macizo.

Atahualpa fue igualmente sacrificado con el garrote vil, Vaya la mención de ese episodio para medir el grado de codicia y barbarie del accionar conquistador, un episodio dramático entre muchísimos, menos conocidos. Pero no dejados de sufrir por los que luego se denominarían peruanos. Cuando empecé a tratar con la gente que me recibía, y como lo hago siempre, pregunté sus nombres para luego llamarles por él. Comencé a notar algo que me pareció singular, y cito a modo de ejemplo: Jennifer, guía en Lima; Karin, Brigitte, Erik y Heidi, empleados en hotel de Lima; Everlyn, chofer en Collca; Magali, guía, Vladimir, chofer y Lenin, recepcionista, en Arequipa; Yeltsin, Axel, Leidi, guias en Cusco ; Reyner, guía en Machu Picchu... Se trataba en todos los casos de chicas y muchachos de entre 25 y 35 años. Nunca un Carlos, un Luis, una Graciela, una María …

Y pasados los días, me preguntaba a qué extraño sino se debía ese fenómeno identitario. Cómo puede ser que los descendientes de tan grande imperio, que debieran estar orgullosos de tan importante pasado como el que demuestran los números que mencionamos antes, y sus edificaciones monumentales, terrazas de cultivo con sistemas avanzados de regadío que aún subsisten, geoglifos como los de Nazca, creaciones artisticas y muchas muestras más de una civilizacion avanzada, puedan prescindir, olvidar, ocultar, renegar de ese pasado incluso heroico y, en lugar de llamarse Huaman, Kuntur, Inti, Tupac .se llamen con nombres anglófilos (las excepciones Lenin, Yeltsin y Vladimir parecen homenajes a Sendero Luminoso) en aras de una identificación con un mundo "mejor", "superior, "más digno" ....porque es ingles o yanqui. El chófer de uno de mis viajes me decía que una vecina suya 'serrana", término con el que en Perú llaman a los que no son de Lima, a los que vienen del interior, de las sierras, eligió como nombre para su hijo Gary Lineker … Gary Lineker Quispe.

Los argentinos tenemos muchas razones para enorgullecernos, (por el futbol, los premios Nobel, los grandes patriotas como San Martin, Belgrano, Güemes; algunos líderes políticos para muchos, el Papa Francisco, pensadores, escritores, músicos) pero creo que siempre o casi siempre a título individual, no colectivo, no como gesta de masas. El Perú, en cambio, tiene un pasado sólido, colectivo, de una imponencia difícil de igualar, hoy sumido en no digo olvido, sino algo peor: desconsideración por lo propio, desamor por lo nativo, admiración de delirios de grandeza ...ajena. Del "éxito" de naciones con algunas gentes tan pobres que sólo tienen dinero. Otro conductor, ya mayor y reflexionando sobre este tema me decía: "mire usted a los paraguayos , desde el primero hasta el último se enorgullecen de su pasado guaraní, y desde el más humilde hasta el millonario hablan guaraní".

No deseo entrar en un conflicto internacional con los hermanos peruanos, ya en bastantes conflictos innecesarios nos mete nuestro presidente. Solo reflexionar sobre lo fuerte de la alienación que proponen, una vez más, los medios, las novelas, las publicidades en los tiempos de entre 1995 y 2000 en los que los padres de estos jóvenes. decidieron llamar a sus hijos. Los argentinos somos, creo, bastante alienados en varios sentidos. Tenemos nuestros Brians, Jonatans, Allisons. Se dice que Caba quiere ser Miami, Córdoba quiere ser Caba y Mendoza quiere ser Córdoba. No pensé que iba a encontrar algo similar o mucho más marcado aún en Perú.

Es cierto que la mayoría de la gente de cada lugar del mundo no se interroga demasiado sobre su pasado y solo desea prosperar y ser feliz según lo que percibe como próspero y feliz de acuerdo a lo que le muestran los medios. Los hermanos peruanos decidirán, por supuesto y como corresponde, ésta y otras cuestiones con sus ideas y con sus circunstancias; no seré yo quien les diga qué tienen que hacer ni cómo deben llamar a sus hijos. He comentado esto con gente allá y aquí. Los antropólogos hablan de aculturación. Algunos dicen que es natural; otros, que es intrascendente. A mí me dio pena.

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