viernes 29 de marzo de 2024
Editorial

Atada con alambres

Economistas de la ortodoxia liberal como de la heterodoxia coinciden en que la calma...

Por Redacción El Ancasti

Economistas de la ortodoxia liberal como de la heterodoxia coinciden en que la calma cambiaria que existe en la actualidad es ficticia y que prolongarla mucho tiempo más puede traer, como ocurrió el año pasado, una corrida hacia el dólar de consecuencias conocidas en lo que respecta a la desestabilización de las variables económicas y una nueva escalada inflacionaria.

La baja del dólar de las últimas semanas es interpretada como un movimiento que anticipa un salto posterior, porque además la inflación, aunque se ha moderado un poco respecto de meses anteriores, sigue muy alta: por arriba del 2,5% mensual. 

La paradoja, fácilmente advertible, es que en una economía fuertemente dolarizada como la argentina, cuando el dólar sube, suben los precios; pero cuando el dólar baja su cotización, los precios no bajan: siguen subiendo aunque a un ritmo menor al de los periodos de corrida cambiaria. 

El ex viceministro de Economía Orlando Ferreres, cuyas opiniones son permanente atendidas por el gobierno nacional, considera el dólar debería estar actualmente en 54 pesos, es decir, un 20 % superior al nivel actual. Ese sería, según el economista “el valor de equilibrio del tipo de cambio real para despejar escenarios de vulnerabilidad externa. Es un riesgo no tener en cuenta la paridad de equilibrio real, porque se podrá estar bien por un tiempo, pero luego aparecen los efectos del desajuste”.

La paz cambiaria ha tenido un leve impacto en la baja de la inflación, pero ha contribuido con las expectativas gubernamentales de llegar mejor posicionado a las distintas instancias electorales que se avecinan. Sin embargo, el resto de los indicadores siguen alertando sobre la gravedad de la crisis. El desempleo sube, lo mismo que la pobreza y la indigencia, la recesión se prolonga –ya lleva cuatro trimestres- y el cierre de empresas, sobre todo las vinculadas a la industria y el comercio,  es un fenómeno que se registra a diario en todo el territorio nacional.

La estabilidad alcanzada, coinciden los analistas, es bastante precaria. Jorge Carrera, ex gerente de Investigaciones del Banco Central sostiene  que  “mantener esta paridad real muchos meses no es gratuito. La inercia inflacionaria sigue siendo elevada y altera las expectativas de los inversores. El tipo de cambio planchado induce a muchos inversores a pensar que la divisa esta barata. El resultado es que aparecerán hipótesis que antes o después de las elecciones va a haber una corrección. La sensación del dólar barato potencia las condiciones para una nueva corrida”.

El resultado de las elecciones, analizan los economistas, puede generar también turbulencias financieras que afecten rápidamente a la economía real. Este pensamiento es, también, el de los funcionarios de Hacienda de las provincias. Lo señaló ayer con bastante claridad el ministro catamarqueño Sebastián Véliz: “La economía está atada con alambres hasta que pasen las elecciones”.

El gran interrogante es qué pasará después.

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