sábado 27 de septiembre de 2025
Editorial

La salud como inversión, no como gasto

El reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre las enfermedades crónicas no transmisibles (ENT) debería encender luces de alarma, pero también abrir un horizonte de esperanza en tiempos de fuertes presiones sobre los presupuestos sanitarios, especialmente bajo gobiernos de derecha que suelen considerar la salud como un gasto a recortar antes que como una inversión estratégica.

El dato central es revelador: con una inversión mínima -apenas 3 dólares por persona y por año entre 2025 y 2030- se podrían prevenir hasta 12 millones de muertes, evitar cerca de 28 millones de casos de enfermedades cardiovasculares y sumar 150 millones de años de vida saludables para el 2030. La magnitud del impacto es contundente frente a la pequeñez del desembolso.

Con una inversión mínima se podrían prevenir hasta 12 millones de muertes y evitar cerca de 28 millones de casos de enfermedades cardiovasculares. Con una inversión mínima se podrían prevenir hasta 12 millones de muertes y evitar cerca de 28 millones de casos de enfermedades cardiovasculares.

Las ENT -cáncer, diabetes, hipertensión, dolencias respiratorias, entre otras- provocan cada año 43 millones de muertes, de las cuales 18 millones son prematuras. El informe de la OMS muestra que combatirlas no requiere necesariamente de gigantescos presupuestos, sino de políticas inteligentes y sostenidas. De hecho, el organismo identificó 29 intervenciones eficaces y asequibles que constituyen “las mejores inversiones” en salud: desde el impuesto al tabaco y al alcohol hasta políticas alimentarias más saludables y la detección temprana de la hipertensión. Medidas que, además de salvar vidas, generan ahorros y beneficios económicos, ya que cada dólar invertido rinde entre 4 y 14 dólares en retorno, y en el caso de las enfermedades cardiovasculares, la relación es de 8 a 1.

El mensaje es claro: la prevención no solo evita sufrimiento humano y muertes eludibles, sino que también reduce los gastos que, de otro modo, erosionan las economías nacionales y en particular golpea a los sectores más vulnerables, aquellos que suelen quedar fuera de las políticas preventivas o que dependen exclusivamente de un sistema de salud pública muchas veces debilitado.

En Argentina, la reducción presupuestaria aplicada en los últimos años ha afectado de lleno al sistema público de salud. No solo se ha recortado en áreas preventivas -campañas de vacunación, programas de detección temprana de enfermedades, promoción de hábitos saludables- sino también en lo asistencial, con hospitales que enfrentan falta de insumos básicos, demoras en la provisión de medicamentos y carencia de personal suficiente para cubrir la demanda. Esta combinación erosiona la capacidad de respuesta del sistema, sobrecarga a los profesionales y, en última instancia, pone en riesgo la atención de millones de personas que dependen exclusivamente de la red pública.

Por eso, el informe de la OMS debería ser tomado como una advertencia pero también como una guía. Invertir en prevención no es un lujo ni una agenda secundaria: es una estrategia imprescindible para sostener un sistema de salud inclusivo, eficiente y justo. La OMS nos recuerda, con cifras irrebatibles, que la salud no puede ser vista como un gasto. Es, por el contrario, la mejor inversión que una sociedad puede hacer para garantizar su futuro.

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