En mayo del año pasado, Aarón Yusel Sierras en horas de la madrugada agredió sexualmente a una mujer. Sucedió en la zona norte de la Capital poco antes de las 6 de la madrugada. De acuerdo con la investigación, la mujer esperaba sobre una avenida a un compañero de trabajo. Allí fue abordada por el acusado, quien se desplazaba en bicicleta. Con amenazas de muerte, mientras portaba un elemento punzante, la llevó hasta un baldío donde la ultrajó. Ante los pedidos de ayuda de la víctima, el depravado le dio una golpiza y aprovechando su estado de indefensión le sustrajo pertenencias y se fugó.
Por sus propios medios la mujer se desplazó hasta una parada de colectivos, donde dos mujeres la asistieron. Poco después fue trasladada a una dependencia policial en un colectivo. En el lugar comentó lo sucedido y de inmediato se dio intervención a la Fiscalía de Instrucción de turno, desde donde se impartieron las medidas a cumplimentar. Ese mismo día, por la tarde, el acusado fue arrestado.
El fiscal de Instrucción de Séptima, Alejandro Gober, lo había imputado por los delitos de “abuso sexual con acceso carnal agravado por el uso de arma” y “robo”. La causa fue tramitada a la Oficina de Gestión de Audiencia para la realización de un juicio por jurados. No obstante, el acusado decidió confesar. A principios de mes en el ámbito de la Cámara de Sentencia en lo Criminal de Segunda Nominación se llevó a cabo un debate abreviado.
El juez Luis Guillamondegui fue el juez director. El Ministerio Público Fiscal estuvo representado por el fiscal del caso, Alejandro Gober, y por el fiscal de Cámara, Miguel Mauvecín. La defensa estuvo a cargo de la defensora penal oficial de Cuarta Nominación, Lorena Paschetta.
Ante la confesión y la prueba, las partes acordaron una pena. El juez lo halló culpable por el delito por el que vino incriminado y lo condenó a 11 años y seis meses de prisión. También lo declaró reincidente por tercera vez. Días pasados se conocieron los fundamentos.
El magistrado valoró la denuncia. “Resulta de suma relevancia porque pone en conocimiento las circunstancias”, indicó. Luego, destacó que la mujer contó que como pudo se dirigió a la parada de ómnibus. Allí, dos mujeres la ayudaron. Un colectivo la llevó hasta la sede del Grupo GIR y pudo dar las características del agresor. Además, señaló que las pericias psicológicas y el protocolo de abuso afirmaron que hubo una agresión sexual. A la vez, el cuerpo del acusado presentaba signo de defensa por parte de la mujer.
Asimismo, el informe psiquiátrico realizado a Sierras indicó que actuó bajo los efectos del alcohol y de psicofármacos. No obstante, la pericia rechaza cualquier vislumbre de inimputabilidad, dado que entiende la criminalidad de los hechos.
“Se encuentra acreditado el presupuesto de ‘flagrancia’, que habilita la procedencia del juicio desarrollado. El procesado, conforme la modalidad delictiva consumada, fue ‘sorprendido’; esto es, registrado y sindicado por la damnificada mientras ejecutaba su accionar disvalioso -reconocimiento que se confirma posteriormente con la rueda de personas practicada-. La conducta comprobada se agrava, en la emergencia, por haber sido cometido mediante el empleo de un arma punzante que admitió el procesado haber llevado en su indumentaria”, detalló.
En este sentido, precisó que este elemento fue percibido físicamente por la víctima al inicio de la agresión sexual. Sierras la amenazó y ello fue corroborado. La conducta posterior del acusado, en su raid delictivo, se corresponde con la figura de “robo”. “También se comprobó que Sierras, inmediatamente después de haber cometido la agresión sexual, aprovechándose del contexto de violencia física por él mismo generado, se apoderó sin ningún derecho de una cosa totalmente ajena (un teléfono celular), para luego darse a la fuga”, remarcó.
En los fundamentos, el magistrado resaltó que el acusado estaba bajo los efectos de alcohol y psicofármacos y poco escolarizado. Pese a su situación, colaboró con la Justicia al mostrar arrepentimiento y haber pedido disculpas a la víctima. Sin embargo, la modalidad delictiva empleada y la violencia empleada, como la extensión del daño emocional empleado, le jugaron en contra.
¿Qué hacer?
Ante una situación de violencia, propia o de una persona conocida, el primer paso es comunicarse a través de los distintos medios. La denuncia es importante para que la Justicia pueda arbitrar los medios y para poder facilitar los canales de las instituciones y organizaciones que están involucradas en el abordaje integral para que puedan intervenir.
Si te encontrás en una situación de violencia, pedí ayuda. Podés hacer la denuncia en la Unidad Judicial Especial de Violencia Familiar y de Género, ubicada Esquiú 315, funciona las 24 horas. También puedes presentarte en las Unidades Judiciales de Capital, Valle Viejo y Fray Mamerto Esquiú.