viernes 14 de noviembre de 2025
Cara y Cruz

Fintas a la eutanasia

La victoria libertaria desató en el peronismo un movimiento centrífugo, que se manifiesta en un fortalecimiento de las identidades provinciales para no ser arrastradas por el derrumbe del kirchnerismo afincado en el conurbano bonaerense.

Es la estribación final de un proceso que comenzó a incubarse durante la Presidencia de Mauricio Macri y eclosionó con el fracaso de la gestión de Alberto Fernández y el arribo de Javier Milei a la Casa Rosada, signado por la declinación del liderazgo de Cristina Kirchner y errores de conducción que aislaron a su sector, lo despojaron de expectativas y lo confinaron a lo testimonial.

CFK asumió la Presidencia del PJ Nacional a fines del año pasado, antes de quedar presa, y el resultado de su gestión está a la vista: un partido desarticulado y expulsivo, que ha perdido la potencia movilizadora simbólica que solía tener su sello, utilizado para operaciones de corte administrativo.

Los ataques e intrigas en curso contra Axel Kicillof reproducen maniobras que se desplegaron en distritos del interior para intentar domesticar referentes y proyectos insumisos. Catamarca no estuvo exenta de estos inconducentes dispositivos disciplinarios.

La conducción de Cristina Kirchner desarticuló al PJ nacional y lo despojó de potencial para generar expectativas La conducción de Cristina Kirchner desarticuló al PJ nacional y lo despojó de potencial para generar expectativas

No es extraño que, con los gobernadores a la cabeza, la dirigencia peronista se aparte de tan destructiva dinámica. Lo que el kirchnerismo le propone es la eutanasia. En ese contexto se inscribe la sugerencia del gobernador Raúl Jalil de “desconurbanizar” la política, que anticipa posiciones que se asumirán en el Congreso con la renovación parlamentaria.

El tucumano Osvaldo Jaldo ya tiene conformado un bloque propio en la Cámara de Diputados y es el modelo de gestión institucional que comienza a afianzarse.

Sin una organización nacional competitiva a la vista, con la conducción formal del partido reducida a custodia de los intereses de CFK, los jefes territoriales se parapetan en sus provincias para ampliar sus márgenes de maniobra bajo el empoderado orden libertario. La idea es coordinar acciones entre las bancadas provinciales, eventualmente regionales.

La exgobernadora Lucía Corpacci, actual senadora nacional, recurrió al mismo mecanismo para relacionarse con Macri. En 2017, Gustavo Saadi y Silvana Ginocchio dejaron el bloque que comandaba Agustín Rossi y conformaron la bancada “Elijo Catamarca”, decisión que fue muy útil como herramienta de negociación para Corpacci, en beneficio de la estabilidad de su gobierno y de la Provincia, pero les valió ácidas recriminaciones de los kirchneristas por el desacato.

La misma vía podría asumirse ahora, con los cuatro diputados nacionales que tendrá el peronismo catamarqueño hasta 2027: Fernando Monguillot, Claudia Palladino, Fernanda Ávila y Sebastián Nóblega. En el Senado, Guillermo Andrada ya conformó este año el bloque “Convicción Federal” con Fernando Rejal (La Rioja), Carolina Moisés (Jujuy) y Fernando Salino (San Luis).

Las maniobras en el Congreso responden a un reflejo autodefensivo no solo de los gobernadores, sino de los proyectos políticos que encarnan. De acuerdo a la evolución de los acontecimientos, podrían extenderse al campo electoral con la conformación de alianzas distritales que prescindan de referencias nacionales hoy por hoy inexistentes.

Está además la posibilidad de desdoblar los comicios provinciales de los nacionales, blindaje que Catamarca dejó de utilizar en 2013 pero cuya conveniencia se actualiza debido a la implosión de la capitanía metropolitana peronista. Las analogías son pertinentes. El FCS catamarqueño se mantuvo en el poder 20 años pese a la desintegración de la UCR nacional comandada, lo que son las casualidades, desde el área metropolitana.

Seguí leyendo

Te Puede Interesar