El mundo del teatro y el arte catamarqueño están de luto: la reconocida y talentosa actriz Blanca Gaete falleció anoche, a los 66 años, como consecuencia de un infarto.
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El mundo del teatro y el arte catamarqueño están de luto: la reconocida y talentosa actriz Blanca Gaete falleció anoche, a los 66 años, como consecuencia de un infarto.
Con una trayectoria tan extensa como fructífera, Gaete fue una figura central del teatro catamarqueño.
En 1973, con apenas 16 años recién cumplidos y recién egresada de la Escuela Normal, ingresó al Conservatorio Nacional de Arte Dramático en Buenos Aires, bajo los auspicios de otro de los grandes del teatro provincial, José Horacio Monayar.
Catamarca despide a una de sus más altas referentes culturales.
Desde esta mañana se lleva a cabo el velatorio de Blanquita en la sala Salo, ubicada en calle República a metros de 9 de Julio. Aproximadamente a las 10.30 será trasladada al Teatro Urbano Girardi dónde permanecerá hasta las 13. Finalmente, y como era su voluntad, sus restos serán cremados.
En 1973, con apenas 16 años recién cumplidos y recién egresada de la Escuela Normal, Blanca Gaete ingresó al Conservatorio Nacional de Arte Dramático en Buenos Aires. Todo gracias a otro de los grandes del teatro catamarqueño, José Horacio Monayar.
“Con Monayar fui al Intercolegial de Teatro mientras estaba en la Normal y allí él me llamó para integrar el elenco de la Escuela De la Quintana. Él fue quien aconsejó a mis padres para que me dejaran estudiar en Buenos Aires”, recuerda en un sábado lluvioso cafecito por medio y reconoce su “gran suerte. Mi único trabajo ha sido siempre el teatro y pongo siempre por delante el respeto del público, especialmente el popular que siempre está ávido de este lenguaje”.
Hacia la capital partió Blanca y nunca más dejó de ir y venir por América y por el mundo. El Golpe de Estado de 1976 cerró el Conservatorio por supuesta peligrosidad y la actriz se fue a Perú, donde por largos años se insertó en el elenco del Grupo Cuatro Tablas y mientras actuaba y daba clases de las nuevas formas de expresión corporal que había aprendido en Buenos Aires, formó el dúo Adaggio con una cantante peruana que se insertó en el Conservatorio Nacional de Música limeño y en la Universidad de San Marcos.
Hasta 1984, año de su regreso definitivo por razones familiares, Blanca recorrió América. Y cuando se instaló en Catamarca, armó grupos y más grupos, hizo obras de creación colectiva, obras de títeres, propuestas “solamente en la periferia de la ciudad y en el interior, inauguramos cantidad de espacios culturales en lugares como La Majada” con una de sus propuestas más queridas, El teatrito del barrio.
“Un día nos fuimos a La Rioja con Oscar Carrizo y un amigo de la infancia como era Jorge Paolantonio y ahí se produjo el encuentro mágico con Manuel Chiesa”, otro más de los catamarqueños que migraron. Con él hicieron una experiencia de investigación con base en obras de Paolantonio, de la que salieron “una primera propuesta que se llamó La Carta y después hicimos Julia Brandán con el ya fallecido Carlos Heredia”. Después fueron Blanca Leche y los cinco petisitos, “con la que hicimos más de mil representaciones”.
Y llegaron Los coroneles de Mitre, dramaturgia y dirección de Chiesa sobre el libro homónimo del historiador riojano Ricardo Mercado Luna. Con esa obra “nos fuimos al Teatro Nacional Cervantes y gané una beca para formarme en Cuba, en la escuela de teatro de la provincia de Escambray. Éramos tres becarios, un peruano, un ecuatoriano y yo. La beca era para solistas por lo que me pidieron que hiciera un solo y saqué Luisa ya no es joven, con base en el personaje que hacía en Los Coroneles”, recuerda entusiasmada y agrega “parece que salió bien porque me invitaron con esa obra a participar del Encuentro de Teatro para Jóvenes y Adolescentes en Perú”.
Jubilada desde hace casi media década, después de haber sido docente en todas las escuelas - la EVEA (antes Evei), Ponferrada e ISAC – Blanca es fiel espectadora de todo lo que se hace en esta ciudad y se entusiasma con que “se esté rompiendo con el costumbrismo. A Catamarca le hace falta mucho teatro porque los años de la Represión nos han jodido mucho. Me encanta ver los nuevos teatros, pero creo que hay que complementar con la dramaturgia, que se cuente una historia”, sostiene con un énfasis que parece liviano.
Estos años de “jubileo”, Blanca los reparte en múltiples actividades siempre teatrales “porque el teatro es el lenguaje que me acompaña siempre”. Dos veces por mes, pone al aire en Radio Valle Viejo la historia del Grupo Los Itinerantes, fundado por su hermano Tiescho, junto con Lulo Nieto, Peschiutta y Miguel “El Gordo” Chanampa, “los verdaderos radioteatristas de Catamarca”. Tuvo dos microprogramas en Radio Universidad, uno de cuentos infantiles y otro de cuentos para adultos y con esa voz seductora que emite el éter, grabó a la abuela Ñaña Curca para Tejerina avienta el mal viento de Chincho Poroto Teatro de Títeres, leyó historias en el primer encuentro gestado por el Grupo Las Eulalias de comunicación feminista, volvió a escena con su viejo compañero de ruta Silvio Rivas y Beto Visgarra en el café concert No hay dos sin tres, y vuelve en estos días como actriz en Crisálido, el próximo estreno del bailarín y coreógrafo Hugo Velárdez.
"Tuve excelentes maestros”, concluye la nota antes que el aguacero se desplome del todo en ese anochecer. “Me gusta mucho la música, me encanta la búsqueda, la exploración, transgredir lo establecido”. Será por eso que “cada vez me gusta menos el edificio teatral”.