Corría el año 1994 cuando el entonces ministro de Economía de la Nación, Domingo Cavallo, mando a los científicos “a lavar los platos”. Fue una desafortunada frase que pasó a la historia como símbolo de la subestimación oficial respecto del aporte de los científicos, a los que, como ocurre hoy, el gobierno les había recortado fuertemente el presupuesto para investigación. Cavallo se lo dijo a la socióloga Susana Torrado, que en un estudio detalló las consecuencias sociales que provocaba la Convertibilidad, pero fue un mensaje dirigido a los investigadores en general.
La realidad le dio con el tiempo la razón a Torrado: en 2001 Cavallo se vio obligado a renunciar, ya como funcionario de la Alianza, en el medio de una crisis gravísima provocada precisamente por su plan económico.
Treinta años más tarde de aquella expresión, el denuesto brutal contra los científicos la profiere el presidente de la Nación, Javier Milei, que fue aún más agresivo. Calificó a los científicos, intelectuales y docentes universitarios como “casta”, y los acusó de creer que “tener titulación académica los vuelve seres superiores” y que por esa razón “todos debemos subsidiarles la vocación”. El ataque no es puramente verbal. En realidad es un intento de justificar el ajuste presupuestario a universidades y a la investigación científica en general que se viene ejecutando desde diciembre del año pasado.
La calificación de casta provocó múltiples respuestas. Una de ellas fue la de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires. “A través de una posición oscurantista con siglos de atraso, el presidente Milei identifica a la comunidad científica y al pensamiento crítico como sus enemigos y niega el valor del conocimiento como base de la riqueza y el bienestar de las naciones” señala una publicación en redes sociales, para luego calificar el desfinanciamiento de la ciencia y la técnica de los últimos meses como “un proceso de destrucción sin precedentes”.
El investigador superior del Conicet Alberto Kornblihtt, biólogo molecular e integrante de las academias de ciencias de EE.UU., Francia, Brasil y Argentina, uno de los científicos argentinos más reconocidos a nivel mundial, calificó al presidente argentino de “bruto, cuya brutalidad es el instrumento para imponer su programa de explotación y miseria".
La poda de recursos para el sector origina paralización de investigaciones, becas que no se pagan y, lo más gravitante desde el punto de vista estratégico, científicos que habían vuelto al país en el marco del programa Raíces (que arrancó en 2003 durante el gobierno de Néstor Kirchner y se institucionalizó mediante ley en 2008) y ahora otra vez parten al exterior, donde realmente son valorados.
Las consecuencias de esta política de vaciamiento ya se empiezan a ver, pero tendrán grave impacto en el mediano y largo plazo.