Mientras se registran avances permanentes, aunque todavía insuficientes, en el reconocimiento pleno de los derechos de las personas con discapacidad en la Argentina, en otros lugares del mundo persisten normas más propias de la Edad Media. Que, además, defienden con énfasis representantes elegidos por el propio pueblo, lo cual es aún más grave.
El caso es particularmente delicado porque el desatino se produce en la nación que más gravitación tiene en el resto de los países del mundo, por su poderío económico y por su influencia política y cultural. Efectivamente, en el estado de Oklahoma, Estados Unidos, está vigente una ley que habilita los castigos corporales a los estudiantes con discapacidades. Cualquier persona desprevenida o no informada debidamente sobre este tema en particular, supondrá que se trata de una norma antigua, de otras épocas, que quedó en desuso. Pero no es así: muchos la justifican y la defienden. Y se oponen a que sea derogada, logrando, para colmo, su cometido.
En 19 de los 50 estados de Estados Unidos está permitido aplicar castigos físicos a los alumnos en las escuelas públicas. En Oklahoma aun si tienen alguna discapacidad.
Días pasados el proyecto de derogación fue debatido en la Cámara de Representantes de ese estado del sur del país norteamericano. El proyecto explicitó en qué consiste el castigo corporal: “La imposición deliberada de dolor físico mediante golpes, palizas, azotes, bofetadas o cualquier otra fuerza física utilizada como medio de disciplina”.
Se necesitaban 51 votos para lograr la anulación de esta ley retrógrada, pero solo alcanzó 45 votos a favor y 43 en contra. Los votos en contra fueron todos del Partido Republicano.
Quienes se mostraron a favor de la norma, y por ende en contra de la derogación, expusieron argumentos aberrantes para justificarlos. “La vara y la reprensión dan sabiduría. Pero un niño abandonado a sí mismo avergüenza a su madre”, dijo el republicano Jim Olsen, citando un pasaje fuera de contexto del Antiguo Testamento. Otro representante republicano, Randy Randleman, sostuvo que no disciplinar a un niño podría ser como cuidarlo “demasiado”.
Si bien es mucho más indignante que el castigo corporal se aplique a niños con discapacidad, también es repudiable que sea aplicable a cualquier persona como un método presuntamente vinculado a la educación. En 19 de los 50 estados de Estados Unidos está permitido aplicar castigos físicos a los alumnos en las escuelas públicas. Estos castigos, que pueden incluir golpes con una paleta, en las nalgas o cachetadas, en algunos casos forman parte del reglamento de algunas escuelas, donde se especifican de qué modo y en qué caso castigar físicamente a los estudiantes.
La difusión de este tipo de situaciones, que causan rechazo generalizado en Argentina y en la mayoría de los países, es útil para comprender que muchas veces las naciones que se autoerigen como modelo a seguir incurren en conductas de violencia explícita, propias de comunidades incivilizadas y, para colmo, permitidas por la ley y los reglamentos escolares.