La causa por “daños agravados” al campo de Piedra Pómez que la fiscal de Belén Marina Villagra instruye contra miembros de la histórica agrupación de montaña Calchaquí podría tener inesperadas derivaciones. Los montañistas imputados aseguraron que no provocaron perjuicio alguno al emblemático paisaje antofagasteño y que, en realidad, son víctimas de una operación disparada porque se negaron a pagar el servicio de guía para hacer trekking.
Abonar este servicio no es obligatorio, de modo que se trataría de una tentativa de estafa con ribetes mafiosos, pues los malandras frustrados habrían instigado las represalias judiciales contra quienes se negaron a financiarles el curro.
Esta arista del episodio, revelada por los acusados, ofrece la oportunidad a la fiscal Villagra para desplegar una investigación ejemplar, que podría convertirse en un verdadero “leading case” en el contexto del gran éxito turístico que está experimentando la puna catamarqueña. En cualquier caso, serviría para sancionar a logreros que aprovechan el momento para sus fraudes.
Otros expedicionarios y turistas fueron sometidos a la misma exigencia que los “calchaquíes” al llegar a la localidad de El Peñón o a la villa de Antofagasta, donde se les exigieron sumas adicionales a las que ya habían abonado por las excursiones con el pretexto de que era indispensable contratar guías lugareños.
Eduardo Aroca resaltó la defección del Estado en lo que concierne a la actividad de los guías en Antofagasta de la Sierra
Es de imaginar lo permeables que son a estos inesperados requerimientos turistas de otras provincias o extranjeros que contrataron paquetes de excursiones y realizaron ya el trayecto hasta Antofagasta. Con seguridad entrará en el cálculo de los oportunistas que se resignarán al desembolso después de haberse costeado a semejantes lejuras para contemplar “in situ” la exótica y bella fisonomía puneña. También resulta sencillo deducir la impresión que se llevarán sobre el extraño concepto que tienen de la hospitalidad algunos catamarqueños, y el efecto que sus opiniones al respecto provocarán en potenciales visitantes con los que tomen contacto al regreso.
Vale decir: el expediente iniciado por la fiscal Villagra podría tener impacto beneficioso en la política turística general, como prueba de que el Estado catamarqueño asume una conducta activa en la persecución de quienes pretenden estafar a los turistas. No estaría de más incluso, a partir de la denuncia pública de la Agrupación de Montaña Calchaquí, que el Gobierno solicite participar en la causa, dado el daño que sufre la política diseñada para el sector por este tipo de enjuagues.
En un artículo a propósito del incidente, publicado en este diario el 7 de marzo, Eduardo Aroca señaló la existencia de estas maniobras, que a su criterio se perpetran justamente al amparo de la defección estatal (https://www.elancasti.com.ar/edicion-impresa/sigue-el-descontrol-el-campo-piedra-pomez-n519608).
El escritor y montañista dejó a salvo “la reputación de los verdaderos y buenos guías de El Peñón y de la Villa, que los hay”, pero subrayó que “hoy por hoy, la actividad de guía de turismo en la zona de la Puna no solo es informal, sino que está sobrevaluada”.
“Ninguno está dentro de la normativa provincial ni nacional. Ese manto gris permite que personas sin los controles, regulación, formación y/o experiencia correspondiente, en sus momentos libres o no -muchas veces superponiéndose a otras actividades ajenas al turismo-, hacen de guías y transporte de turistas a distintos lugares de interés en la zona (Campo de Piedra Pómez, Volcán Galán, etc.)”, consignó.
Añadió que “con buena voluntad y buenas intenciones no alcanza para proteger, cuidar, regular y recorrer tan grande e importante patrimonio. Los guardaparques deben contar con la autoridad y logística necesarias para cumplir sus obligaciones. Es increíble que en los tiempos actuales el amiguismo y la complicidad puedan generar este tipo de situaciones”, concluyó.
Por supuesto, a los que denunciaron a los “calchaquíes” poco les importará haber complicado a la fiscal Villagra en la matufia. Menos mal que la magistrada cuenta ahora con elementos para profundizar la investigación y, de paso, desacreditar cualquier suspicacia sobre su persona.