jueves 12 de septiembre de 2024
EDITORIAL

Dólares para el desarrollo y no para la especulación

La economía argentina transita momentos particularmente graves. La recesión amenaza con convertirse en depresión y la recuperación económica no aparece en el horizonte. La debacle afecta a la mayoría de la población: el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina acaba de publicar un informe que señala que, en el primer trimestre de este año, la pobreza afectaba al 55% y la indigencia al 20%. Hacia fines del año pasado, la pobreza era del 44% y la indigencia del 9%. Es decir, el programa económico de Milei provocó una suba impactante de las personas que sufren necesidades económicas en la Argentina o que directamente tiene déficit alimentario.

Uno de los problemas estructurales de la economía argentina es la escasez de dólares disponibles. No es que los dólares no existan, es que están atesorados por particulares y empresas o son fugados al exterior, en muchos casos a guaridas fiscales. Se trata de ahorro en divisa extranjera que no está declarado, y por ende no tributan, desfinanciando al tesoro nacional y la inversión productiva del país.

Las sucesivas leyes de blanqueo de capitales apenas lograron repatriar e ingresar al circuito legal a un porcentaje muy menor de los dólares en manos de argentinos, que a fines del año pasado se calculaba en casi 440.000 millones de dólares.

El ingreso de dólares al país debe apuntalar el desarrollo nacional. Si solo ingresan de un modo especulativo, buscando la maximización intensiva de ganancias para luego salir nuevamente del sistema, el perjuicio es mayor que el beneficio. Eugenio Montensino, economista y docente de la Universidad de Buenos Aires, explica en una columna periodística publicada el fin de semana que los capitales especulativos, al salir del sistema financiero nacional “generan con su fuga una erosión de las reservas del Banco Central, como ocurrió bajo el gobierno de Mauricio Macri con una parte importante del endeudamiento recibido del FMI”.

Los movimientos especulativos son avalados por instituciones financieras, las mismas que, por el contrario, se vuelven exigentes al fijar posición respecto de los programas económicos nacionales. “Estos movimientos y procesos se basan en el apoyo y cobertura de importantes instituciones financieras que exigen al país condiciones que facilitan estos acontecimientos. Esas mismas instituciones y organismos son las que condicionan a los gobiernos para que adopten severos ajustes fiscales y profundas reformas regresivas al Estado y a la sociedad”, añade Montesino.

Ese es el gran desafío argentino: cómo lograr que los dólares atesorados o fugados al exterior ingresen al sistema para financiar el desarrollo nacional y no como simples tácticas especulativas para obtener fabulosas ganancias en el cortísimo plazo.

La clave parece estar en la fijación de reglas del juego claras, pero que propicien beneficios no solamente para las inversiones sino también para el país, posibilitando romper con el círculo vicioso en el que se encuentra desde hace mucho tiempo.

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