Campaña de concientización también para los médicos
Un informe recientemente publicado arroja datos preocupantes en materia de prevención de la salud. El trabajo consigna que los niveles de confianza y acceso a las vacunas siguen en Argentina más bajos que en la prepandemia. El estudio se denomina precisamente Índice de Confianza y Acceso a Vacunas (ICAV) 2022, y fue elaborado por la Fundación Bunge y Born sobre una muestra de 7.299 casos de todas las provincias del país.
El Índice de Confianza de la población en las vacunas durante 2022 fue de 85,9 puntos en una escala del 1 al 100, en la que 1 significa desconfianza total y 100 confianza total. Se registró, explicaron los autores, una interrupción de la tendencia a la baja que se venía registrando desde 2020. Pero permanece con niveles más altos que en la prepandemia, cuando el índice era de 93,7 puntos.
El dato más preocupante es el que indica que uno de cada seis adultos cuidadores aseguró que “alguna vez un profesional de la salud le recomendó no vacunar al menor a cargo”
Si bien los expertos avanzan en el análisis de las causas de esta disminución de la confianza en las vacunas, no es fácil arribar a conclusiones precisas. En primer lugar, parece extraño que la tendencia fuese a la baja cuando las vacunas contra el COVID-19 demostraron ser eficaces, no tanto para evitar contagios como para disminuir de manera notable los casos graves y los fallecimientos. Las vacunas, desarrolladas en tiempo récord por distintos laboratorios, que tuvieron enorme apoyo de los Estados nacionales y de la Organización Mundial de la Salud, fueron clave para contener la pandemia. A comienzos de 2021, cuando comenzó la vacunación masiva, el promedio de muertes diarias por coronavirus era de más de 17.000. Dos años y dos meses después, y cuando ya se han aplicado en todo el mundo más de 10 mil millones de dosis, el promedio de muertes diarias es menor a las 1.000.
Pese a esta evidencia, la confianza ha decaído. Es probable que hayan gravitado en la percepción de muchos las campañas de los grupos antivacunas, que vienen operando desde mucho antes de la pandemia, y que ya habían ocasionado una baja pronunciada de la vacunación para prevenir algunas enfermedades que estaban casi erradicadas, y que volvieron con fuerza en algunos países.
Pero el dato más preocupante del estudio mencionado es el que indica que uno de cada seis adultos cuidadores (generalmente los padres, pero también otros familiares o tutores) de niñas, niños y adolescentes de hasta 14 años, aseguró que “alguna vez un profesional de la salud le recomendó no vacunar al menor a cargo”. Este dato es de relevancia para entender un crecimiento de la desconfianza entre la población.
El informe es válido, aunque insuficiente, para empezar a entender las causas de la caída en los porcentajes de vacunación entre los niños, aún de aquellas vacunas incluidas en el calendario obligatorio. Deberán las autoridades diseñar y ejecutar campañas de concientización respecto de la importancia de las vacunas dirigidas a la población en general, pero, por lo que se observa, también a los profesionales de la salud que lanzan recomendaciones contrarias a la lógica científica.