La rebelión policial del 6 de diciembre de 2013 quedará grabada en la
historia de Catamarca como un hecho que puso en vilo la estabilidad
institucional y el orden democrático. Porque ningún reclamo salarial, por más
justo que sea, debería poner en riesgo a un gobierno y dejar a los ciudadanos
sin seguridad, a expensas de su suerte. Eso fue lo que ocurrió aquel funesto
día en la provincia. Cientos de policías, con sus móviles y algunos de ellos
con sus armas reglamentarias, abandonaron las calles y las comisarías y se
instalaron frente a Casa de Gobierno para exigir la firma de un incremento en
sus salarios. Fue un claro acto de sedición. La jefa de Estado, Lucía Corpacci,
recién pudo salir de la Gobernación a la noche, luego de autorizar el aumento
exigido, con violencia y en forma temeraria, por la fuerza de seguridad. Se
vivieron momentos muy tensos en esa jornada, como cuando debió intervenir la
Gendarmería nacional a pedido de las autoridades y hubo un enfrentamiento con
disparos en el ingreso del edificio público. Las imágenes recorrieron el país e
hicieron temer lo peor a todos. Fue una muestra de desenfreno y locura, de
zozobra y turbación. Nunca antes, desde la restauración de la democracia en
1983, se había producido en la provincia un episodio de esta naturaleza. Las
autoridades estaban sitiadas por una manifestación policial que ese día se
había convertido en una turba armada, peligrosa y temible.
El recuerdo de esa jornada vino a raíz de la designación del comisario
general Daniel Omar Roldán como subjefe de la Policía de Catamarca. Roldán,
según se pudo ver en los registros gráficos de ese día, participó de la
revuelta policial. Como tantos otros, seguramente fue a Casa de Gobierno a
reclamar por un mejor salario y, quizás, puede que incluso no haya estado de
acuerdo con la violencia que adquirió luego la manifestación. Hasta podría
estar arrepentido de haber formado parte de esa asonada. Como sea, hoy, en su
nueva función, quizás recuerde todo aquello como una mala decisión. No
obstante, no deja de llamar la atención que las autoridades provinciales hayan
confiado en él para secundar a Orlando Quevedo en la conducción de la fuerza.
Igualmente llamativo fue el hecho de que el secretario de Seguridad, Marcos
Denett, haya eludido la referencia a este antecedente de su nuevo pupilo. De
hecho, no estaría mal que acepte haber elegido a Roldán a pesar de haber
protestado en Casa de Gobierno, defienda su decisión con argumentos lógicos y
se haga cargo de los costos políticos de tal designación. En cambio, el
funcionario optó por enojarse y tildar de "cobardes” a todos aquellos que
refrescaron el hecho a través de las redes sociales. No lo negó, sino que se
molestó y despotricó con ganas. Y fiel a su estilo, utilizó su Facebook para
victimizarse y llamar a la defensa de la nueva cúpula policial.
Quizás para Denett, como para todos los que aceptaron su convite y salieron
a cuestionar el recuerdo del antecedente de Roldán, lo sucedido aquel día
infernal de diciembre de 2013 deba ser olvidado sin más. No puede ser. Es más,
la propia Justicia provincial instruye una causa caratulada "Atentado contra la
autoridad, agravado en concurso real con abuso de armas”, por la que está
imputado el oficial Jesús Garay, el mismo a quien se vio ese día con su arma en
la puerta de Casa de Gobierno y que, según se cree, habría realizado dos
disparos. En tal investigación declaró -por escrito- la mismísima gobernadora
Lucía Corpacci, el ex secretario de Seguridad Juan Pablo Morales y el ex jefe
de Policía Julio César Gutiérrez. La causa tuvo un avance regular y podría ser
girada en breve a la Justicia Federal. En el caso de "sedición”, el Código
Penal (artículo 229) establece que "serán reprimidos con
prisión de uno a seis años los que, sin rebelarse contra el gobierno nacional
[...], se alzaren en armas para arrancarle alguna medida o concesión o impedir,
aunque sea temporalmente, el libre ejercicio de sus facultades legales o su
formación o renovación en los términos y formas establecidas en la ley”. Sin
duda, no se trata de una pavada. Con todo, habrá que esperar que se pronuncie
la Justicia y que, por otra parte, la nueva cúpula policial tenga éxito en su
desafío y garantice debida seguridad a la gente de esta provincia.