viernes 19 de mayo de 2023

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Volver a ser semilla

El algodón: un cultivo histórico en la provincia de Catamarca que busca revancha

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El cultivo de algodón (Gossypiumhirsutum L.) reviste importancia por las implicancias sociales y económicas generadas a partir de su cultivo y en Catamarca existe una larga historia algodonera

Aunqueactualmente no figure en la estadística agropecuaria por su superficie cultivada y volúmenes de producción, se destacó siempre por su calidad de la fibra y la semilla.

En virtud de ello, el Gobierno de la provincia junto a otras instituciones y el INTA conformaron la Mesa Provincial del Algodón para potenciar el cultivo como opción productiva estratégica de la economía fundamentalmente para pequeños y medianos productores.

Acciones

Previo a la conformación de esta mesa, se realizaron diversas acciones como la celebración de un convenio de cooperación para promover el potencial productivo del algodón en Catamarca, cuya historia se remonta dese la época pre-colonial. Por el INTA Catamarca, Hugo Sánchez encabeza el grupo de investigadores que llevan adelante el estudio de comportamientos: fenológicos, sanitarios y productivos, en tres escenarios.

Se instaló un ensayo en San José del departamento Tinogasta; en Colonia del Valle del departamento Capayán y en Chaquiago del departamento Andalgalá) los cuales fueron seleccionados teniendo en cuenta “sus características física-ambientales y la existencia de un productor comprometido con la actividad”. Es decir que “al productor se lo compromete a trabajar en su terreno y nosotros nos comprometemos a darle los conocimientos que poseemos y ayudamos con los insumos para llevar adelante el ensayo; al igual que ellos también nos brindan su experiencia”, comentó Sánchez.

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Con respecto al cultivo propiamente dicho, el investigador señaló que “a nivel nacional se enmarca en el proyecto estructural Generación y difusión de variedades de algodón, adaptadas a las diferentes condiciones y ambientes productivos de la Argentina y a nivel local se realizaron más articulaciones que aportaron información en base a estos tres escenarios”.

Asimismo, en la provincia y a partir los instrumentos desarrollados para tales fines, se destaca el potencial del cultivo dado a los antecedentes y a la predisposición de los productores a revitalizar la producción algodonera en el área; como así también a la actividad industrial textil representada por desmotadoras e hilanderías con capacidad ociosa y con experiencia.

Una semilla de calidad

Además de la potencialidad del cultivo, lo que promueve esta actividad en la provincia es la disponibilidad de germoplasmas productivos con genes de resistencia a insectos y malezas y de un paquete tecnológico de alta producción.

Desde el punto de vista de Sánchez la actividad es considerada una de las más importantes en el norte del país, por la movilidad y el valor agregado que tiene. “El algodón es un cultivo que tiene una larga cadena, desde la producción de algodón para semilla, que estamos bastante bien. Las variedades de algodón que hoy se siembran en el país y en Catamarca, son variedades genéticamente modificadas que tienen incorporadas tecnologías, pero hay que incorporar más”, aclaró.

Sin embargo, la provincia se caracteriza por “el agro sistema que poseemos (suelo ambiente, luminosidad, baja humedad relativa en la época de cosecha, etc.) en la cual podemos producir no solo muy buena calidad de fibra sino también muy buena calidad de semilla y eso Catamarca a nivel nacional ya lo tiene ganado. El productor que está en el sistema algodonero sabe que Catamarca es una provincia que produce muy buena calidad de fibra y semilla. Por eso es que se mira a Catamarca como muy buena productora de semillas que necesariamente es importante producir, debemos darle la vuelta para darle valor agregado y una forma es producir semillas”, aseveró.

Ubicación histórica

Entre las décadas sesenta y setenta, el cultivo se realizaba en los departamentos del oeste provincial: Tinogasta, Belén, Andalgalá y Pomán. Hacia los años noventa, se incursionó en el este provincial, más precisamente en el departamento Santa Rosa. Para el caso del Valle Central (Valle Viejo y Capayán), en los años setenta se instalaron los establecimientos Tres Quebrachos (1.000 ha) y Utcu Pampa (500 ha); a mediados de los 80, se estableció La Nueva Esperanza (1.000 ha) y a principio de los años 90 entraron en funcionamiento los establecimientos Los Pozos (1.200 ha), San Javier (450 ha) y Maskay (200 ha).

Por otro lado, en paralelo a la actividad de los establecimientos mencionados, pequeños y medianos productores de las Colonias de Nueva Coneta y del Valle, Huillapima, Miraflores, Coneta, Santa Cruz, Huaycama y Pomancillo Oeste, entre otros, producían algodón, llegando en algunas campañas a sumar alrededor de 500 ha.

A mediados de la década del setenta, Alpargatas S.A., a través de una de sus subsidiarias, Fibramalva SACIF, incursionó en el negocio de la semilla de algodón y se vinculó con el INTA, principalmente con la EEA Presidencia Roque Sáenz Peña. Participó a mediados de los ochenta en el Convenio de Vinculación Tecnológica (COVITE) Algodón, multiplica semilla básica de INTA y en pocos años logra distinguirse por su calidad superior la semilla con origen en Catamarca; luego los establecimientos que mantuvieron estos estándares fueron Tres Quebrachos, La Nueva Esperanza y Los Pozos, llegando a abastecer a buena parte de la zona productora de secano y exportando a Paraguay, Bolivia y Brasil.

El resto de la semilla, que no cumplía con los requisitos para siembra, se destinaba para forraje, como alimentación de ganado vacuno lechero concentrado en las Cuencas de Córdoba-Santa Fe (SANCOR), Buenos Aires (Gándara y La Serenísima), entre otras.

Algodón y vid, históricas producciones que se reflejan en la heráldica catamarqueña.

Un cultivo en el escudo

En el artículo publicado por Sánchez, Pinetta y Tcach “el Algodón en Catamarca” (2020) la historia registra que en la época pre colonial se industrializaba el algodón de la región que actualmente constituye las provincias de Catamarca, Tucumán y Santiago del Estero (Pepe, 1997). Para el caso particular de Catamarca, en aquel entonces, se convirtió en una actividad característica, incorporándose el “capullo de algodón” como parte del Escudo de la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca.

Asimismo, en el libro “El arte del algodón en Catamarca” (1910-1961), de Ruth Corcuera, se comenta como la provincia andina poseyó una cultura del hilado anterior a la conquista española, que se supone incluyó entre sus materias primas al algodón, aunque éste no fuera detectado por los conquistadores, que lo insertaron en la región vía Chile. Lo cierto es que la Catamarca pos colombina no sólo desarrolló con fuerza la actividad textil, sino que además se convirtió en la provincia algodonera más importante de la Argentina, sitial que perdió a manos del Chaco durante el siglo XX.

Ranchos y telares

Según explica la autora, Catamarca estaba alejada de las rutas comerciales que iban del Río de la Plata al Perú y el precio de las telas extranjeras le resultaba elevado. Así, los catamarqueños debieron vestirse y abrigarse por sí mismos, lo que hizo que no existiera "casa ni rancho donde no hubiese un telar". La cultura del tejido en la región se desarrolló con fuerza e involucró la producción y recolección de diversas materias primas -lanas, seda, algodón, copo del palo borracho- y el arte del diseño y el teñido. En el caso del algodón, fue tal su importancia que actuó, además, como moneda en los períodos en que faltó el metálico acuñado.

Volviendo a Sánchez y otros, otra prueba del reconocimiento, son los múltiples premios internacionales que la provincia recibió en aquel entonces, dada la calidad de las fibras de algodón: Londres (1840-1865); Viena (1872); Filadelfia (1873); Santiago de chile (1882); Paris (1889) y Chicago (1904).

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