Sin duda, la semana pasada fue un desastre para la idea construida por la sociedad en torno a la internet y sus redes de comunicación. En efecto, tal como lo dice el New York Times este fin de semana, la internet, que fue desarrollada sobre la base de una idea de mutuo beneficio entre proveedor y usuario, parece estar llegando a su límite. La reacción de la sociedad, comprensible por cierto, ocurre cuando se informa que compañías como Facebook usaron los datos personales de las personas que se suscribieron a sus servicios, no solamente para hacerse billonarios, vendiéndolos a terceras partes, sino negociándolos con fines políticos.
Esto explicaría que, en este momento, la relación sociedad-internet parece estar en crisis tanto en EE.UU. como en Europa, por la sencilla razón de que se descubrió que la base de datos de Facebook en EE.UU., que contenía la información personal de 50 millones de personas, fue usada por la compañía inglesa Cambridge Analitica, para influenciar a los votantes y facilitar el triunfo de Donald Trump en las elecciones de 2016. Lo nuevo de ahora es que ahora se sabe cómo Facebook facilitó la operatoria y no hizo nada para prevenirla.
La forma cómo Cambridge Analitica usó los datos de Facebook en las elecciones ya lo explicamos en otro artículo en este mismo medio el 30 de enero. En base a la información personal que cada uno pone cuando abre una cuenta, un programa hecho por esa compañía creó categorías que agrupó a personas según su perfil sicológico y político. El siguiente paso fue crear avisos puntuales acomodados a esas variantes personales. El problema no terminó ahí, ya que lo grave fue inventar información tendenciosa o falsa que luego fue pasada a cada persona con el fin de inducirla a votar por Donald Trump.
Como es de imaginar, este hecho prácticamente ha destruido los fundamentos sobre los cuales fue construida la internet, o sea la confianza mutua entre usuario y red. A nivel político la repercusión es inmensa en este momento, pues demuestra que los medios podrían hoy en día decidir una elección induciendo el voto con información falsa, lo cual, obviamente, destruye las bases del sistema democrático. Esto explicaría que en este momento haya una campaña visceral contra Facebook llamada “deletefacebook”, cuya repercusión inmediata fue su perdida de valor de mercado en unos 50 mil millones de dólares, lo cual arrastró a la Bolsa de Wall Street.
La reacción ante tal hecho es variada. En EE.UU. el Congreso estudia medidas para limitar la libertad de las compañías en el manejo de los datos personales e imponer más transparencia en la publicidad y propaganda política en internet. A su vez, las mismas compañías dedicadas a la internet están tomando medidas para cuidarse de las negligencias de otras. Así, Mozilla, creadora del buscador Firefox ha dejado de usar la base de datos de Facebook alegando que la débil configuración de privacidad de ésta no impide o no pone límites al acceso indiscriminado a datos personales.
En Europa la situación es más grave para estas compañías, ya que se está investigando el papel de esta configuración de datos personales por categoría o “data” en la publicidad online. Por lo pronto, ya se han aplicado multas por violación de privacidad. Según reporta el New York Times, para Vera Jourova, Comisionada de Justicia de la Unión Europea, el problema no es solamente la liberación y explotación de datos personales, sino la amenaza a la pluralidad democrática de Europa. Lo grave es que el escándalo con Facebook ha revelado la existencia de una maquinaria que se aprovecha del usuario que busca inocentemente una información, para influenciar su comportamiento electoral.
Para ella, Facebook hace esto abiertamente al momento de describir y ofrecer sus servicios. Para Alessandro Acquisti, profesor de Tecnología Informática de la prestigiosa Universidad Carnegie Mellon, el hecho de que la explotación de la información personal de una persona en la internet pueda ayudar a inclinar elecciones en uno u otro sentido, lo cual afecta a todos, obliga a reconsiderar el papel de la privacidad en las redes.
Como era de esperar, ya hubo reacciones empresarias contrarias ante la posibilidad de regular la industria publicitaria. Si bien el Sr. Zuckerberger, creador de Facebook, parece alarmado y está abierto a la posibilidad de aumentar las regulaciones sobre privacidad, otros advierten que ello puede dañar la esencia sobre la cual trabaja la publicidad, que es la de poder acceder al mercado estudiando, clasificando y organizando la información de los usuarios. Algunos consideran que este uso de la información también puede ser tendenciosa y orientada a discriminar ciertos grupos en base a raza, religión, capacidad económica, etc.
Sin embargo, esto no basta para Europa, un continente que todavía recuerda el espionaje de la Gestapo nazi y de la policía secreta durante la ocupación soviética de Europa del este. Así lo confirma en el medio norteamericano Heather Grabbe, Directora del Instituto para una Sociedad Abierta en Europa, quien afirma que aquí la sociedad no cree en las promesas de auto corrección del mercado, sino en la función del estado para imponerles reglas.
Por ello, a partir de mayo la Comisión Económica Europea ha impuesto la Regulación General para la Protección de Datos Personales, que va a establecer la propiedad inalienable de ellos por parte de las personas, los cuales no podrán ser usados por ninguna compañía de internet a no ser que haya un consentimiento expreso del individuo, por escrito. Además, las compañías estarán a su vez obligadas a comunicar en el plazo de 72 horas si hubo alguna violación a su seguridad que hubiese puesto en peligro la protección de los datos personales de sus clientes. En caso de violarse la disposición, la multa será de 20 millones de Euros o 4% de sus ingresos anuales.
Según el NYT, EE.UU. está un poco lejos de la actitud de la Comunidad Europea, por la presión de las corporaciones, que están acostumbradas a la idea de que pueden hacer lo que quieren; de que a un problema tecnológico se lo arregla con más tecnología. También por la actitud de la gente, que no opta por cancelar sus servicios y pasarse a otra compañía. Esto explica que, para Google o Facebook, el tema de la privacidad digital sea un tema muerto. Por ahora, en este país hay una opción creada en 2010 para que un usuario pueda proteger sus datos personales si es que “teclea” la opción “Do not track” (No dar mis datos). Si no lo hace, el usuario no puede prevenir que sus datos sean usados a los efectos del mercadeo o marketing.
Por todo esto, las próximas semanas serán decisivas para saber en que termina el tema en EE.UU. Por ahora, la caída del valor de las acciones de Facebook y su repercusión en la bolsa en Wall Street parece haber sido más determinante que lo moral. Sin embargo, lo más importante parece ser la percepción de que la sociedad parece estar llegando al hastío en relación al papel de la internet y de medios como Facebook en la construcción de una realidad virtual, sin cara, que no se sostiene. Lo demuestra la campaña viral contra Facebook y otra en Europa por volver a los buenos tiempos del correo normal, por carta, y el de dar la cara en las relaciones humanas, hoy falseadas por los medios digitales. El tiempo dirá.