lunes 20 de noviembre de 2023

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Editorial

Prioridad para la salud mental de infantes y adolescentes

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En los últimos días, a través de las redes sociales y de algunos programas de televisión, se puso en debate la difusión de situaciones problemáticas de salud mental por los que atravesaban algunos jóvenes, vinculados al mundo del espectáculo, tras haber participado en una experiencia de encierro como lo fue “Gran hermano”.

Los testimonios en la pantalla chica de algunos de sus protagonistas desbordados por situaciones de ansiedad, pánico u otras causas que solo diagnostican los profesionales del área específica abren el debate acerca de la conveniencia de la exposición. Sin embargo, también desafían a volver la mirada a la realidad local para comprender que hay niños y adolescentes en riesgo, lo que hoy implica que la atención de la salud mental sea una prioridad para ese sector de la población.

Es cierto que la visibilidad de estas situaciones junto a la identificación de otros padecimientos, como el bullying, implica un cambio de paradigma en el tratamiento. Años atrás estas problemáticas se escondían como secretos de familia que nunca se revelaban. Hoy se muestran, se habla acerca de sus impactos, pero a la vez se producen llamados de atención que generan preocupación y es la escuela uno de los ámbitos en los que se puede registrar e identificar una mayor cantidad de pedidos de ayuda.

En la actualidad, algunas instituciones educativas tienen gabinetes específicos para atender estas situaciones. Están integrados por psicólogos, psicopedagogos y trabajadores sociales, entre otros, que hace poco declararon sentirse como “el último orejón del tarro”.

Se trata de casi cien profesionales que hace ocho años iniciaron un expediente que giró por varias oficinas de la burocracia estatal por el que solicitan una equiparación salarial en relación con los mismos profesionales del área central del Ministerio de Educación, ya que aquellos que se desempeñan en las escuelas cobran sus haberes como si fueran docentes, sin contemplar la especificidad de la formación y el rol que cumplen, pero además tienen ahora mayor responsabilidad frente a las problemáticas que hoy alcanzan a niños y adolescentes.

La falta de reconocimiento específico a los profesionales y también la falta de designación en los cargos vacantes, que están contemplados en las plantas orgánicas, genera preocupación en un momento en el que hay varias alarmas encendidas ya que no son suficientes para atender una demanda que es cada vez mayor y que requiere contar con profesionales preparados. Tras la pandemia, las problemáticas de salud mental se multiplicaron, pero no creció, en la misma medida, la posibilidad de la atención en la parte pública y privada.

En definitiva, hoy son problemáticas más visibles, de las que se habla con cierta regularidad, pero que además demanda contar con los mecanismos de prevención y atención específica para evitar consecuencias no deseadas.

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