martes 2 de septiembre de 2025
Editorial

¿Para qué sumar un nuevo problema?

El gobierno de Javier Milei insiste en avanzar con medidas orientadas a flexibilizar la tenencia de armas en la Argentina. Las impulsa con criterios similares a la política de desregulación de la economía, es decir, reduciendo al mínimo la intervención del Estado, como si la seguridad de millones de ciudadanos pudiera quedar librada a las fuerzas del mercado o a la iniciativa individual. Entre las medidas adoptadas en lo que va de la gestión se menciona la disolución de la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMAC), proyecto que se encuentra en el Congreso de la Nación, o la habilitación de tenencias de armas semiautomáticas.

Para concientizar sobre la necesidad de un mayor control de la tenencia de armas, la Red Argentina para el Desarme lanzó una “campaña ciudadana” que se denomina “Por una Argentina sin armas”. Para la Red, las medidas impulsadas “solo responden a los intereses de los fabricantes y comerciantes de armas”, y “aumentan los riesgos de muerte y violencia para la ciudadanía”.

La experiencia de países donde hay leyes laxas respecto de la tenencia de armas debería ser argumento más que suficiente para disuadir el impulso de medidas similares en Argentina. La experiencia de países donde hay leyes laxas respecto de la tenencia de armas debería ser argumento más que suficiente para disuadir el impulso de medidas similares en Argentina.

La campaña se inició con un acto desarrollado en un lugar con un fuerte simbolismo: en la avenida Cabildo al 1740, en donde el 6 de julio de 2006 fue asesinado Alfredo Marcenac, víctima de Martín Ríos, el llamado “tirador de Belgrano”, que hirió en aquella tarde a otras once personas.

Las experiencias de países donde hay normativas muy laxas respecto de la tenencia y portación de armas deberían ser argumentos más que suficientes para disuadir el impulso de medidas similares en el país. En Estados Unidos en 2022 murieron 48.000 personas por heridas de arma de fuego (homicidios más suicidios), es decir, un promedio de 132 por día. En Argentina la cifra es mucho menor, pero también constituye un número preocupante, que podría expandirse si se flexibiliza el régimen: actualmente hay ocho muertes por día a causa de las armas de fuego, y casi la mitad de esas muertes ocurren por suicidios o accidentes. Hay más datos proporcionados por la Red Argentina para el Desarme: seis de cada diez homicidios se cometen con armas de fuego y la mitad de esos homicidios, contrariamente a lo que se muestra en los medios de comunicación, ocurren por conflictos interpersonales, riñas, discusiones o problemas intrafamiliares.

Mónica Bouyssede, madre de la víctima del tirador de Belgrano, sostuvo: “Tenemos un país con cientos o miles de problemas, pero hay uno que no tenemos: el de prender la televisión o agarrar el celular y enterarnos de que un chico generó una balacera en su escuela, o que alguien abrió fuego en un recital o en el medio de la calle y mató a gente que solo pasaba por ahí. Las pocas veces que pasó algo así quedó marcado en nuestra memoria, como los casos de Alfredo o de Carmen de Patagones, mientras que en los países con el modelo de libre portación que propone el Gobierno, esa es una noticia de casi todos los días”.

La reflexión es certera y el interrogante también: ¿para qué sumar un nuevo problema, que además tiene el costo de vidas humanas?

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