Quiero retruco. El economista Lucas Llach mandó a freír espárragos al temible "Gordo Dan".
El economista Lucas Llach, asesor del ministro Federico Sturzenegger, desafió el exiguo umbral de tolerancia a los disidentes que caracteriza a los ultralibertarios y desairó nada menos que al “Gordo Dan” Daniel Parisini, tuitero estrella, comisario ideológico y verdugo del oficialismo.
Llach se había atrevido a defender al prestigioso Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES), a cuyos miembros el periodista Alejandro Fantino había acusado de promover la devaluación porque cobran en dólares.
“Con tres informes mensuales se alquilan un yate en Rímini, ponen a cuatro odaliscas a bailar, traen a dos cobras que salen de una canasta con un hindú tocando una flauta traversa, se hacen pasar Coppertone en la espalda, se van con el barquito a las Bahamas y nadan con los delfines”, dijo Fantino.
Estas manifestaciones estimularon el proverbial alud de disparates en el aparato comunicacional libertario, ante el cual se alzaron importantes manifestaciones de solidaridad con CEDES y testimonios de su honestidad intelectual. Entre ellas, la de Llach.
"Lo de Fantino diciendo que economistas del CEDES quieren tipo de cambio alto para ganar más guita es de las mayores berreteadas que he escuchado últimamente. He discutido con varios de ellos durante décadas, especialmente porque no les disgusta el cepo y porque defendían el tipo de cambio inflacionario de Néstor, pero es su posición de toda la vida, no es por guita. Tienen papers teóricos sobre el tema", se desmarcó.
Tamaña exhibición de independencia de criterio enardeció al “Gordo Dan”.
"Llach, no podés defender a los que bardean al gobierno por no querer devaluarle el sueldo a los pobres, siendo parte del gobierno. Último aviso”, advirtió.
Parisini se ha hecho célebre por anticipar despidos del gabinete. Reconvenciones como la dirigida a Llach son interpretadas en el ecosistema libertario como una sentencia.
Pero Llach mandó al temible “Gordo Dan” a freír espárragos.
"Primero: no me rompas los huevos que estoy viendo Riestra-Central. Segundo: opino lo que se me chifla el moño. Fuerte abrazo!", contestó.
Dados los precedentes, sería apresurado concluir que la osadía quedará impune. Por lo pronto Llach sigue en el puesto, pero no sería extraño que la falta de respeto al tuitero mayor de Javier Milei se incorpore a su prontuario para acusarlo cuando resulte conveniente de, por ejemplo, comunista.
Reconforta de todas maneras constatar que hay gente en el Gobierno capaz de reaccionar con dignidad ante las idioteces, en mayor medida cuando se considera el deleite que parece encontrar el propio Javier Milei en las reyertas ridículas.
Las luminarias oficialistas harían bien en evaluar los favores que hacen a sus enemigos.
El odio de Milei le viene al pelo a Lali Espósito, por ejemplo, para acrecentar fama y fortuna con hits como el “Fanático” que le dedicó. Por el mismo camino van María Becerra, execrada por consignar la indiferencia del Estado nacional ante los incendios en el sur, y el rapero Milo J, a quien le suspendieron un recital en la ex-ESMA.
Si la gestión presidencial le sale bien está por verse, pero el potencial de Milei como promotor de artistas es notable.
La guillotina está melladita, debe ser por el uso indiscriminado.
Los desvaríos libertarios catapultan ahora a la fama a CEDES desde los discretos ámbitos académicos. Como Lali, Becerra y Milo J, los intelectuales pueden incluir en su prestigioso historial la cucarda de haber sido blanco de los energúmenos.
Capaz que eso les permite facturar un poco más, en dólares, obviamente.
Por ahí hasta pueden comprarse un yate para dejar de alquilar en Rímini.