sábado 2 de diciembre de 2023

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Cara y Cruz

Gobernabilidad con márgenes estrechos

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Las cifras de pobreza e indigencia difundidas por el INDEC el pasado miércoles son una mala noticia para el oficialismo nacional en el relanzamiento de la campaña con vista a los comicios del 22 de octubre. En el primer semestre del año la pobreza alcanzó al 40,1% de la población, en un registro solo superado en los últimos años por el de 2020, en el peor momento de la pandemia y por ende con una gran proporción de la actividad económica paralizada. También subió la indigencia, alcanzando al 9,3% de los argentinos.

De todos modos, Juntos por el Cambio no es el más indicado para fustigar al actual gobierno con estos malos datos. Durante el gobierno de Mauricio Macri, que tuvo tres años de los cuatro con la economía en recesión, la pobreza subió más de 10 puntos porcentuales. En 2015 no había estadísticas confiables: los datos del INDEC eran manipulados, por lo que las estadísticas sobre pobreza tomadas como ciertas eran las que elaboraba el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina. Según esos informes, durante el último gobierno de Cristina Kirchner la pobreza superaba el 28%. En 2019, cuando Macri dejó el gobierno, había subido al 39%.

Lejos aún del 56% de pobreza que había en 2003, luego de la crisis de 2001-2002, los números actuales son igualmente impactantes. El gobierno de Alberto Fernández no pudo bajar, como había prometido, el índice de pobreza y tampoco el de indigencia. Al menos, impidió que se disparara a los niveles de comienzos de siglo, pero no es un aliciente que deba tranquilizar en un país que posee inmensos recursos naturales.

Debe advertirse que los datos corresponden al primer semestre. Es decir, no registran el salto inflacionario de agosto, luego de la devaluación post-PASO, aunque tampoco las compensaciones posteriores decididas por el ministro-candidato, Sergio Massa. Habrá que esperar hasta comienzos del 2024 para conocer con mayor grado de certeza el impacto de las medidas de estos meses.

Para reducir la pobreza es preciso la concurrencia de dos factores: por un lado, que la actividad económica general crezca varios años de manera consecutiva. Pero además, que haya una redistribución del ingreso a favor de los sectores de mayor vulnerabilidad. Un crecimiento del PBI no garantiza per si una disminución de los niveles de pobreza.

En los últimos dos años la Argentina ha generado empleo, alcanzando niveles superiores a los de la prepandemia. Pero se trata, mayoritariamente, de empleo de baja calidad o, directamente, informal o precarizado. Es por esa razón que el crecimiento de la economía en 2021 y 2022 no gravitó en la disminución de la pobreza. Los altos índices inflacionarios que se registran desde el primer trimestre del año pasado vienen horadando, además, los ingresos de los trabajadores menos calificados. Solo los empleados cuyos gremios tienen mayor poder de negociación vienen emparejándole la carrera a la inflación.

Catamarca ha registrado una importante disminución –del orden de los cuatro puntos porcentuales- entre el segundo semestre de 2022 y el primero de 2023. Dos factores han jugado a favor de esta reducción: los incrementos salariales de los agentes de la administración pública, que en el último periodo fueron superiores al incremento de los precios, y la generación de nuevos puestos de trabajo, materia en la que la provincia se encuentra en el tope nacional desde 2021.

El gobierno que asuma en diciembre tendrá el gran desafío de reducir la pobreza y la indigencia. Con los actuales niveles, los márgenes de gobernabilidad son muy estrechos.

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