Germán Kiczka, el diputado misionero acusado junto a su hermano Sebastián de tenencia y distribución de material de abuso infantil, finalmente declaró en la causa en su contra. El dirigente político llegó y se fue de los tribunales de la ciudad de Apóstoles en medio de un fuerte operativo de seguridad, pero sin perder la sonrisa. Dijo que la notebook incautada en uno de los allanamientos que contenía videos de violaciones a chicos no era suya. También, que no se fugó, a pesar de que pasó 9 días prófugo hasta ser detenido en Corrientes: “Estaba en un retiro espiritual”, sostuvo.
Fuentes judiciales confiaron que durante la exposición, que duró más de tres horas, Kiczka se mantuvo en un libreto armado con su defensa, a cargo de Gonzalo de Paula. El relato se centró en negar todo.
En primer lugar, afirmó que no se fugó cuando la orden de arresto en su contra dictada por el juez Miguel Faria se había tornado efectiva, tras el desafuero resuelto por la Legislatura misionera. Según su versión, fue que estaba en un retiro espiritual.
Negó los cargos que se le imputan, pese a que la Justicia tiene elementos para considerarlo posible responsable del delito de tenencia y distribución de material de abuso sexual infantil (MASI).
Por otro lado, afirmó que no era suya la notebook secuestrada en la casa de su padre en febrero pasado. Esta pista es una de las piedras basales de la causa, que tiene su origen en una investigación a escala mundial que involucró a la Argentina.
Durante las tres horas de exposición, Kiczka respondió una sola pregunta que le formuló su abogado y que sirvió para hilvanar puntos sueltos de su relato. La fiscal Silvia Barronis también hizo una consulta, pero el imputado hizo uso de su derecho de abstenerse de responder. Al juez le contestó algunos interrogantes, pero en otros se abstuvo.
El acusado llegó a los Tribunales de Apóstoles a las 10 de este jueves. Personal del Servicio Penitenciario de Misiones lo trasladó desde la Unidad Penal VIII de Cerro Azul, ubicado a unos 50 kilómetros, donde está alojado junto a su hermano Sebastián, también involucrado en la causa. A cargo del operativo estuvo el Grupo Especial Penitenciario, fuertemente pertrechado para la ocasión.
Kiczka, trasladado en una camioneta, entró y salió del Juzgado Penal N°4 a cargo del juez Faria con casco, chaleco antibalas y las manos esposadas por delante. Cuando recorrió el trayecto desde el vehículo al edificio y viceversa, mantuvo una sonrisa nerviosa y la mirada baja. Hizo oídos sordos a las preguntas que los medios locales le realizaron. Llegó y se fue sin decir una palabra en público.