viernes 10 de octubre de 2025
Editorial

Camino a Belindia

El programa económico del gobierno de Javier Milei parece concentrar todos los esfuerzos en el desarrollo de la actividad primaria, especialmente en los sectores del agro, la energía y la minería, mientras abandona el resto de las ramas de la economía nacional.

No hay dudas de que potenciar la producción primaria es una decisión estratégica. Argentina tiene recursos naturales que pueden, a largo plazo, convertirse en una fuente genuina de dólares y en un motor para la estabilidad macroeconómica. La energía y la minería, bien administradas, podrían ser palancas para un crecimiento sostenido. Sin embargo, el problema radica en que el resto del entramado productivo -la industria, el comercio, los servicios y la construcción- ha sido abandona a su suerte, sin políticas de estímulo ni señales claras que permitan su recuperación.

El gobierno celebra el incremento de la productividad de la actividad primaria. Pero ese dato, aislado del contexto, oculta la realidad profunda: los sectores que generan la mayor parte del empleo están en franco retroceso. Según datos oficiales, entre diciembre de 2023 y junio de 2025 se registraron 165 mil despidos de asalariados formales, a los que deben sumarse las pérdidas de puestos en el sector público y en el trabajo doméstico, alcanzando un total de 266 mil trabajadores que quedaron sin empleo. Al mismo tiempo, crece el número de monotributistas y trabajadores informales.

Si el gobierno nacional persiste en su visión estrecha de desarrollo, el país avanzará hacia la conformación de una Belindia criolla. Si el gobierno nacional persiste en su visión estrecha de desarrollo, el país avanzará hacia la conformación de una Belindia criolla.

La producción primaria, aunque altamente rentable, solo emplea al 6,9% de los trabajadores ocupados. Y otro de los sectores favorecidos por la política libertaria, la intermediación financiera, ocupa apenas el 1,4%. Mientras tanto, las actividades que sostienen el tejido social concentran a la inmensa mayoría de los trabajadores, pero son las que más sufren el impacto del ajuste, la recesión y la falta de políticas de estímulo.

El sociólogo Nicolás Villanova sintetizó esta realidad en una reciente columna: “El resultado de todo este modelo económico libertario es la formación de Belindia: una estructura económica con sectores muy productivos, pero de escasa mano de obra bien remunerada (Bélgica); y el resto de la economía en la precarización y la miseria más absoluta (India)”. El concepto de Belindia fue acuñado en 1974 por el economista brasileño Edmar Bacha para describir la dualidad socioeconómica de su país: un núcleo moderno, eficiente y rico, coexistiendo con una periferia empobrecida y sin oportunidades.

Medio siglo después, Argentina corre el riesgo de repetir ese modelo, profundizado por una ideología que reniega del rol del Estado y de la planificación estratégica.

Si el gobierno persiste en su visión estrecha de desarrollo, el país avanzará hacia una Belindia criolla, donde unos pocos sectores exportadores acumularán riqueza mientras la mayoría de los argentinos quedará atrapada en la precariedad.

Revertir ese destino exige definir e implementar un verdadero desarrollo productivo, con una economía competitiva e integrada, en la que el Estado -en todos sus niveles- asuma su papel de planificador y articulador del crecimiento.

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