sábado 12 de abril de 2025
Protesta y movilización

Tercer paro de la CGT en la era libertaria

Este jueves, la Confederación General del Trabajo (CGT) realiza su tercer paro general contra el gobierno de Javier Milei, en un contexto tenso que mezcla el desencanto social con una creciente polarización política.

La medida de fuerza incluyó la suspensión del servicio de trenes, subtes y premetro en la ciudad de Buenos Aires, aunque los colectivos continuaron operando debido a la conciliación obligatoria impuesta al sindicato de la UTA.

Desde la Casa Rosada, se desestimó la importancia de la protesta, calificándola de “política” y sugiriendo que responde al inicio de la campaña electoral en la ciudad.

Una fuente cercana al presidente Milei aseveró que este paro es “el de los amigos de (Leandro) Santoro”, en alusión a la oposición y sus vínculos con candidatos como el legislador porteño de la lista “Es Ahora Buenos Aires”.

Aunque el gobierno asegura mantener un diálogo abierto con la CGT, su intento de designar al jefe de Gabinete, Guillermo Francos, como interlocutor con el complejo objetivo de convencer a la central de desarticular el llamado, no tuvo éxito. En Azopardo 802 cerraron las puertas a conversar del tema.

“Es un poco difuso el temario de la protesta”, reconoció Francos en declaraciones a la prensa. “Después la sociedad juzgará si los dirigentes sindicales tienen representatividad o no.

El tema de los contratos laborales sí le preocupa a la dirigencia gremial y tendremos que conversar con ellos”, afirmó.

Sin embargo, desde la CGT, los dirigentes sindicales continúan defendiendo la legitimidad de sus reclamos, denunciando un ajuste que, según ellos, ha beneficiado al sector financiero a costa de los trabajadores.

“El ajuste cayó sobre trabajadores y jubilados, mientras el sector financiero multiplicó obscenamente sus ganancias”, afirmaron a través de un comunicado.

Por otro lado, el subsecretario de Prensa, Javier Lanari, expresó en su cuenta de X que “el paro de la CGT no daña a Milei. Daña a la gente”, sugiriendo que la protesta afecta a los trabajadores que quieren cumplir sus tareas.

Desde el gobierno se percibe la situación con cierta complacencia, afirmando que “no mueve el amperímetro” y que la protesta sirve políticamente a la CGT para confrontar con “la casta que busca cuidar sus privilegios”.n

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